POR ROLANDO ROBLES
Es una expresión popular mexicana no tan vieja, ni de origen rural,
como la mayoría de los refranes. Se le atribuye a Humberto Gómez, guionista de
la película “El niño perdido” de 1947 y quien la pronuncia es el laureado Germán
Valdés, “TinTan”, miembro de la famosa cuarteta de humoristas aztecas formada
por los hermanos Valdés Castillo: Germán, Ramón “Don Ramón”, Antonio “El Ratón Valdés”
y Manuel “El LocoValdés”.
Por haber salido de los estudios de cine y no de los campos mexicanos,
se la considera de origen “chilango” (del DF). Al parecer de Polo Espinoza Benavides,
notable periodista, historiador y cronista de Monterrey, es una expresión que
denota la intención de cumplir un cometido contra toda adversidad; y se
justifica en el ejemplo de los largos vuelos de los gansos, que lo hacen
siempre en parvadas, organizados y seguros.
Debido a la profunda convicción cristiana del pueblo azteca, se le
reconoce un componente velado de fe religiosa, aun y cuando, el Estado mexicano
es definitivamente laico. Es como cuando los dominicanos decimos: “con Dios
delante” haré tal o cual cosa; tenemos intención firme de hacerlo, pero a la
vez reconocemos que sólo Dios puede evitarlo. No es como el “toco madera” de
otras latitudes, que apela a la buena suerte para realizar lo propuesto.
Su conocimiento nos llegó por boca de Andrés Manuel López Obrador o
“AMLO”, hoy presidente constitucional de México. La utilizó varias veces en su
campaña electoral y en su discurso de “toma de protesta”, que es como los mexicanos
llaman a lo que para nosotros es, “toma de posesión” del cargo. En esta
singularidad, de cambiar “aceptación o juramentación” por “protesta”, radica
talvez, la dicotomía existente entre un estado laico y un pueblo religioso.
El origen se remonta a la Constitución de 1857 que, aunque no eliminó
el “acto de jurar” en sí, al cargo, si omitió toda referencia al carácter
religioso de “jurar ante Dios…” Mas luego, con las reformas que condujeron a la
Constitución de 1917, se estrechó el cerco contra el llamado “juramento” y se
precisó que el presidente electo y otros funcionarios, debían “protestar”.
Aunque nos parezca un contrasentido, por cuanto en nuestro país y
hasta en México, “protestar” implica, expresar queja o disconformidad con algo,
hay acepciones en el diccionario de la RAE que traducen ideas diferentes a la
de manifestarse en desacuerdo. “Protesta” significa, entre otras cosas: “Promesa
con aseveración o atestación de ejecutar algo” y también, “Promesa solemne de
un alto dignatario al tomar posesión de su cargo”.
Otra arista de este poliedro tan amorfo que es el protocolo mexicano
de la ascensión presidencial, es el hecho de que la “protesta” se hace frente
al Congreso en conjunto, es decir ante senadores y diputados; esto por lo menos
hasta que el mismo AMLO, hace doce años, perdió por escaso margen de votos y
sus seguidores trataron de impedir que el “ganador” pudiera formalizar su acto
de “protesta”.
Finalmente, Felipe Calderón consiguió, tras forcejeos y luchas entre los
congresistas de uno y otro sector, cumplir con el procedimiento y ser exaltado
a la primera magistratura; pero hubo de hacerse algunos cambios a fin de evitar
que se repitiera el incidente. La Constitución fue modificada y se flexibilizó
el protocolo; y todo por lo que se define como “el efecto López Obrador”.
Pero volvamos al inicio, “me canso ganso” fue pronunciado por primera
vez-como ya dijimos- por “Tin Tan” en una película a blanco y negro, del
director Humberto Gómez, pertenece al género de Comedia Absurda y cuenta la
historia de un niño que de noche se transformaba en lobo. Hasta ahí todo está
bien, pero, uno se pregunta ante la accidentada carrera de AMLO, si no será
también accidentado su ejercicio en el poder.
Su discurso, un derroche de populismo, que muestra a un presidente con
el candor de candidato aún, nos hace pensar en hasta dónde conoce AMLO las
reglas no escritas del tinglado político mexicano. Acusar a los presidentes
anteriores de corruptos y al mismo tiempo prometer no persecución de los
antiguos funcionarios, no parece tener sentido práctico. El “borrón y cuenta
nueva”, no será fácilmente digerido por los votantes que lo llevaron hasta la
antigua Casas Nuevas de Cortés, hoy Palacio Nacional.
Sin embargo, a pesar de este panorama inicial, tan esperanzador como difuso,
hay señales de que López Obrador no es un simple
encantador de serpientes. Los dos temas tabúes del momento, fueron
cuidadosamente excluidos de su perorata triunfalista: la lucha contra el
narcotráfico y el asunto migratorio. Confío en que ese mutis se deba a que ya existen
conversaciones muy avanzadas alrededor de ellos.
De cualquier modo, medio Latinoamérica y tres cuartas partes de México,
apoya hoy a Andrés Manuel López Obrador y desea firmemente, que su optimismo
esté bien justificado. Lo que no dejamos de pensar es ¿hasta qué punto su
futuro gobierno, no será del mismo género que la película que generó su tan
gustada muletilla verbal, “me canso ganso”.
¡Vivimos, seguiremos disparando!
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