Por Nélsido Herasme
En el sector donde residimos al carecer de lo
imprescindible para el desarrollo y al no tener autoridades locales que nos sirvan
de apoyo, los vecinos se vieron en la perentoria necesidad de crear el Comité
de Amigos del Barrio 27 de Febrero (Cabf), una Organización No-Gubernamental
(ONG) establecida en el marco de la Ley 122-05 y de los reglamentos
establecidos por la Alcaldía del Distrito Nacional, como entidad sin fines de
lucro, compuesta por residentes y personas voluntarias de la barriada,
localizada en el corazón de la Circunscripción 3 de la capital.
Con casi 3 años de existencia el Cabf vela por el adecuado suministro de los
servicios públicos y el desarrollo integral de su vecindad, realizando
actividades que promueven la salud, la educación, la protección del medio
ambiente y los valores morales.
A pesar de su titánica lucha por mejorar las condiciones materiales de existencia de sus moradores, en materia de salud, educación y de acciones de protección y defensa del medio ambiente, está institución no recibe ayuda de entidades públicas ni privadas, muy a pesar de las solicitudes de petición que per escrito se le han hecho a instituciones oficiales.
No tiene justificación alguna que una organización de
la sociedad, como el Cabf del barrio 27 de Febrero, se pase el año entero
desarrollado actividades y evento y a cambio no reciba el cariño y la ayuda de
los que si pueden.
El 27 de Febrero es un barrio pujante de cuyo seno han
salidos sacerdotes; altos oficiales militares y policiales; deportistas de
todas las disciplinas, artistas y profesionales por montón, pero vive en
tinieblas, debido a las largas horas de apagones.
En el ámbito de la sanidad enfatiza en la planificación familiar, salud
sexual reproductiva, prevención de la TB, ITS, VIH y el SIDA y en la prevención
de embarazos en adolescentes, una de las causales de la deserción escolar.
La campaña “Una Mochila Para el Estudiante de mi
Barrio”, es otro de los eventos que
realiza el Cabf cada años,
favoreciendo con mochilas y accesorios escolares a cientos de niños, las
cuales son donadas por comerciantes y vecinos del sector, acción con la que
cumplen el sueño de hacer feliz a un niño y de paso aliviar la carga económica
de sus padres.
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