Por Luis José Chávez
En el país hay cientos de hoyos, semilleros y
comunidades marginales, como el de
Friusa, que ni siquiera tienen que ver con la presencia haitiana, sino con
el incumplimiento de las normas de planificación urbana que regulan el uso de
suelo y los permisos de construcción en territorio dominicano.
Antes de que Friusa y Mata Mosquitos fueran poblados masivamente
por trabajadores haitianos y dominicanos (estos últimos en menor medida), ya
existían asentamientos urbanos informales en el Gran Santo Domingo, con nombres
tan conocidos y sonoros como Borojol, La
Ciénaga, Domingo Savio, Gualey, Guachupita, Los Guandules, 27 de Febrero, Loma
del Chivo, Capotillo, Simón Bolivar, Las Cañitas, La Zurza, Cristo Rey, Hoyo de Chulín, Cañada
de Benavides, Kilombo, Cañada del Diablo, Cañada de Guajimía, Herrera, La
Barquita, Maquiteria, Los frailes, Villa Faro y la Ureña, entre otros.
Pero no se trata de una condición exclusiva de la
Gran Capital. Santiago de los Caballeros también tiene sus propios barrios
marginales surgidos bajo la indiferencia de las políticas de gestión urbana,
como son la Cañada del Diablo,
Pontezuela, Hoya del Caimito, Camboyita, Baldom, barrio la Cacata, La Gloria de
Cienfuegos y el Hoyo de Bartola.
Estas comunidades tienen en común, al igual que
Friusa y Verón Punta Cana, haberse
desarrollado inicialmente al margen de las normas y procedimientos legales que rigen
la gestión urbana, entre ellas la ley
675 de Ornato y Construcciones, de 1944; la ley 62-32, sobre Planificación Urbana, de 1962; el decreto 385-87, del 30 de julio de 1987, que crea el Consejo
Nacional de Asuntos Urbanos (CONAU); y la ley 176-07, del Distrito Nacional y los Municipios (antes 34-55 y
34-56 de organización municipal).
Durante varias décadas, la práctica
usual de los ayuntamientos del país fue aplicar tales normativas
a la construcción de viviendas, edificaciones y
urbanizaciones formales, pero no
así a los asentamientos precarios que surgían de la noche a la mañana en
terrenos invadidos o que carecían de
títulos de propiedad, un requisito innegociable para autorizar una
construcción o un cambio de uso.
En esas circunstancias, parecía que los gobiernos locales y nacionales aceptaban las ocupaciones ilegales
de terrenos y la habilitación de asentamientos informales, sin los servicios
básicos esenciales, como un mal necesario, hasta que la administración del
presidente Luis Abinader decidió agarrar
al toro por los cuernos.…
Políticas
públicas para superar el caos y ejercer el control del territorio
A continuación me permito citar algunas iniciativas institucionales aplicadas por el
Gobierno actual para revertir el modelo de desarrollo urbano caótico que ha
predominado en nuestras ciudades y en las principales comunidades turísticas
del país.
Programa
de titulación. La puesta en marcha de este programa le ha
permitido al Gobierno proveer de sus títulos de propiedad a más de 117 mil
familias en todo el país, en cumplimiento de la meta trazada de alcanzar a 300 mil familias al cierre del
actual mandato, creando las condiciones
para superar el status de informalidad que ha venido afectando a cientos de
miles de familias en todo el país.
Ley
de Ordenamiento Territorial. La promulgación de la Ley 368-22 de Ordenamiento Territorial, Uso de
Suelo y Asentamientos Humanos, en diciembre de 2022, después de una larga
espera de 17 años, ha puesto en manos del Estado Dominicana una herramienta
clave para ordenar el territorio y garantizar la sostenibilidad ambiental,
proteger los suelos agrícolas y regular la expansión urbana. Con la aplicación responsable de esta
normativa no deberían surgir más Friusas, ni más Guijimías.
