POR ELVI PAREDES
Cuarenta y ocho
horas de discursos, comida y brindis, fue el tiempo consumido por los llamados líderes
de los países más ricos del mundo, agrupados en las siglas conocidas como el
G-7, en la reciente Cumbre celebrada en la ciudad Francesa de Biarritz, Una comunidad costera del País Vasco ubicada al
Oeste del mar Cantábrico, y a 20 kilómetros de
España, y a 40 kilómetros de la
ciudad de San Sebastián.
Cuarenta y ocho horas en la que se invirtieron 36,4 millones
de euros, en una reunión de amigos, que al final del evento, no dejo ningún
resultado positivo para la humanidad.
Y fue en el marco de la reunión del Club de amigos,
denominado G-7, donde se encontraban presentes
los jefes de Estado y de Gobierno de Alemania, Canadá, Estado
Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido, donde
se anuncio la donación de 20 millones de dólares para combatir el incendio que
desde enero pasado, afecta los bosques del Amazona.
De nuestra parte,
saludamos el extraordinario sacrificio que realizan los representantes de los
países más poderosos del mundo, al desprenderse de la cuantiosa suma de 20
millones de dólares, para que sean usados para combatir el incendio que afecta
al pulmón de la humanidad.
Pero, no hay que apurarse, si los bosques del amazonas arden,
a nadie debe importar, y mucho menos a los representantes del exclusivo Club de
amigos agrupados en el G-7, ya que al parecer, ellos entienden que no les
afecta.
De todas maneras, Japón, Francia, Alemania, Italia y Reino
Unido, están muy lejos del Amazonas, y Estados Unidos y Canadá, tienen
rascacielos muy alto, y los multimillonarios de esas naciones, tienen aviones a
su servicio para trasladar a sus familias, y algunos hasta pueden pagar un
pasaje a la luna.
O sea, para el Club de amigos del G-7, los incendios que
afectan el Amazonas no deben preocupar a la humanidad. Que va.
Que en la zona boscosa del Amazonas se concentre el 60 por
ciento de todas las especies de selva del planeta, y que el 30 por ciento de
estas especies aun es desconocido para la comunidad científica.
Que entre el millón de seres vivos que podemos encontrar en
la región amazónica, pueden existir hasta dos mil 500 tipos de peces, tres mil
500 tipos de arboles y 300 especies de reptiles que incluyen culebras y
lagartos.
Que la selva amazónica tiene la capacidad de regular, tanto
la temperatura como la humedad del ambiente, que están estrechamente ligados a
los ciclos hidrológicos.
Que en la selva amazónica existe una reserva de de entre 90 a
140 millones de toneladas métricas de carbón,
cuya liberación a la atmosfera podría acelerar el cambio climático
drásticamente.
Que cada la selva amazónica libera cada año 500 millones de
toneladas métricas de carbón, posicionando la amazonia como uno de los mayores
reguladores del clima del planeta.
En
una hectárea de selva amazónica podemos encontrar hasta 300 especies de
árboles, imagínense si se queman millones de hectáreas al año.
La amazonia alberga la mayor extensión de bosques pluviales
tropicales que aún queda en nuestro planeta, con casi el doble del tamaño de la
India, desempeñando un papel vital en la regulación del clima mundial, la
purificación del agua y la absorción del carbono.
33 millones de personas habitan la región amazónica, y unas
420 comunidades indígenas, dependen directamente de sus recursos para cubrir
sus necesidades de agua y alimentos.
Sin embargo, para los representantes del Club de países más
poderosos del mundo o G-7, la preservación del pulmón del mundo, no cuesta más
de 20 millones de dólares.
Aunque la factura de guerra en Afganistán ascendió a mil
millones de dólares por semana, y la invasión a Irak en el 2003 y la posterior
ocupación hasta el 2011, costo más de un billón de dólares; 20 millones de
dólares para enfrentar los incendios de la Amazonia es un gran sacrificio.
La
extensión de los ataques aéreos de Estados Unidos contra los yihadistas del
grupo Estado Islámico en Siria e Irak costará más que el conflicto de 2011 en
Libia y la factura podría llegar a los 1.000 millones de dólares mensuales,
informaron expertos este jueves.
El
Pentágono había estimado en agosto que la operación en Irak podría costar una
media de 7,5 millones de dólares por día, pero funcionarios de defensa estiman
incluso que esta cifra es conservadora y que se calculó antes de que el
presidente Barack Obama ordenara extender la campaña a Siria.
Aunque
un avión de combate cueste 200 mil millones de dólares, un misil Tomahawk 1.5
millones y una hora de vuelo de un avión caza F-22 cueste cerca de 68 mil dólares,
20
millones de dólares para enfrentar los incendios que afectan la región amazonas
es suficiente.
Aunque
la campaña norteamericana en Siria, cueste 10 mil millones de dólares por año;
20 millones de dólares para salvar de la destrucción a la región amazónica, de
donde depende la supervivencia de la humanidad, es mucho sacrificio para los
representantes del Club de amigos del G-7.
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