Por Miguel Ángel Cid Cid
Ni tan siquiera los magistrados constitucionalistas
imaginaron la magnitud del reperpero que provocó la Sentencia 788-24 del
Tribunal Constitucional. Tampoco la batería de abogados contratados por Alberto
Fiallo para defender el recurso de amparo.
Tanto los partidos políticos, el liderazgo
empresarial y comercial, como las cúpulas de las oligarquías están tocando
tambores de guerra. El liderazgo nacional —casi al unísono— parece decidido a
forzar una salida fáctica a la sentencia del TC que autoriza las candidaturas
independientes.
Y es que declarar contrarios a la Constitución los
artículos 156 y 157 de la Ley 20-23, Orgánica del Régimen Electoral puede
parecer una simpleza. Pero no. El dictamen del TC obliga a las agrupaciones
políticas a repensar sus estrategias de hegemonía política.
Obliga a la oligarquía, por igual, a diseñar un
nuevo esquema de manipulación del sistema político electoral. Peligra el
control del Poder.
Se presume, en base a lo anterior, que una facción
amplia de la oligarquía nacional decidió incentivar un proceso que desemboque
en un golpe de poder. El plan inició con el descrédito de los jueces del
Tribunal Constitucional. Estos son calificados con todo tipo de epítetos en los
medios masivos de comunicación y en las redes sociales.
Resulta sospechoso, por ejemplo, que tanto la FINJUS
como la cúpula de Participación Ciudadana se opongan a la citada sentencia. ¿A
quién obedecen? “Sea usted el jurado”.
Pero este grupo oligarca acostumbra a andar agazapado
para orientar sus acciones de desestabilización. Atacan utilizando sus alfiles
y peones anclados en diferentes organizaciones. Nunca dan la cara.
El grupo minoritario
Los oligarcas que se creen papa upa, parece que se
encontrarán de frente con otro segmento minoritario —en apariencia— de la
oligarquía.
Recuérdese, por ejemplo, lo que pasó en medio de las
elecciones municipales, congresuales y presidenciales del 2024. Una parte de
las cúpulas del PLD y la FP fueron convidadas a varios encuentros en Juan
Dolio. Los anfitriones —según se dijo— eran los cabecillas del Grupo Punta
Cana.
¿Qué se proponía el grupo con las cacareadas
reuniones?
Nada más y nada menos que, armar una sola propuesta
electoral para las presidenciales, en representación de los peledeístas y los
leonelistas. Querían un candidato fuerte. Querían contribuir con la oposición
para derrotar el PRM.
En otras palabras, parece que por lo menos Frank Rafael
Rainieri Marranzini, líder del Grupo Punta Cana no se siente cómodo con el
gobierno actual. Menos todavia con la tradicional oligarquía.
Volviendo al tema central, los líderes políticos,
empresariales y comerciales corren despavoridos buscando la manera de anular la
sentencia del TC. Pero en lo que el hacha va y viene, los medios del Grupo
Punta Cana valoran la aprobación de candidaturas independientes como “Una
sentencia justa”.
El grupo oligárquico se hizo eco, además, de una
entrevista realizada a Alberto Emilio Fiallo Billini, abogado y político, es
asimismo el protagonista de la sentencia de marras. La entrevista se publicó en
el periódico El Caribe y la reprodujo Diario Libre.
Lo prudente
Los partidos políticos deberían abandonar sus
intenciones trogloditas respecto a la sentencia que autoriza las candidaturas
independientes. El liderazgo nacional, inclusive, la incólume sociedad civil,
debería pensar en la tranquilidad del país.
Todos los sectores que se oponen a la sentencia
deberían cambiar el enfoque. Ponerse otros cristales que les permitan ver la
sentencia por el lado positivo. Si así lo hacen, verían la oportunidad para
sacar, de una vez por todas, a sus agrupaciones del atraso político en que se
encuentran.
El desconocer la sentencia y vilipendiar el Tribunal
Constitucional son caminos impredecibles. Iniciar la modernización de sus
agrupaciones podría augurar un futuro más previsorio.
Más les vale a los partidos políticos, la oligarquía
y la sociedad civil dirigida por los alfiles y peones hacerle caso a Hipólito
Mejía.
En suma, el más sagaz e inteligente de los líderes
criollos sigue siendo el veterano Hipólito Mejía Domínguez, expresidente de la
República. En días recientes el Guapo de Gurabo, como se hace llamar, calificó
la sentencia del TC como “una mala decisión”. Acto seguido se apresuró a
aclarar.
— (…) es una mala decisión, pero hay que aceptar el
reto. Yo asumo el reto, dijo.
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