Santo Domingo, R. D. – La reciente muerte de una niña de siete años en el barrio Los Guandules, a manos de sus tutores, ha provocado una profunda indignación y debe generar una reflexión urgente sobre la complicidad social frente a la violencia contra la niñez.
Tras conocerse el caso, han salido a la
luz numerosos testimonios de personas que aseguran haber sabido, visto o
escuchado señales de maltrato, sin que nadie denunciara a tiempo. Esa
pasividad, advierte la periodista y defensora de los derechos de la niñez Rosa
Escoto, es también una forma de complicidad.
“Ser cómplice no es solo ser autor
material o intelectual de un hecho. También lo es callar, normalizar el
maltrato, mirar hacia otro lado y esperar a que la tragedia ocurra para después
decir: ‘yo lo sabía’”, expresó Escoto.
La comunicadora subrayó la necesidad de
que las investigaciones no se limiten a los tutores responsables directos, sino
que también se indague el rol de los progenitores, quienes tenían la primera
obligación de garantizar la protección de la menor.
Asimismo, reiteró que la protección de
niños, niñas y adolescentes no puede recaer únicamente en el Estado, sino que
debe asumirse como un compromiso colectivo de toda la sociedad.
“Cada silencio, cada indiferencia y cada
excusa multiplican el riesgo de que otra historia como esta se repita. No
podemos seguir reaccionando después de los entierros; debemos actuar antes”,
puntualizó.
El trágico caso de Los Guandules recuerda
la urgencia de romper con la cultura del silencio y la indiferencia que tantas
veces coloca en riesgo la vida de los más vulnerables.
Rosa Escoto
Periodista y defensora de los derechos de
la niñez.
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