Por
JUAN T H
Hace unos días
conversaba con dos amigos periodistas sobre la demanda que el ministro de la
presidencia José Ramón Peralta le hizo al presidente del Frente Agropecuario
del Partido Revolucionario Moderno, agrónomo Leonardo Faña, coincidiendo en que
fue un grave error por el cual, independientemente del fallo de los jueces, a
favor o en contra, perderá.
Solo la soberbia
y la embriagues del poder pudieron llevar al funcionario a cometer un desliz de
tanta envergadura. (Como dicen los “tígueres”: Se puso bruto) El jefe de
comunicación del gobierno o su propio encargado de prensa debieron aconsejarlo
para que no metiera la pata.
Al presidente
Medina no le caben más denuncias, ni más escándalos de corrupción. Y mucho
menos que involucre a uno de sus colaboradores más cercanos y que se ha convertido
en el vocero de su mandato en los medios de comunicación.
En un tribunal
donde prime el derecho y por lo tanto el mandato de la ley, Peralta no saldrá
bien parado. No podrá negar su doble condición de Ministro y Empresario, algo
sancionado por la Constitución de la República en varios enunciados, como
demostré en un artículo reciente.
Suponiendo que
aparezca un tribunal que condene a Faña, como pide, a seis millones de pesos y
seis meses de prisión, por difamación e injuria, el pueblo no lo creerá. Faña
ganará el pleito en las calles y en los campos. Y mientras más los periodistas
y comunicadores (bocinas) hablen del tema, insulten y denigren a Faña, mayor
será su popularidad, más se elevará su imagen. Es algo proporcionar: El
ministro bajará en la misma medida que Faña crecerá. De hecho el presidente del
Frente Agropecuario del PRM ya está recibiendo el respaldo de productores del
país, muchos en silencio para no ser perjudicados.
Por otro lado,
la demanda contra Faña adquirirá un carácter
político. El PRM, que todavía no da la cara contundentemente como debió
hacerlo desde el primer día, se verá obligado a respaldar a su hombre, lo cual
también es perjudicial para el ministro y el gobierno.
Ensordecido por
el control de la justicia y de los medios de comunicación, el ministro Peralta
no calculó los riesgos, ni actuó políticamente como debe hacerlo un hombre de
su condición. Sin pretenderlo convirtió en una figura política de primer nivel
a un dirigente ignorado muchas veces por la cúpula de su partido, como ocurrió
cuando hizo la investigación de las visitas sorpresa del presidente Medina,
probando el incumplimiento de las promesas del mandatario en sus recorridos.
(Que conste,
Faña es un hombre capaz, trabajador y honrado. No es un oportunista, tránsfuga
o chaquetero. Es fiel y leal a sus principios)
José Ramón
Peralta debió guardar silencio. Dejar que Faña y cualquier otro denunciara lo
que ocurre con los permisos de importación. Al fin y al cabo no hizo más que
repetir lo que se venía denunciado desde la gestión de Leonel Fernández cuando
el jeque en la misma posición era el señor Bonetti.
Pero no oyó
consejos, ni pensó políticamente. Ahora no sabe cómo salir del atolladero.
Intentó conciliar, pero Faña, sabiéndose con la verdad y victimizándose, le dio
“palante” al proceso. El presidente Medina al darse cuenta de la situación
supongo que habrá dicho: ¡Qué vaina!
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