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lunes, 5 de mayo de 2025

Unidad Nacional Frente a la Crisis Haitiana

Por Tomás Hernández Alberto

 

En un momento tan crítico como el que vive la República Dominicana, el llamado del presidente Luis Abinader a los expresidentes Hipólito Mejía, Danilo Medina y Leonel Fernández para dialogar sobre la situación de Haití y la migración ilegal es un acto de madurez política y un ejercicio de responsabilidad nacional. Esta convocatoria representa una oportunidad única para mostrar al mundo que, por encima de las diferencias partidarias, hay un interés común: la defensa de nuestra soberanía.

 

La crisis política, económica y social en Haití ha desbordado sus fronteras, generando una ola migratoria que afecta directamente a nuestro país. En respuesta, el presidente Abinader ha tomado medidas firmes y necesarias, implementando 15 disposiciones para frenar la inmigración ilegal. Estas decisiones han contado con un respaldo mayoritario del pueblo dominicano, que entiende que proteger la frontera y hacer cumplir la ley migratoria no es xenofobia, sino una cuestión de orden, seguridad y soberanía.

 

Es lamentable, sin embargo, que uno de los expresidentes invitados al diálogo, Leonel Fernández, haya condicionado su participación afirmando que no dará un apoyo incondicional al gobierno. En un contexto tan delicado, esta postura ha sido percibida por muchos dominicanos como una muestra de arrogancia y falta de compromiso con los intereses nacionales.

 

No se trata de apoyar al presidente Abinader como líder partidista, sino de respaldar al jefe de Estado que representa a toda la nación. Este no es un momento para cálculos políticos ni posicionamientos personales. Es tiempo de unidad, de poner el país primero, y de enviar un mensaje claro a la comunidad internacional: la República Dominicana está unida en la defensa de su integridad territorial y del cumplimiento de sus leyes.

 

La figura del expresidente Fernández ha sido históricamente controversial, y su reticencia actual solo profundiza esa percepción. Muchos dominicanos ven en su actitud un intento de capitalizar políticamente una situación de emergencia nacional. Pero cuando el futuro de la nación está en juego, no hay espacio para ambigüedades ni tibiezas.

 

En contraste, tanto Hipólito Mejía como Danilo Medina han mostrado disposición para sumarse al diálogo. Esa actitud debe ser reconocida, independientemente de las diferencias políticas del pasado. Porque este no es un tema de gobierno, es un tema de Estado, y exige la cooperación de todos los actores con peso histórico e institucional.

 

La comunidad internacional debe entender que la República Dominicana no puede cargar sola con la crisis haitiana. Y para lograr esa comprensión, es fundamental que todos nuestros líderes hablen con una sola voz. Las divisiones internas solo debilitan nuestra posición frente a organismos internacionales que muchas veces desconocen la realidad geográfica, económica y cultural que nos separa de Haití.

 

El pueblo dominicano, que ha demostrado en múltiples ocasiones su solidaridad y su capacidad de acogida, también exige orden y respeto a su soberanía. No es justo que se nos acuse de discriminación cuando simplemente buscamos proteger nuestros recursos, empleos y servicios básicos para nuestros propios ciudadanos.

 

Por todo esto, el llamado a la unidad nacional no es un capricho ni una estrategia política. Es una necesidad histórica. Y quienes decidan marginarse o condicionar su apoyo en este momento crucial, quedarán del lado equivocado de la historia. La patria está primero, y defenderla es un deber de todos, sin condiciones.

 

El autor es presidente del Movimiento Político Poder PA’L Pueblo y destacado profesional agropecuario. 

 

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