Por Miguel Ángel Cid Cid
Aparenta que
la Operación Rescate quedó atrapada en un gigante remolino sin posibilidad ni
fuerza para salir de la espiral que la mantiene en un círculo vicioso y agotador.
Entre vuelta y vuelta, los lánguidos seguidores de los bloques brigadistas se
lanzan en busca de los chalecos salvavidas. Pero las chaquetillas son pocas y
para obtener una se dan empujones, codazos y zancadillas.
Los mentideros
políticos andan esparciendo rumores que hacen leña del árbol caído. Señalan que
Miguel Vargas convocó una reunión de la alta dirección del partido, compró una
pizza de doce pedazos y la repartió entre los presentes. Sobraron tres pedazos.
Dianche.
Pero no sólo
el Viejo Gran Partido da patadas de ahogado. La herida propinada al PLD —ya
casi pasado los cuatro años— todavía gotea. Aunque el Comité Político luce en
calma, en tensa calma, no puede decirse lo mismo del Comité Central y los
Comités Intermedios. Los líderes morados hacen fuga y fuga. Al paso que van le
ganarán a Johann Sebastián Bach.
La débil
Fuerza del Pueblo, por otro lado, cargó con la peor parte. Las encuestas ubican
al expresidente Leonel Fernández, candidato a la presidencia por la FUPU, en
caída libre. La taza de aceptación del líder y guía en el mercado electoral se reduce
y en la misma proporción crece la de Abel Martínez, candidato a la misma posición
por el partido morado.
Veamos, por
ejemplo, las encuestas CID Latinoamericana y ABC Marketing, que son
significativas porque fueron realizadas entre el 30 de agosto y el 4 de septiembre,
luego del anuncio del pacto.
El estudio de
CID Latinoamericana establece, que si las elecciones fueran hoy, Leonel
Fernández lograría un 24% de los votos. Abel Martínez alcanzaría un 16% y Miguel
Vargas se quedaría con un 2%. Y mucho me lo jallo.
El Presidente
Luis Abinader, en cambio, sería favorecido por el 58% de los votos válidos.
La otra
pesquisa realizada por ABC Marketing anunció, que si las elecciones fueran hoy,
el Dr. Leonel Fernández obtendría el 20.9% y Abel Martínez el 16.7% de los
sufragios. El mandatario Luis Abinader ganaría con un 53.1% de los votos.
En ambos casos
puede entreverse que la reelección del Presidente pasaría suave, sin arruga, en
primera vuelta.
ABC Marketing
midió, además, la percepción del electorado sobre la susodicha alianza. El
resultado establece que el 44.6% de los entrevistados está de acuerdo con la
alianza PLD, PRD y FUPU. El 34.7% se mostró en desacuerdo con la operación
Rescate-RD. Sorpresivamente los que no opinaron superan el 20.7%.
Sobre el
futuro del país, el 55.3% de los consultados aseguró que estaría mejor bajo el
liderazgo de Luis Abinader. Por el contrario, el 37.8% opina que es mejor con
la Alianza Opositora. El 6.3% se quedó como el merengue sin letras, no dijo nada.
Visto el
panorama luego del acuerdo opositor se divisa que el PLD y su candidato Abel
Martínez pasaron de un 13% de preferencia a un 16.7%. En tanto, la FP y su candidato
Leonel Fernández bajó de un 29% a menos del 24% de preferencia.
Luce que,
hasta ahora, el Presidente Abinader navega viento en popa. Los vientos a contra
corriente, perdón, las brisitas opositoras, lucen débiles frente a la consistencia
del capitán frente al timón del barco.
Por eso hacen
tanto ruido. Son demasiados los cimarrones metidos en una sola barca. Y en vez
de abocarse a superar los números de las encuestas, se mantienen cuidándose la
espalda el uno del otro.
Tampoco
intentan superar dos debilidades importantes. Primero, la negra nube que arropa
la alianza. Es decir, ni tan siquiera los líderes medios de los partidos aliados
conocen a ciencia cierta las características básicas del acuerdo. Todo lo mantienen
encerrado en un hermético secreto.
Ése
insoportable sigilo mantiene en ascuas a los aspirantes a cargos municipales y
congresuales. Temen ser víctimas de esas negociaciones encubiertas. Son temores
con muy buen fundamento, porque nadie está seguro, como tantas veces ocurrió en
el pasado.
En segundo
lugar, la agonía interna impide el sosiego necesario para sentarse a elaborar
una estrategia electoral conjunta para salirse de la fuerza centrífuga del remolino.
Necesitan un
acuerdo franco, honesto, sincero. Un pacto de caballero. Pero los caballeros ya
no existen ni en Santiago.
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