Por Miguel Ángel
Cid Cid
Eran los tiempos
de los doce años de Balaguer, del regreso de Caamaño y su sublevación a las
montañas; del auge de los clubes culturales y deportivos, del carnaval joyero y
pepinero que se desarrollaba en todas las calles del Santiago de los Caballeros
histórico. También fueron tiempos en que yo visitaba la fantasía de Brunilda, al
lado de la cafetería de Porfiria, en la calle Pedro M. Hungría. Entonces fungía
como “muchacho de mandaos”. Ahí, donde Brunilda, me correspondía ir a diario,
antes de las ocho de la mañana, a buscar dos botellas de leche para consumo de
la casa y, en el transcurso del día, debía regresar a comprar hilo, botones y “aguja
de máquina número 14”.
Apuesto a que
Raudy recordará haberme despachado en la fantasía, porque él pasaba buena parte
del tiempo con Doña Brunilda, que era como si fuera su madre, acompañado del
hoy laureado coreógrafo Víctor (Vitico) Erarte.
En ese entramado
urbano de calles con tránsito vehicular reducido, próximo al Hospedaje Yaque,
vecino del legendario pelotero Miguel (Guelo) Diloné y a la orilla del Yaque dormilón,
se forjó Raudy Torres, uno de los personajes del carnaval dominicano con más
arraigo popular, quien ha alcanzado incluso, dimensiones mitológicas.
El Roba la
gallina de Raudy puede considerarse como una “marca país”. Sus trajes,
confeccionados con cientos de yardas de coloridas telas y la gracia particular que
le imprime a su performance, lo han llevado a recorrer el mundo representando a
este personaje típicamente dominicano.
Pero yo no había
llegado aún a Santiago, traído por mis padres desde El Cupey, Puerto Plata,
cuando Raudy inicia su actividad carnavalesca. Él, con apenas 10 años y a escondidas de sus padres, se disfrazaba para
ir detrás del Roba la Gallina conocido como Mochila. Mochila regalaba mentas y
dulces a los niños que le salían a su encuentro y Raudy recogía su parte. Todo
era un mundo lúdico lleno de jolgorio, gozo y catarsis. Hasta que cayó en
cuenta que el auténtico Roba-la-gallina era él.
El mismo Raudy afirmó
en una entrevista, en un canal de televisión nacional “Yo le he dado
connotación al carnaval, lo he llevado del harapo a los grandes eventos, yo
cambié las telas, les puse lentejuelas, y cada año me hago un traje diferente”.
Su fama creció
por su participación en los Carnavales de Santo Domingo. Allí llamó la atención
de la prensa internacional por el colorido de sus trajes, su energía
inagotable, su alegría desbordante y su estilo esperpéntico. El Ministerio de Turismo
asumió su figura durante un periodo de tiempo para promoverla como la imagen del
carnaval dominicano. La compañía
telefónica Claro Codetel, hizo lo mismo para una campaña publicitaria.
Raudy Torres, el
Roba la gallina quede un tiempo a esta parte le ha bailado a todos los
presidentes dominicanos y otros extranjeros, donde destacan Bill Clinton y George
Bush, se desempeña, en su día a día, como chef, área donde goza de un merecido
prestigio. Pero Torres no es cualquier chef, sino un artista culinario que ha
tomado la buena cocina criolla y la ha llevado a otro nivel, a la estancia
gourmet.
Al paso del
tiempo, Raudy, con su voz dulce y suave, con o sin su disfraz, se ha convertido
en un patrimonio de Santiago y el país. Puede ser considerado, con toda la
justicia del mundo, como un emprendedor a carta cabal y un Roba la gallina
Gourmet. Ha puesto la bandera dominicana no solo en alto, sino que la ha movido
con frenesí, pasión y sabor.
Nota: Quien iba
creerlo, hace tres años escribí este artículo sobre Raudy Torres, compartimos
un café a media tarde en su casa, él revisó el escrito y quedo encantado. Lo
Publico ahora nueva ves en memoria del Roba la Gallina que vivirás mientras
exista carnaval.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario