Por Luis Aníbal Medrano S.
Debido al destape de aspiraciones
políticas a todos los niveles en nuestra tres cuarta parte de isla llamada
República Dominicana, donde cualquiera dice tener la capacidad de convocatoria
para salir airoso en la búsqueda de un puesto electivo, aunque sea en el club
de dominó del más apartado rincón del país, sin medir con honestidad su nivel
cualitativo y cuantitativo, es necesario hacer una imploración al altísimo para
que muchos de ellos no llegue tan siquiera a desempeñarse como vocal del más
pequeño de los distritos municipales.
Los tratadistas entendidos de la materia
que nos atañe coinciden en señalar que: “El liderazgo cualitativo se enfoca en
la comprensión profunda de las cualidades y características individuales,
mientras que el liderazgo cuantitativo se centra en la medición y análisis de
datos numéricos para evaluar el desempeño y la eficacia”, añadimos a esas
expresiones que en ambos casos debe primar la autoconfesión, algo que sin lugar
a duda pocos realizan impedidos por ínfula que poseen.
No se puede refutar que el liderazgo es un
proceso diferenciado del gerenciamiento. Los líderes son conducidos a generar
cambios basados en valores, ideales e intercambios emocionales, los líderes
toman en consideración la flexibilidad, la innovación y la adaptación. Los
líderes se preocupan por las necesidades de cada una de las personas que
componen su equipo o división y además las hacen participar en la toma de
decisiones.
Si se desglosa cada uno de estos elementos
atribuidos al liderazgo, podemos colegir que en la actualidad muy pocos de los
participantes en esta ebullición que nos invade por todos los frentes habidos y
por haber, poseen un grado aceptable de estos. Nada les importa a los que no
poseen el ángel, el carisma y el potencial natural para ser un líder, son
sordos, ciegos y mudos, siguen adelante con anteojera y son proclives a chocar
de manera abrupta con la sólida pared de la realidad.
Uno de los actores en la ejecución del
acto que generó en mi creación, Aníbal Medrano Aguiar, me aseguró en una
ocasión que todo no está perdido. Que certeras palabras….
Poseo en mi lista de conocidos, personas
que verdaderamente pueden optar por una candidatura. Compañeros de partidos que
su bagaje político lo encasillan en el selecto grupo de posibles candidatos a
cargos partidarios o a terciar la famosa y codiciada ñoña presidencial. De
igual modo, en esa misma lista, una caterva de soñadores despiertos (nada que
ver con la honorable ciudadana vicepresidenta), que deben de conocer su techo,
sus reales posibilidades y dejar de estar aguajeando con un “liderazgo” irreal,
inducido por diversas razones. En pocas palabras saben que no van para ningún
lado y siguen forzando el mingo con gastadera innecesaria de recursos de todas
índoles.
No critico el activismo político que se
observa, eso está bien porque mantiene activa las organizaciones, es una
suprema hipocresía la actitud de aquellos que lo hacen, quienes en su momento y
estando en la cúspide del poder realizaban ese activismo y mucho más. Este país
es política, pelota y chisme permanente.
Ahora bien, en el caso particular del
Partido Revolucionario Moderno (PRM), el partido oficialista, el partido del
presidente constitucional Luis Rodolfo Abinader Corona, los miembros del Club
de los 7 debe de juntarse todos y comprometerse de manera pulcra y sincera a
trabajar en favor de la segunda gestión presidencial del tocayo Abinader. Sin
un buen final, como todo parece indicar, ninguno de los miembros de ese club
cruzará la meta en 2028.
Trabajar para permanecer en el poder y
evitar el fatídico regreso de los desalojados del poder en cualquiera de sus
versiones, debe ser el compromiso de todos aquel que se sienta y padezca por el
PRM.
Aprobado…
El autor es periodista,
municipalista y político.
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