Más
viviendas y mejoras habitacionales. A través de los programas “Dominicana se Reconstruye”, “Mi Vivienda” y “Familia Feliz”, el
Gobierno ha canalizado en los últimos
4 años una inversión superior a
los 29 mil millones de pesos,
favoreciendo a más de 303 mil familias a través de nuevas viviendas y
mejoras habitacionales, un logro
complementado con el Plan Nacional de Titulación, primer escalón para
alcanzar el sueño de una vivienda propia digna.
Agua
potable, alcantarillado sanitario y
saneamiento ambiental. Sin
servicios tan elementales como el agua potable y el saneamiento ambiental, no
hay forma de cambiar la vida de la gente. En tan solo 4 años, el Gobierno de Abinader ha invertido
25 mil millones de pesos a través del INAPA, en construcción y rehabilitación de sistemas de agua y
saneamiento, que han ayudado a cambiar
la vida de dos millones de dominicanos,
incluyendo el Hoyo de Bartola, impactado por el formidable programa de
Saneamiento del Arroyo de Gurabo en Santiago.
No menos impactante ha sido el aporte de
la CAASD al
incrementar en 86 millones de galones la
producción de agua potable en el Gran Santo Domingo, al tiempo de intervenir 42
kilómetros de cañadas en la misma demarcación, entre ellas Cristo
Park, El Manguito, Alto Sabana Perdida fase I, Villa Emilia fase I, San Luis
Gualey fase I, Villa Marina fase I, Los Dulceros, Cancino Adentro, Los Rieles,
2 de Enero, Jicaco fase I, San Luis Gualey fase I, Arroyo Hondo, Los Jardines
del Norte, La Malanga, Arroyo Francisco, entre otras.
Y
por primera vez se aplica la ley de
Migración.
Parecería una exageración, pero en los últimos 20 años antes de Abinader,
ningún gobierno se había tomado en serio aplicar la ley de Migración 285-04.
Esta ley fue promulgada por el
presidente Hipólito Mejía el 15 de agosto del 2004, pero el país debió
esperar 7 años para que el presidente Leonel Fernández
promulgara el reglamento 631-11 para su aplicación. Y nunca se aplicó en serio.
El
presidente Danilo Medina, fue más que conservador en la gestión del tema migratorio y en el segundo año de su primer mandato ordenó paralizar las
deportaciones de haitianos ilegales en territorio dominicano, hasta tanto
concluyeran las conversaciones en torno
al Plan Nacional de Regularización de
Extranjeros, trazado por el Gobierno. (https://www.diariolibre.com/actualidad/danilo-medina-ordena-detener-repatriaciones-de-haitianos-ilegales-BIDL444151)
La
firme voluntad del presidente Abinader. En el inicio de su gestión, en medio de
la pandemia, el problema migratorio no
parecía ser una de las prioridades del país, pero en diciembre del 2020 el presidente Abinader dejó claramente
establecido que haría cumplir a carta cabal la Ley General de Migración 285-04
y su reglamento de aplicación 631-11.
Y así ha sido desde el 2020 hasta ahora.
El Gobierno Dominicano ha puesto en práctica
una política migratoria más humana, ordenada y respetuosa de la Ley,
pero hasta el inicio de su segundo
mandato había dispuesto la expatriación de más de medio millón 200 mil
haitianos ilegales.
Además ha dispuesto la construcción de
seis grandes centros de interdicción y contención migratoria en Haina, Santiago, Dabajón, Jimaní, Elías
Pila y Benerito-Higuey. En cuanto a
la frontera el cambio ha sido radical, no solo por instalación de la verja
perimetral en los puntos estratégicos de la línea, sino, y sobre todo, por la
voluntad del Gobierno de asumir el
control de lo que parecía ser tierra de nadie y
hacer cumplir el mandato constitucional que “declara de supremo y permanente interés nacional la seguridad, el
desarrollo económico, social y turístico de la zona fronteriza...” (31 de marzo 2025)
Luis
José Chávez es periodista, municipalista y activista social
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