Por Luis Aníbal Medrano S.
En esta época donde la crianza de una significativa parte
de la población infantil está revestida de un exceso de libertad inducida por
una serie de argumentos patológicos derivados de la prisa con que se vive, la
presión social y hasta por la irresponsabilidad de los que crían, viene tomando
fuerza avasalladora la proliferación a la inclinación sexual antinatural.
Este es un tema, tal vez, un poco complejo de tratar,
porque se supone que tenemos que adaptarnos a los nuevos tiempos, a respetar la identificación personal, íntima, psicológica o
psíquica que una persona tiene respecto al género al cual pertenece, sin confundir esto último con la orientación sexual, ni mucho menos con
la identidad sexual.
Lo que preocupa es la incidencia de un buen número de factores en el
aumento vertiginoso de la homosexualidad y el lesbianismo, lo que hace que por más
inmutable que seamos, nos llene de asombro y preocupación. Ambas denominaciones
humanas han existidos desde siempre, pero con ciertos límites sociales.
En el seno de familias disfuncionales, o en hogares donde
por múltiples razones sólo existe uno de los padres, abuelo o un tutor en la
labor de crianza, suele ocurrir la aparición de un niño homosexual o niña
lesbiana. Eso obedece a una despreocupación voluntaria o involuntaria del
padre, madre o tutor para darle seguimiento oportuno al comportamiento del niño
o niña en su definición sexual.
Cine, televisión, radio y redes sociales, son también
promotores esenciales de este fenómeno social, donde la industria del cine, las
grandes cadenas de televisión y radio y todas las redes sociales (sin exclusión),
por captar ese creciente público, por evitar conflictos con los movimiento
nacionales e internacionales que asocian y “luchan” por las libertades de sus
miembros, aúpan, promociona, alientan y hasta incitan a la homosexualidad y al
lesbianismo presentándolo como algo natural, deformando y confundiendo el
pensamiento de niños, niñas y adolescentes que, bajo el influjo de la
inocencia, la rebeldía de la adolescencia o el ímpetu desbocado de una juventud
desorientada, llevándolo a asumir comportamientos que lo comprometen y asimilan
muchas veces para toda la vida.
Algo que si no está contemplado, debería de estarlo, es
la participación criminal, abusiva en el sonsacamiento irreverente a niños,
niñas y adolescentes por parte de degenerados, no por su condición en sí, si no
por las astucias, engaños y aprovechamientos de condiciones diversas para
satisfacer sus apetencias sexuales antinatural y con esto iniciarlos en un
ambiente no tradicional del que la mayoría de veces no suelen escapar porque
los maliciosos analizan necesidades afectivas y económicas para arrastrarlos a su
“mundo”
Es decir, que se dan una serie de condiciones como: irresponsabilidad
paternal, vagancia en crianza, malos ejemplos en su entorno familiar, avaricia
y hasta la cosquillita que genera el sabor de lo prohibido, para que lo que
está ocurriendo sea motivo de preocupación, sin que con estos planteamiento
intentemos atentar contra la libertad individual, pero si apelar a lo moral y
ético que representa lo antinatural.
De todo modo, que la gente actúe por su libre albedrío, pero sin dejar de reconocer que “los jóvenes de hoy se
auto identifican como LGBTQ durante la escuela secundaria, como promedio, lo
cual es más temprano que en generaciones pasadas y que para la mayoría de las
personas la orientación sexual -dado que se trata fundamentalmente de
relaciones románticas y sexuales- tiende a desarrollarse en la adolescencia. El
género, por otra parte, se desarrolla en la infancia”.
También podemos citar que “los padres tienen una
oportunidad poderosa y única para apoyar el sano desarrollo de la identidad de
sus hijos y poner en contexto las experiencias de estos con sus compañeros y el
mundo exterior”.
Este contenido no es represalia a lo que cada quien
quiere ser, jamás, porque incluso tengo amigos, amigas y conocidos de larga
data, que por la razón que fuera adoptaron esa personalidad en su vida, siempre
lo he respetado porque ese es su gusto y yo no lo voy a impedir, pero si quiero
dar una voz de alerta a padres, madres, abuelas y abuelos consentidores,
tutores, entre otras denominaciones de criadores de niños, niñas y adolescentes
sobre los efectos de la modernidad perversa en ese orden.
El autor es periodista, municipalista
y político.
Buen día. Señor Luis Anibal Medrano, busqué en varias ocasiones en Google: la homosexualidad y el lesbianismo está de moda. Solo una vez por mera casualidad encontré un comentario que hacía referencia a este respecto en un tono distinto a la propaganda y promoción de este tipo de vida. Hoy vuelvo a encontrar un texto que me confirma en este pensamiento y aunque parezca que muy pocos compartimos este tipo de opiniones es grato saber que por diversos caminos se llegan a conclusiones similares de un hecho observable. La verdad no he logrado dar el orden debido a mi vida y he errado en varios aspectos que usted de hecho señala en este escrito sin embargo me siento agradecido y hasta un poco reconfortado. Me permito recomendarle la lectura y visualización del señor Jordan Peterson, psicólogo clínico canadiense de una mente preclara y que coincide con usted en varios temas. Me despido cordialmente. Gracias
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