Por Miguel Ángel Cid Cid
Yo, incluso,
debido a la miopía hereditaria lo percibía al revés.
Se vale
reconocer la advertencia subrepticia de esta columna, cuando decía: Leonel
Fernández no es candidato en las elecciones de febrero”. Y recalcaba, debido a
que “su foto no aparecerá en las papeletas de votación, a él le toca promover a
los candidatos municipales de su partido”.
Pero Fernández
no coje corte, es él o nadie. Por eso andaba orondo, sorteando los vientos y
enarbolando una sola bandera: vuelve el León, vuelve el nuevo camino, vuelve
Leonel. Pero al llegar a las urnas nadie escuchó el rugido.
¡Ay Dios, qué
pela!
El Partido de
la Liberación Dominicana, por su lado, se dedicó a sortear los métodos para
detener la hemorragia inducida. Sabían que era imposible sanar las heridas de
la escalada electoral del 2019 y 2020.
Con todo, los
morados conservaron su estructura organizativa. Presionaron fuerte sobre las
heridas. Consiguieron evitar que la fuga continuara diezmando sus tropas. La
proeza les permitió recomponer su estrategia electoral y enfocarla hacia
febrero 18. Cuando todos los percibían en un tercer lugar lejano, se alzaron
con el segundo lugar.
De alguna
manera, visto lo anterior —y a pesar del ciclón batatero perremeista— el PLD
ganó.
Justicia
Social, el gran ganador
Justicia
Social, partido recién fundado por Julio César Valentín, exsenador y exlíder de
las bases peledeistas. Recuerde la calma aparente de la mal llamada “Consulta
Ciudadana” morada en octubre 2022. Abel Martínez Durán emergió como candidato
de manera grotesca, lo que en poco tiempo originó una avalancha morada.
Luego del
reconocimiento legal de Justicia Social se desató una ola de ataques
desconociendo los méritos de Julio César Valentín Jiminián. Decían: le dieron
demasiado a un partido hecho al vapor, ese proyecto es un billete de lotería,
su futuro está por demostrarse; que lo hizo Luis Abinader para desbaratar el
PLD, etc.
Los votantes
hicieron caso omiso a las calumnias. Nada valió. En el sorteo del domingo 18
recién pasado el billete de Julio César Valentín, No. 34, salió premiado.
Es decir, en
las elecciones del domingo Justicia Social (JS) obtuvo el triunfo en los
municipios de Azua, provincia Azua; y Jánico, Licey al Medio y Tamboril,
provincia Santiago.
Se cuentan,
además, los distritos municipales de Boyá, Monte Plata; Majagual, Sabana Grande
de Boyá; Canca La Piedra, Tamboril; Palmar Arriba, Villa González; Hato del
Yaque, Santiago de los Caballeros; Juncalito, Jánico y Guatapanal, Mao.
El balance es
solamente sobre los alcaldes municipales obtenidos y los directores de
distritos municipales. Queda por contar los regidores y vocales ganados en esos
municipios y en esos distritos municipales.
Pero en otras
demarcaciones donde no ganaron, Julio César Valentín también logró
representación con regidores y vocales. El país, a lo largo y ancho está lleno
de bote en bote de Justicia Social.
En suma, JS
ganó los alcaldes y los directores de once demarcaciones. Es decir, el
exsenador de Santiago tiene el control de once alcaldías. Con ése balance JS
sale a flote como la quinta fuerza política del país a nivel municipal.
Los
peledeístas, los leonelistas, los comunicadores que no dicen nada si no hay
sobres de por medio, ninguno volteó la mirada para donde Valentín. Él estaba
escaso de recursos, la JCE —por ser recién formado— le transfirió tres pesos.
Ni tan siquiera los enjundiosos analistas políticos divisaron el auge del
Valiente.
Esta columna,
por el contrario, conociendo la capacidad de trabajo, la base en los
movimientos sociales y barriales sospechaba que le iría bien. Pero nunca creyó
que terminaría como quinta fuerza.
Pero, el
desafío de JS y Julio Cesar Valentín consiste en aumentar su caudal de votos en
las elecciones de mayo 19. En mayo se decide el lugar que tendrá en la sábana
de votación del 2028.
Pero son
muchos los que deberían recordar el poema de Rafael Alberti “Se equivocó la
paloma”. Se equivocó la paloma, / se equivocaba. / Por ir al norte fue al sur,
/ creyó que el trigo era el agua. /Creyó que el mar era el cielo (…), (de Entre
el clavel y la espada, 1941).
Equivocarse
una vez es de humano. Seguir tropezando con la misma piedra es de idiotas.
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