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lunes, 27 de octubre de 2025

Melissa: la tormenta que nos volvió a poner frente al espejo

Por Luisana Lora

 

Melissa no fue solo una tormenta. Fue un espejo que nos devolvió, sin filtros, la imagen de un país frágil ante los fenómenos naturales. Desde su nacimiento, los meteorólogos advirtieron su comportamiento errático, impredecible, casi desafiante. Pero lo que vino después, más allá de los pronósticos, fue la evidencia de nuestra vulnerabilidad estructural y humana.

 

Bastaron horas de lluvia intensa para que en el caso particular de Peravia se desatara el drama que ya conocemos demasiado bien. Sectores como 30 de Mayo, La Colina, entre otras quedaron anegados, con familias que lo perdieron todo, atrapadas entre la crecida de las cañadas y el desamparo. La tormenta se fue, pero el lodo, la tristeza y la incertidumbre quedaron en las calles y en los rostros de quienes no tienen más que volver a empezar.

 

Melissa volvió a dejar al descubierto un sistema de drenaje deficiente, un problema que no es nuevo, pero que las autoridades han preferido seguir parchando en lugar de resolver. Cada lluvia es una advertencia, pero también una repetición: el agua busca su camino, y cuando no lo tiene, arrastra con todo.

 

Y, sin embargo, entre tanto caos, también emergió la otra cara: la del valor, la entrega y la solidaridad. La Defensa Civil, la Cruz Roja, el Cuerpo de Bomberos y decenas de voluntarios salieron a las calles con lo poco que tenían, y lo dieron todo. Su esfuerzo logró que Peravia no tuviera pérdidas humanas, un logro que no debe atribuirse a la suerte, sino a la vocación de servicio de quienes se negaron a rendirse ante las lluvias.

 

En ese mismo espíritu de respuesta, la gobernadora Ángela Yadira Báez se mantuvo supervisando personalmente la entrega de raciones alimenticias crudas y cocidas a los sectores más afectados. De igual forma, el senador Julito Fulcar y los diputados Willy Sánchez y Carmen Leyda acompañaron los operativos de asistencia, demostrando que en momentos de crisis no basta con hablar, hay que estar.

 

Pero más allá del agradecimiento y del alivio de no contar víctimas, este fenómeno debe servirnos como una lección urgente. No podemos seguir actuando solo cuando el desastre ya ocurrió. Baní y todo el país necesitan una revisión seria y planificada del sistema pluvial y sanitario, no parches cada temporada ciclónica.

 

Melissa se fue. Pero su paso nos recordó, con crudeza, que mientras sigamos dependiendo del azar para sobrevivir, seguiremos siendo un país que aprende tarde y olvida rápido.

 

En Peravia no pedimos milagros, pedimos planificación. Porque cada lluvia que pasa sin acción es una historia que volveremos a contar desde el lodo.

 

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