Por Darwin Feliz Matos
Por décadas, el arroyo Gurabo representó
una herida abierta en el corazón de Santiago. Sus aguas contaminadas, sus
riberas convertidas en vertederos improvisados y el hacinamiento de familias a
su alrededor lo convirtieron en un símbolo de abandono estatal y de exclusión
social. Cada temporada de lluvias era sinónimo de tragedia, con vidas en
riesgo, viviendas anegadas y comunidades enteras atrapadas en un círculo de
pobreza e insalubridad.
Hoy, gracias a una visión política
decidida y a una gestión técnica comprometida, esa realidad está cambiando de
manera irreversible. El saneamiento y la readecuación ambiental del arroyo
Gurabo no es solo una obra de ingeniería: es la muestra más palpable de lo que
significa gobernar para la gente y dignificar la vida de los más vulnerables.
Una intervención sin precedentes
El proyecto, que supera una inversión de
RD$3,265 millones y que ya alcanza un 80% de ejecución, impacta directamente a
más de 12 mil familias y de forma indirecta a casi un millón de santiagueros.
Sus alcances van mucho más allá de la construcción de 2.6 kilómetros de canal y
más de 8 kilómetros de redes de saneamiento de aguas residuales.
Se trata de una transformación integral:
reubicación ordenada de más de 1,200 familias en el moderno proyecto
habitacional Hato del Yaque; reducción del 25% de la contaminación que llegaba
al río Yaque del Norte; disminución en un 80% de las inundaciones que
históricamente golpeaban la zona; eliminación de más de 30 puntos de droga que
fomentaban la violencia; y creación de parques lineales, espacios ecológicos y
áreas seguras para el disfrute de la comunidad.
Impacto ambiental y social
El saneamiento del Gurabo no solo mejora
el entorno urbano, sino que establece un nuevo paradigma de desarrollo
sostenible en la República Dominicana. Con la reforestación de los alrededores,
la recuperación del bosque ribereño y la protección de especies, la
intervención garantiza la preservación del río Yaque del Norte y convierte a
Santiago en referencia nacional en materia de gestión hídrica y urbana.
Los beneficios también se sienten en el
tejido social: niños que ahora asisten con mayor regularidad a la escuela,
familias que ya no viven bajo la amenaza del desbordamiento, comunidades que
recuperan su dignidad y un clima de seguridad que fortalece la convivencia
ciudadana.
El liderazgo detrás de la obra
No se puede hablar del éxito de este
proyecto sin reconocer el compromiso y la dedicación del director del Instituto
Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados (INAPA), Wellington Arnaud, quien
ha hecho de esta intervención una causa personal. Su visión, disciplina y
cercanía con las comunidades han sido determinantes para que esta iniciativa
avance con el ritmo y la calidad que hoy exhibe.
El presidente Luis Abinader tomó la
decisión histórica de rescatar el arroyo Gurabo en plena pandemia, demostrando
valentía política y sensibilidad social. Sin embargo, convertir esa decisión en
una obra tangible y de alto impacto requirió de un equipo técnico entregado,
con Arnaud a la cabeza, que ha sabido coordinar esfuerzos públicos y privados,
académicos y comunitarios, en un modelo de gestión participativa y sostenible.
Una obra que marca época
Por más de seis décadas, el Gurabo fue un
problema ignorado por las gestiones anteriores. Hoy se erige como ejemplo
nacional de cómo la voluntad política, unida a una gestión eficiente, puede
revertir décadas de abandono y exclusión. Esta es, sin duda, la obra de mayor
impacto social y medioambiental que se ha ejecutado en Santiago y probablemente
en toda la República Dominicana.
El saneamiento del arroyo Gurabo no solo
transforma un espacio físico: transforma vidas, protege el medioambiente y abre
camino a un modelo de ciudad más humana, segura y sostenible. Es, en
definitiva, una demostración de que cuando se gobierna con visión y compromiso,
la esperanza se convierte en realidad.