POR JUAN T H
La primera
derrota en una guerra la sufre la verdad, luego la libertad y posteriormente la
justicia, que se convierten en palabras sin ningún sentido práctico; como la
democracia, que no es más que un instrumento político que sirve para engatusar
a esa inmensa masa de personas, sin ojo y sin celebro, que lo cual le impide
ver y pensar, y ver más allá de sus propias narices.
Aunque su puesta
en práctica tiene siglos, la guerra sicológica, previa a la acción militar, fue
desarrollada por Hitler durante la Segunda Guerra Mundial, “a través de la
confusión mental, la contradicción de los sentimientos, la indecisión, el
pánico” que produce miedo a lo peor para provocar, como algo natural y hasta
beneficioso, la acción militar, como ha sucedido en muchos países y como está
ocurriendo en Venezuela.
Los estrategas
militares de Estados Unidos de la actualidad han estudiado y desarrollado todas
las técnicas de la guerra sicológica contra pueblos del Medio Oriente, África y
América Latina, principalmente.
La comunicación
masiva a través de las redes sociales, cadenas de televisión y agencias de prensa globales, casi al unísono,
repiten sus mentiras miles de veces hasta convertirlas en verdades que atentan
contra la inteligencia, incluso contra el más común de los sentidos. Venezuela
es un buen ejemplo. Como lo fue Chile durante el gobierno constitucional de
Salvador Allende. Aún resuenan en mis oídos los “cacerolazos” de las damas
“petulantes”, la escasez de alimentos, la campaña mediática, el golpe de
Estado, de Pinochet, los apresamientos,
las torturas y los asesinatos masivos
sin que la OEA se pronunciara. Primero la guerra psicológica; después el golpe
de Estado. Lo mismo ocurrió en nuestro país durante el gobierno constitucional
de Juan Bosch, en1963. La oligarquía, la iglesia católica, la prensa, la
difamación y la injuria, el desabastecimiento, etc., hasta el golpe de Estado
que terminó en una guerra cívico-militar que no triunfó por la invasión
estadounidense, tronchando así los anhelos de libertad, justicia y democracia del
pueblo dominicano.
La manipulación
y la desinformación se convierten en un arma tan poderosa que es capaz de
aniquilar la conciencia de los pueblos políticamente retrasados. La guerra
sicológica termina anestesiando la mentalidad ciudadana. (No en balde la gente
repite todo cuando dice CNN y otras cadenas de televisión sobre Venezuela y
Nicolás Maduro sin detenerse a pensar, a reflexionar; despojada de todo sentido crítico, sin preguntarse siquiera el porqué
de las cosas)
Un estudio internacional realizado por profesores de
psicología y psiquiatría señala que “La guerra psicológica utiliza toda arma
que pueda influenciar la voluntad del enemigo. Las armas son psicológicas
solamente por el efecto que producen y no por su naturaleza misma. Por ello, la
propaganda abierta (blanca), secreta (negra) o gris -subversión, sabotaje,
asesinatos, operaciones especiales, guerrilla, espionaje, presiones políticas,
culturales, económicas y raciales- son consideradas como armas utilizables en
el marco de la guerra psicológica.”
Por más de 20 años Estados Unidos, junto a la rancia
oligarquía criolla, han intentado derrotar el chavismo, que fue resultado del
fracaso de los partidos tradicionales, de lo cual nadie quiere acordarse hoy
día. Ningún país de América Latina –y probablemente del mundo- ha realizado más
elecciones, incluyendo referendos, en tan poco tiempo como Venezuela bajo la
dirección, primero de Chávez y luego de Maduro, tratando inútilmente de
legitimarse ante el Coloso del Norte y sus vecinos latinoamericanos, muchos de
los cuales se comportan hoy como mezquinos, ingratos y traidores, dándole la
espalda.
Venezuela parece estar sola, rodeada de tiburones asesinos esperando
el momento preciso para destrozarla y repartírsela en pedazos con sus campos
petroleros. Me temo que no pueda salir del aislamiento, que no pueda romper el
bloqueo asesino que le impide abastecerse de alimentos y medicamentos.
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