Por Pablo Vicente
Globalmente, las mujeres son más pobres que los hombres y ya están
sintiendo los efectos de la pandemia en el ámbito social, económico y en el
mercado de trabajo también segmentado por género. Las mujeres representan una
gran proporción de la economía informal en todos los países y los datos indican
que los sectores de la economía más perjudicados por las medidas de aislamiento
social, afectan de modo importante a las mujeres. La perspectiva de género
es una realidad en todo el mundo. En el caso del Covid-19 también lo es en
vista de que la pandemia no afecta de la misma manera a los hombres como a las
mujeres
Siempre se ha dicho que la pobreza tiene cara de mujer y con la situación
del Covid-19, no solo se reafirma esta situación sino más bien que profundiza
esa realidad, según un estudio reciente que realizó el Ministerio de Economía
Planificación y Desarrollo, denominado Covid-19 bajo la lupa: establece que
para junio de 2020 la tasa de pobreza en las mujeres aumentó 6.4 puntos
porcentuales respecto a junio 2019 y la de los hombres en 6.2 puntos.
Un dato interesante que destaca el estudio en cuestión es lo relativo a la
desigualdades económicas y sociales que sufren las mujeres en comparación con
los hombres, plantea el estudio que en junio 2020 había 117 mujeres pobres por
cada 100 hombres pobres.
Una información muy relevante que arroja el estudio y que es importante
destacar, tiene que ver con la zona urbana ya que históricamente las mujeres
rurales eran las más pobres, sin embargo, con la pandemia se eleva la pobreza
en la zona urbana y profundiza las desigualdades de género, ya que
históricamente el nivel de desigualdad en las mujeres era mayor en la zona
rural, plantea el estudio en cuestión que si bien en junio 2019 eran las
mujeres rurales las que tenían una tasa de pobreza superior seguidas por los
hombres rurales, sin embargo, esa realidad ya cambio, ya que tras los efectos
del Covi-19, en junio 2020 son las mujeres urbanas y las mujeres rurales las
que obtienen las primeras posiciones.
Como se puede apreciar, la emergencia derivada del covid-19 está provocando
impactos específicos sobre las mujeres y profundizando las desigualdades de
género existentes, tanto en lo urbano como en la rural, al interior de los
hogares como fuera de ellos, en el trabajo formal y en el trabajo no formal.
Las medidas de confinamiento en las que estamos inmersos a raíz de la
pandemia buscan proteger la salud; sin embargo, su aplicación no es neutral
desde el punto de vista de género. Los hogares se han convertido en el espacio
donde todo ocurre: el cuidado, la educación de los niños, niñas y adolescentes,
la socialización, y el trabajo productivo, por lo que se ha incrementado la
carga de trabajo relacionada con el cuidado y la atención a las personas, cuya
respuesta debería ser colectiva, sin embargo, la realidad es que esta no se
distribuye equitativamente, sino que recae principalmente en las mujeres, y no
está valorada ni social, ni económicamente.
Esta realidad requiere que la participación igualitaria de las mujeres en
las decisiones y el enfoque de género sean elementos centrales de las políticas
públicas de mitigación y recuperación de esta pandemia que estamos viviendo, no
considerar un enfoque de género sería profundizar las desigualdades con efectos
que se prolongarán en el largo plazo y serán difíciles de revertir.
El gran reto del Gobierno es poder implementar políticas públicas que
busquen la igualdad en la mitigación y en la recuperación de esta crisis, para
poder abrir oportunidades que sean apropiadas y efectivas, en la medida en que
respondan a las necesidades del conjunto de la población, incluyendo a las
mujeres.
El autor es dominicano, abogado y presidente de FUJUDEL
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