POR ROLANDO ROBLES
Jamás pensó Julia Quezada, la compatriota nuestra que al parecer
perdió la razón y los estribos en España, que el asesinato del pequeño hijo de
su pareja, “Pescaito”, podría servir como elemento de comparación entre la
migración de dominicanos a otras tierras y la invasión de haitianos que hoy
padece el país que ella abandonó haceveinticinco años.
El hecho en cuestión, lamentable desde cualquier óptica, ha conmovido
a todos los dominicanos, que no han escatimado esfuerzos en condenar la acción
criminal de esta otrora muchacha dominicana, que una vez invirtió la ruta del
descubrimientoen búsqueda del porvenir. Pero también ha perturbado a los
españolesque, al igual que nosotros, se sienten altamente preocupados por la migración
sin control, desde países en condiciones de pobreza mayor.
El asunto es que, con la celebración de laSemana Santa, tan
tradicional en España como en Santo Domingo, se produjo el acontecimiento que
me mueve a compartir con ustedes estos trazos. En esa zona de la península
ibérica se castiga al judas traidor, de una forma muy peculiary también muy festiva.
Mientras nosotros “culpamos” a Judas Iscariote por la captura de Jesús
y su posterior crucifixión, los habitantes de Coripe, un pueblito de Sevilla,
al sur de España, personalizan en el judas a ser quemado, a una figura del
lugar que -durante el año- haya dado motivos para la crítica y el repudio de
sus conciudadanos.
Es la forma “civilizada” de dejarle saber a algún truhan del pueblo,
por lo general político, que no se le quiere y que sus acciones no son aceptadas,
ni bienvenidas en la comunidad. La muchachada, disfruta al límite estas muestras
de fervor, por el componente festivo que implica y los adultos, dejan sentir el
peso de sus “simpatías” contra la persona objeto del escarnio.
Ese estilo tan significativo de crítica pública, nunca ha sido
practicado en nuestro país.Al contrario, nosotros nos hemos acostumbrado
dócilmente, a soportar con estoicismo las vagabunderías de los granujas
(autoridades, políticos, comerciantes, sindicalistas y personalidades en
general) y ni siquiera en Semana Santa se lo recordamos.
Porque esos gastados sermones de las “siete palabras”, a fuerza de antiguos,
resultan ya muy interesados. Y son por demás, la opinión de los “pastores”; pero
conviene que también se oiga el pensar delas “ovejas”. Es una pena que no
hayamos copiado esta maravillosa costumbre de los conquistadores; mientras que
sí hemos sidofieles a sus peores mañas.
Yo creo que somos tan permisivos que, hasta al judas mismo, un día de
estos terminaremos por absolverlo y condonarle lasentencia. Y puede que hasta
lo recompensemos, como se hace con los malos funcionarios que, al retirarlos
del puesto por incompetentes o delincuentes, se los nombra con el eufemístico
cargo de: “Asesor del Poder Ejecutivo”, en los asuntos que precisamente el
susodicho no pudo resolver; ytodo, para que continúen desfalcando el Estado.
El pobre Judas Iscariote, que ya don Juan se encargó de reivindicarlo,
con la brillantez propia de su pluma justiciera -tal y como hizo con el restaurador
de Gaspar Polanco- solo está a la espera de que el pueblo dominicano, con la
infinita bondad de que dispone, dé por terminado su calvario históricoy lo
coloque, cual Barrabás, junto al Nazareno; quien de seguro, cuando en su gloria
esté, también se acordará de su antiguotesorero.
El casoes que Julia Quezada, la dominicana que confesó el asesinato
del pequeño Gabriel, fue objeto de una quema simbólica por una comunidad que se
siente crispada con la migración quesegún ellos, los acogota y es “de baja
calidad”. Algo similar a lo que sentimos los dominicanos hoy.
Los españoles, sin embargo, cuentan con el recurso del Estado, que
tiene políticas claras para controlar la migración. Nosotros, por el contrario,
solosufrimos con estupor, la indiferencia del Gobierno ante la invasión pacífica
y constante de los haitianos.No tan solo “de baja calidad” sino, extrema en
número, ilegal, altamente costosa para nuestro exiguo presupuesto y abusivamente
contaminante para nuestra cultura.
En este escenario contradictorio entre España y República Dominicana, no
podemos más que sorprendernos de la inusual formacon que el pueblo españolcondena
la conducta criminal de Julia; pero más aún, de la dicotomía que se genera
cuando ciertos sectores de la misma sociedad, también rechazan las condenas.
Es ahí -en ese contrasentido- donde se evidencia el paralelismo. Tanto
allá como aquí, el pueblo común, indefenso y frustrado, apela a la “justicia de
la manada” (que no siempre es racional, admito) para evidenciar y condenar
acontecimientos que lo laceran, pero que el estatus-quo, el establishment o la
clase gobernante (como quiera que se le llame) no parece ni siquiera advertirlo.
Al mismo tiempo, igual aquí que acullá, aparecen las voces disidentes,
condenando los hechos y calificándolos de vandálicos, odiosos, racistas y
xenófobos.Primero oímos los pronunciamientos de las “ONG” alarmadas, pues esa
es su razón de ser; luego a los medios irresponsables que solo sirven a los
intereses de sus dueños y finalmente, la de los pusilánimes funcionarios, que únicamente
atienden a “mantener el orden” que garantice su existencia.
Es muy cierto que en Sevilla se quemó simbólicamente al judas y que en
Pedernales -a no ser por los militares- probablemente hubiéramos llegado a “quemarlo
en persona”, una catástrofe sin dudas, como la que está sucediendo con los
linchamientos que semanalmente se registran.Pero es igualmente cierto, que ésto
solo pasa cuando hay un vacío de autoridad.
Pienso que el beneficio quetristemente nos dejará Julia Quezada con su
infeliz experiencia, debe ser analizado con criterio crítico y disposición de asimilar
las enseñanzas. Ella pagará por su culpa, un precio que nunca sabremos qué tan
justo será, pero todo apunta a que probablemente, nunca saldrá de la cárcel
Los españoles entretanto, no aguantan un inmigrante indocumentado más;
y nosotros estamos al tris de hacer un desacato mayor, por las mismas razones,
y ésto debemos evitarlo a toda costa.
¡Vivimos, seguiremos disparando!
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