Por Miguel Ángel Cid Cid
Ver tanta gente cruzando de calle en calle portando
una cruz hecha de palmera sorprendió a los incrédulos. Pero también a los
creyentes que a dos años de pandemia los hizo aflojar la fe. Para moros y
cristianos fue impresionante la cantidad de gente interrumpiendo la circulación
vehicular.
Sí, el tránsito era pesado, más lento que una gota
de miel. El fenómeno obedecíaa que se celebraba el Domingo de Ramos, el día que
da inicio a la Semana Santa. Los cristianos llevaban dos años celebrando la
tradición como si fuera una práctica clandestina, o por lo menos vicaria. El
recogimiento pandémico forzoso llevó amuchos a extraviarse, a aferrarse más al
plano terrenal que al divino. Por eso andaban como si estuvieran sin rumbo,
como tratando de salir por cualquiera acera del limbo. Exhibían orgullosos sus
ramos de palmeras bendecidos por el cura.
Los feligreses se aferraron a la libertad de
encontrarse con Jesús antes de que ÉL llegue al Gólgota.
En los últimos dos años la bendición de los ramos de
palmeras se realizó por televisión, radio y por red YouTube. Pero el poder
divino se siente mejor en vivo. Por ello los fieles estaban ansiosos de sentir
el espíritu de Dios retozándoles por los alrededores y por lo más adentro del
corazón.
Cierto que una parte de las tradiciones de la Semana
Mayor están en extinción. Aún quedan, sin embargo, las familias que sus casas
las barren con saco de jeniquén.
Y son muchos los que se van temprano a la misa para
luego llegar a la casa con una botella de agua bendita. En algunos casos el
dogma llega al límite de creer que esa agua bendita cura, lo cura todo, desde
un dolor de estómago hasta la fiebre tifus.
El Domingo de Ramos sigue siendo un fenómeno masivo.
Representa el inicio del Triduo Pascual, es decir, los momentos de la Pasión,
la Muerte y la Resurrección de Jesucristo.
Todos los días son iguales y al repasar las
creencias de mi madre confirmo que no hay días endemoniados. Mariola solía
decir: “Hasta los Martes 13 y los Viernes 13 los creó Dios, por tanto, todos
los días son santos”.
Si usted se ajusta a las creencias más antiguas ya
habrá participado en la procesión del Viernes Santo y, tal vez, fue al vía
crucis y visitó las siete iglesias.
Si, por el contrario, su fe flaquea, para que no le
remuerda la conciencia puede acogerse a la concepción de María Olinda. Es
decir, dedicarle otros días cualesquiera al Todo Poderoso.
Porque, a fin de cuentas, es ineludible que las
tradiciones cambien. Y la celebración de la Semana Mayor, igual que cualquier
otra festividad, es una costumbre sujeta a cambios. Por ello, si usted se
resiste a reflexionar y a rezar, cuando menos tome en cuenta que esta es una
Semana Santa especial. La singularidad no es solo por la Semana Santa, sino por
el tiempo de restricciones en su celebración.
En Sábado Santo. Muchos están recogidos en sus
casas, regocijados en la paz del Señor. Quizás el Nazareno está resucitando en
este preciso momento en que lees este artículo. O puedes estar disfrutando del
jolgorio a la usanza moderna. Lo que sea que estés haciendo deberás considerar
la especialidad señalada anteriormente.
Porque el otro fenómeno masivo que ya es costumbre,
es contrario a la vieja tradición. Consiste en irse lejos de la casa, con
preferencia a donde haya playas, ríos, montañas, tabaco y ron. Domingo de
resurrección la mayoría estará retornando a sus hogares. Por ese desacate
generalizado, esta columna llama asus fieles lectores a conducir de vuelta a
casa con moderación. ¡Salud!
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