Por Luisana Lora
La feria mecánica instalada en Baní como
parte de la celebración de las fiestas patronales en honor a Nuestra Señora de
Regla debía ser un espacio de alegría, devoción y convivencia familiar. Cada
año, estas festividades unen a la comunidad en una mezcla de tradición, fe y
cultura. Pero este fin de semana, la celebración se vio empañada por una ola de
violencia que dejó a varios menores heridos y a todo un pueblo indignado.
Entre estos un niño de once años recibió
un machetazo en la cabeza mientras hacía fila para montarse en una atracción.
Un hecho impensable en pleno evento patronal, donde se supone que la seguridad
debe redoblarse, no brillar por su ausencia.
Y lo más alarmante: no fue un caso
aislado.
Otra madre denunció que su hijo también
salió de la feria con varias heridas de arma blanca, luego de ser agredido por
una supuesta banda de menores que peleaba con otro grupo. El joven tampoco
tenía relación con el conflicto. Simplemente estaba allí, como cualquier
visitante, disfrutando de las fiestas de Baní.
Cuando menores resultan heridos en un
mismo evento festivo, la pregunta deja de ser “¿qué pasó?” y se convierte en
“¿qué no se hizo?”.
Las madres coincidieron en lo mismo: la
ausencia policial. Una de ellas cuestionó abiertamente dónde estaba la policía
dé Bani al momento del hecho, afirmando que la feria no contaba con presencia
suficiente para prevenir episodios así.
Un reclamo legítimo, más aún tomando en
cuenta que las patronales atraen a miles de personas y requieren un protocolo
de seguridad más estricto.
Es lamentable y profundamente preocupante
iniciar la semana laboral con él registro dé menores heridos en el marco de una
fiesta religiosa y cultural dé nuestro pueblo que simboliza paz, unidad y
tradición.
Habla de una falla institucional evidente
y de una descomposición social que se manifiesta sin pudor, incluso en espacios
donde deberían reinar el orden y la convivencia.
Baní no puede permitir que sus fiestas
patronales, uno de sus pilares culturales, se conviertan en escenarios de
violencia. Las familias están exigiendo respuestas, y tienen todo el derecho.
No se trata de prohibir la diversión, sino
de garantizarla. No se trata de culpar por culpar, sino de actuar donde urge.
La feria falló en lo esencial: seguridad,
control y prevención
Mientras tanto, quedan niños, jóvenes
heridos y una comunidad entera preguntándose cómo permitimos que la violencia
invadiera incluso las celebraciones a Nuestra Señora de Regla.
Las fiestas patronales deben unirnos, no
dejarnos contabilizando lesiones en lo que debía ser una noche de tradición y
alegría.
Baní merece una celebración sin miedo, y
las autoridades están obligadas a garantizarlo.
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