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sábado, 25 de octubre de 2025

Camerún en la encrucijada: opresión o democracia

Por Domingo Rojas Pereyra

 

La continua violencia política contra activistas de partidos opositores, tanto a nivel nacional como local, ha amenazado la paz y la estabilidad en Camerún. Según reportes de agencias de prensa internacionales se han producido en el país africano numerosos casos de linchamientos e intimidación de jóvenes, simpatizantes de partidos de la oposición y sus líderes, periodistas y activistas de partidos no gobernantes, tras las elecciones del 12 de octubre de 2025 en Camerún.

 

Estos y otros abusos han provocado un deterioro de la seguridad general en la nación centroafricana, lo que a su vez ha generado temor entre la población. Recordemos a los cameruneses que unas elecciones pacíficas, libres, justas, inclusivas y creíbles son los ingredientes de una democracia limpia y están garantizadas por la Constitución de la República de Camerún.

 

En ese orden varias naciones europeas han manifestado preocupación por las reiteradas amenazas de violencia proferidas por altos cargos del partido gobernante camerunés y exigen el fin de dichas amenazas, la violencia y la intimidación contra los simpatizantes de la oposición.  Al tiempo que han condenado también la decisión del partido gobernante de desplegar fuerzas fuertemente armadas para sembrar el caos entre la juventud camerunesa, cuyo único delito es proteger su voto.

 

Desde la perspectiva latinoamericana debemos instar al organismo electoral camerunés a que anuncie de inmediato los resultados de las elecciones del 12 de octubre de 2025 de forma justa y a que se abstenga de cualquier acto antidemocrático que pueda provocar una guerra civil en la nación centroafricana.

 

En aras de la paz y la estabilidad, las Naciones Unidas debería implorar urgentemente a las autoridades camerunesas que presten un noble servicio a su pueblo y pongan fin a la violencia contra la oposición.

 

Al tiempo que hacer un llamamiento a la Unión Africana y todas las partes interesadas pertinentes para que afronten de inmediato las profundas raíces de la corrupción y la dictadura del presidente Paul Biya, que se han prolongado más de cuatro décadas.

 

El camino hacia una transferencia pacífica del poder en Camerún pasa por respetar la voluntad del pueblo camerunés, que anhela un cambio.

 

Las fuerzas de seguridad camerunesas están en la obligación de proteger al pueblo, no a los ladrones y opresores, y a hacer todo lo posible para poner fin a los horrores de la injusticia, la opresión, el gansterismo político y la dictadura opositora. Corresponde a las fuerzas de seguridad camerunesas promover una vía hacia una transferencia de poder verdaderamente pacífica a los líderes elegidos por el pueblo.

 

Con respecto a la escalada de violencia contra miembros de la oposición camerunesa, los informes que llegan sugieren que, en la mayoría de los casos, ni los responsables han sido llevados ante la justicia conforme a la ley ni las autoridades han tomado las medidas necesarias para detener la violencia contra el pueblo camerunés.

 

Es menester considerar que cualquier intento de truncar la voluntad del pueblo camerunés, expresada en las elecciones de octubre de 2025, desacreditará todo el proceso electoral, lo cual no augura nada bueno para África. Esto, a su vez, podría erosionar la libertad del pueblo camerunés y su confianza en la democracia.

 

La comunidad internacional debería exigir a las autoridades que liberen a todos los detenidos, simpatizantes de partidos y a sus líderes, y que nunca cedan ante ninguna petición de arresto contra el líder de la oposición, Issa Tchiroma Bakary.

 

¡Se debe poner un alto a la intimidación política!

A los ataques. Y promover una transferencia de poder justa y pacífica en Camerún. ¡Esa debería ser la consigna!

 

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