Por José Miguel Sosa
Indudablemente que la región sur de la República
Dominicana encontró su gran redentor en la persona del presidente Luis
Abinader. Nunca antes, ningún gobierno había puesto tanta atención en darle a
esa parte del país, la debida atención para que llegue de forma permanente su
despegue económico.
Ver como todas las instituciones del
Estado están aportando a que el sur se revalorice, se le dé una mejor
categoría, y dejen de llamarle la cenicienta, llena de satisfacción plena, no
solo a los sureños, también a todos los dominicanos sensatos que de una u otra
manera tiene un determinado lazo con su lugar de origen.
Obras de todos los calibres se están
erigiendo en todas y cada una de las provincias que la componen y la cual
representa aproximadamente el 35 por ciento del territorio nacional y cerca del
19 por ciento de la población total del país.
El presidente Luis Abinader, en el ejercicio
pleno de su objetivo de mejorar sustancialmente la calidad de vida de todos los
dominicanos, quiere despojar a la región sur del mote de la más deprimida y hacia
ella ha dispuesto obras, programas, acciones que confirman sus palabras cuando
en una ocasión señaló que está trabajando con ilusión y pasión en favor de
ella.
Él sabe el significado para el país, y particularmente
para la población sureña, obligada a emigrar por la falta de oportunidades y el
desinterés inducido de los gobiernos anteriores. Él se despoja de la camisa de
fuerza que circunstancias impone a los gobernantes y asume con toda la
responsabilidad que le caracteriza, a hacer del sur una zona próspera y
vivible.
Indudablemente, esto redundará en un regreso
gradual de su población que emigró y que le une un lazo indisoluble con su
tierra de origen y que por diversas circunstancias debió emigrar a otras zonas
del país. También ciudadanos de otros lugares, nacionales e internacionales se
volcarán hacia el bien dotado sur.
Pero el resultado de esas acciones del presidente
redentor del sur, debe ir acompañado de una toma de conciencia de la población
sureña en el sentido de cuidar, valorizar y adecuarse al nuevo y fructífero escenario
que será el sur. Cuidar las obras, valorizar los servicios y capacitarse para
enfrentar los nuevos cambios que se le presentarán.
En conclusión, el sureño y los dominicanos
en sentido general debemos dar gracias a Dios por habernos dotado de un
presidente despojado de ambición, honesto, de visión desarrollista, que no
tiene ínfula de semidiós, que quiere con sinceridad lo mejor para su país, y que
se convirtiera en el redentor del sur.
El autor es experto en asuntos
electorales y dirigente en la seccional de Nueva York del PRM.
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