Por Balbueno Medina
Al parecer, muchos de los que han estudiado Sociología, Ciencias Políticas
y los políticos tradicionales del país, van a tener que analizar con
profundidad el fenómeno de cambios que se ha producido en la sociedad
dominicana en los últimos años.
El notable grado de madurez alcanzado por la población dominicana, que le
ha permitido dar un salto en la consecución de sus objetivos, evidencia que no
está en condiciones de soportar los engaños y mentiras a que fue sometida
durante largo tiempo por la dirigencia política tradicional del país.
Esa población, que era constantemente bombardeada por campañas sucias y
políticos demagogos que les ofrecían villas y castillas, y al llegar
al poder se olvidaban de las promesas y compromisos asumidos, está dando la
espalda a quienes todavía mantienen esas viejas prácticas, que mucho daño ha
hecho a los partidos del sistema político dominicano.
Pese a eso, observamos que hay una gran cantidad de dirigentes de la vieja
política, que al día de hoy no han producido los cambios que las circunstancias
requieren para consolidar un proyecto político de cara al futuro
inmediato, no obstante haber un gran movimiento de masas interpartidarios por
las dudas e inconductas heredadas del proceso electoral más reciente.
Esa sociedad, que todavía muchos políticos no toman en cuenta y que
consideran puede ser manejada con discursos demagógicos en base al aprovechamiento
de circunstancias coyunturales que les permitan crecer políticamente, es la que
ha decidido que una nueva generación dirija su destino, porque quienes se han
gastado la vida al frente de la cosa pública no le garantiza ningún avance
posible en la mejoría de su condición existencial.
De ahí, es que la sociedad dominicana ha visto en la generación de los
individuos que oscilan entre los 50 y 55 años, las personas idóneas para
confiar el futuro de la nación, por su capacidad y distanciamiento de las
viejas prácticas políticas que han estancado al Estado dominicano en su
proceso de desarrollo e institucionalización.
Las elecciones del año 2020 constituyeron el punto de partida de esa nueva
visión de la población dominicana la cual está consciente de que los programas
sociales que recibe directamente del gobierno central no son sustentados con
los recursos de los políticos y de que todo aquel que llegue a dirigir los
destinos de la cosa pública está en la obligación de mantener esas políticas a
favor de los sectores más vulnerables como forma de garantizar la paz social de
la nación.
Es bueno que los políticos que todavía se mantienen aferrados a esa vieja
práctica clientelar recuerden que, faltando dos días para las elecciones del
2020, el gobierno de turno no solamente pagó anticipadamente las tarjetas a los
beneficiarios de los programas sociales para que se estimularan a votar el
domingo siguiente por el candidato oficial, sino que el monto de las mismas fue
duplicado para que esa contentura fuera más inspiradora a favor de esa propuesta
electoral.
Sin embargo, el resultado de esas elecciones sorprendió al actual líder del
PLD Danilo Medina, quien en un encuentro publico dijo que “para él fue una
sorpresa que su partido perdiera”, eso basado en los cálculos que se hicieron
fundamentalmente extraídos del auxilio que el gobierno mantenía a los sectores
más vulnerables de la población a través de los programas sociales.
De manera, que como dijo una vez en una entrevista uno de los líderes
del país, específicamente el presidente de la Fuerza del Pueblo, doctor Leonel
Fernández: “El dominicano que menos sabe da para Papa”, lo que significa que,
aunque esa afirmación no ha sido puesta en práctica por los políticos
tradicionales en su accionar, es una verdad que la población nuestra ha respaldado
con hechos en los momentos que le ha tocado reaccionar a las circunstancias del
momento.
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