Por JUAN T H
Me gustaría
saber, con el perdón de los honorables –sin sarcasmo- miembros de la Junta
Central Electoral, ¿cuál es el horario de trabajo de un ministro, viceministro,
director o subdirector de una institución cualquiera del Estado?
¿A qué hora deben
ponchar su tarjeta de entrada y salida? ¿Cuál es la hora de almuerzo si todos
lo hacen en restaurantes pidiendo “a la carta” y tomando buen vino que pagamos
los contribuyentes?
¿Trabajan esos
señores y señoras de lunes a viernes, de ocho a cuatro o cinco de la tarde?
¿Qué ley lo
establece taxativamente? ¿La 41/08 sobre función pública que tan fervorosamente
defiende Ramón Ventura Camejo, la ley de régimen electoral o de partidos
políticos? No lo sé.
¿Trabajan los
ministros entre 30 y 40 horas a la semana como los demás, según la ley? No lo creo.
Un ministro, en
cualquier parte del mundo, según tengo entendido, no tiene, ni puede, tener
horas de entrada y de salida a su despacho. Puede pasar días enteros sin acudir
a su oficina. Tiene secretarias, asistentes, mensajeros, “limpia sacos”, etc.,
en los cuales delegar funciones.
El PLD tiene por
costumbre aferrarse a las leyes cuando les son favorables, pero cuando no,
cualquier excusa es válida para desconocerla en los medios de comunicación,
donde están sus bocinas, en los tribunales, donde tienen sus jueces y en el
Congreso donde tiene a sus legisladores.
Como están
dispuestas las cosas, tanto por Ventura Camejo, ministro miembro del Comité
Político del PLD, y por la JCE en el reglamento aprobado recientemente, desde el viernes en la tarde, hasta el lunes
en la mañana, los funcionarios pueden hacer campaña electoral a favor del
candidato del gobierno sin ningún problema. La ley se lo permite. El reglamento
también.
Ejerciendo su
“derecho ciudadano”, ministros, viceministros, directores y subdirectores,
fiscales, generales, embajadores y cónsules, entre otros, saldrán por todo el
país a hacer campaña electoral, pero no usaran
vehículos oficiales, combustible, celulares, agentes militares y
policiales de seguridad, secretarias, asistentes, etc. No usaran los recursos
del Estado para comprar cédulas, no repartirán dinero para comprar delegados, porque
de lo contrario serán sancionados por la JCE.
¡Es un chiste! ¡Los
cabrones están convencidos de que somos pendejos!
La Constitución,
las leyes y los reglamentos no tienen ningún valor durante las elecciones.
El PLD controla el Estado y sus
instituciones fundamentales incluyendo las Fuerzas Armadas y la Policía como
fuerza represiva al servicio de sus intereses. Los cinco miembros de la JCE no
pueden, aunque quieran, impedir su actuación.
El presidente del Tribunal Superior Electoral
dijo recientemente, con absoluta razón, que el delito electoral nunca ha sido
condenado en la República Dominicana. ¡Nunca! Óiganlo bien: ¡Nunca!
Quiere decir,
que como muchas otras veces, veremos al Plan Social de la Presidencia,
Inespre, Comedores Económicos, Obras
Públicas, Oficina Supervisora de Obras del Estado y demás instituciones
comprando la voluntad popular. Y este pueblo enajenado, envilecido, ignorante,
pendejo y pobre, será burlado nuevamente sin que la JCE, ni nadie que no esté
empoderado radicalmente, lo puedan
impedir. ¡Ya lo verán!
Danilo Medina lo
dijo: “¡Yo voy a ganar las elecciones
del 2020!” Tiene recursos
económicos, políticos, mediáticos, religiosos, militares, congresuales y
judiciales para hacerlo en un país donde, “después del palo dao, ni Dios lo
quita”.
Danilo “Ganará”
las elecciones a menos que la gente de la oposición, tirada a la calle, se lo impida.
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