Por Darwin Feliz Matos
Con la ratificación de que el presidente
Luis Abinader anunció y reiteró de que no aspirará a un tercer período
presidencial pese a tener mayoría en el Congreso Nacional, el escenario
político dentro del Partido Revolucionario Moderno (PRM) comienza a configurarse
con una variedad de perfiles que ya se proyectan como posibles sucesores para
las elecciones del 2028. Este abanico de aspirantes refleja la diversidad de
estilos de liderazgo dentro del oficialismo, algunos de corte institucional,
otros de contacto directo con las bases y otros con una sólida estrategia de
imagen y comunicación.
Uno de los nombres que ha tomado fuerza
por su constante cercanía con la gente es Wellington Arnaud, actual director de
INAPA. Su liderazgo se cimienta en el terreno, en las comunidades, donde ha
logrado articular una narrativa de trabajo, cercanía y sensibilidad social.
Arnaud representa un perfil que conecta con la estructura tradicional del
partido y apuesta por el contacto directo como eje de construcción política.
En un escenario político donde las
posibilidades del Partido Revolucionario Moderno (PRM) en Santo Domingo Este
eran mínimas, debido a la marcada desconexión de sus autoridades con las bases,
Wellington Arnaud ha demostrado que la cercanía con la gente, el compromiso
real y el respaldo a la dirigencia son factores determinantes para fortalecer
el liderazgo y lograr avances tangibles.
Arnaud ha roto con la narrativa que
justificaba el desencanto y la apatía en esta importante demarcación. Con una
actitud de presencia permanente, ha acompañado y respaldado a los dirigentes
locales en sus aspiraciones, consolidando un liderazgo que no depende de
discursos, sino de hechos verificables.
Su enfoque ha servido de ejemplo para
precandidatos y candidatos del PRM, quienes han podido constatar que el
contacto genuino con las comunidades y la estructura partidaria es la clave
para construir victorias. A diferencia de otros actores que optaron por el
distanciamiento, debilitando así al partido, Arnaud apostó por la cercanía, lo
que ha permitido revitalizar al PRM en Santo Domingo Este y mostrar que con
voluntad política sí se pueden obtener resultados.
En un municipio donde la derrota del
oficialismo se atribuyó, en gran parte, al abandono de las bases, Wellington
Arnaud se posiciona como una figura transformadora que ha sabido interpretar
las verdaderas necesidades del partido y de la gente, desmontando el mito de
que en Santo Domingo Este no se podía avanzar.
En contraste, David Collado ha construido
un liderazgo más institucional, con una extraordinaria capacidad de manejo de
imagen y mercadeo político. Como ministro de Turismo, ha sabido vender
resultados, posicionar marca-país y conectar con sectores productivos. Sin
embargo, su mayor reto sigue siendo la desconexión con las bases perremeístas,
una debilidad en un partido que aún valora la militancia territorial como
fuente de poder.
Por su parte, Carolina Mejía se consolida
como una figura popular, carismática y con un importante legado familiar. Su
perfil trasciende lo político y conecta emocionalmente con una ciudadanía que
recuerda en ella el liderazgo cercano de su padre, Hipólito Mejía. Carolina
suma experiencia como alcaldesa y presencia nacional como secretaria general
del partido, una combinación que la mantiene como una figura natural en la
carrera presidencial.
Tony Peña Guaba, con su historial de
trabajo social y el poderoso legado de su padre, el líder histórico José
Francisco Peña Gómez, representa un liderazgo de contenido social profundo.
Aunque su presencia en la carrera no ha sido ruidosa, su imagen y su labor
social mantiene peso simbólico y político en las capas populares y entre los
viejos cuadros del peñagomismo.
En el caso de Guido Gómez Mazara, en el
panorama político del oficialismo, este representa una figura distinta,
auténtica y conectada con el sentir profundo de las bases del Partido
Revolucionario Moderno (PRM). Aunque aún no ha oficializado su aspiración
presidencial, su accionar lo posiciona como uno de los cuadros más dinámicos y
coherentes de la organización. Su discurso firme, su postura crítica y su
defensa inquebrantable de los principios democráticos le han valido el respeto
de sectores inconformes que lo ven como un defensor genuino de la
institucionalidad.
Guido no sólo habla, actúa. Su trayectoria
ha estado marcada por una vocación pública orientada a la transparencia y la
eficiencia, evidenciada en su desempeño en organismos como Indotel, donde
impulsó políticas con impacto y sin escándalos. Más que un político
tradicional, se ha consolidado como un referente moral, un amigo verdadero de
las bases y un articulador de propuestas concretas para mejorar la calidad
democrática y redistribuir el poder interno en favor de la militancia.
Su fortaleza radica en esa conexión
orgánica con los sectores menos escuchados del PRM, a quienes da voz desde una
tribuna sin ataduras. Lidera lo que puede definirse como un "batallón
silente", una masa crítica que reclama mayor institucionalidad y justicia
interna, y que ve en Guido a su principal estandarte.
Por su lado la vicepresidenta Raquel Peña,
actual vicepresidenta de la República, destaca por su eficiencia, mesura y
sobriedad en el ejercicio de sus funciones. Ha logrado posicionarse como una
figura de confianza institucional, con buena valoración pública y una capacidad
demostrada en la gestión de crisis como la del COVID-19. Su fortaleza está en
su capacidad ejecutiva, aunque deberá trabajar en ganar cercanía con el partido
y la ciudadanía en general.
Finalmente, Eduardo “Yayo” Sanz Lovatón ha
proyectado un perfil técnico, eficiente y moderno desde la Dirección General de
Aduanas, donde se ha destacado por la transparencia y resultados. Sin embargo,
aún tiene pendiente el reto de fortalecer su conexión con las bases
perremeístas, un factor clave en la ecuación política interna.
Otros como Roberto Fulcar, Víctor D' Haza,
Samuel Pereyra, Ito Bisonó, así como otros dirigentes Políticos con méritos
sobrados y algunos que aún no salen, cobijados en la creencia de que el
presupuesto los convierte en "líderes" concluirán su carrera apoyando
al que tenga mayores posibilidades y así garantizar su "cuota" de
poder en un posible nuevo mandato del partido oficialista.
Este abanico de figuras refleja que el PRM
posee una cantera rica en talentos, aunque con estilos y estrategias distintas.
La tarea del partido será garantizar que ese proceso se conduzca con respeto a
las normas, cohesión interna y apertura democrática. Tal como ha planteado el
presidente Abinader, se trata de permitir que las aspiraciones fluyan sin
afectar al Gobierno ni al partido, creando así un modelo de competencia sana
que fortalezca la democracia interna y proyecte al PRM hacia una eventual
tercera victoria consecutiva en 2028.
En definitiva, el desafío no es solo
elegir un candidato, sino construir un liderazgo colectivo capaz de continuar
una obra de gobierno, preservar la unidad partidaria y mantener el contacto
genuino con la gente. Y para eso, el tiempo ya comenzó a correr.
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