POR ROLANDO ROBLES
“Nunca toques a las puertas del infierno”, es el consejo que la
cordura da a todo el que intenta adentrarse en esos intrincados laberintos de
la vida, sin tener ni idea siquiera de cómo va a salir de ellos. Porque no se
trata de que la aventura tenga o no tenga en el fondo, algo de tentador, eso lo
sabemos. Y sabemos también que lo desconocido seduce a casi todos los humanos; es
como un bálsamo que nos cautiva y empuja por los senderos mas impredecibles.
Pero eso es lo desconocido, lo extraño. Cuando se llama a las puertas
del infierno, es perfectamente sabido lo qué sucederá si te las abren. Ten por
seguro que no te preguntarán ¿a qué viniste o qué deseas? Es más, ni siquiera te
van a invitar a que pases adentro. Una vez te abran las puertas, ya no tendrás
oportunidad para arrepentimientos. De hecho: “ya estarás adentro”
Sin embargo, los peledeístas parece que no entienden esta lógica de camino
real. Hay cosas que no se intentan, que no se promueven, porque si se lograsen no
se pueden revertir, en caso de que resultaren negativas. Si una copa de cristal
-por ejemplo- es arrojada al piso de concreto, no hay ninguna posibilidad de
poner cada pedacito de vidrio en su lugar original y tener la copa entera de
nuevo.
Cuando la manada en estampida llega al despeñadero, no hay manera de
parar. Los que van adelante no saltarán al vacío espontáneamente, no; es que
los de atrás los empujarán y a su vez ellos serán empujados por los otros que
vienen más atrás. Y posiblemente todos perezcan, porque la Inercia es una ley
natural, siempre presente en el devenir de los hombres.
Por las razones que fueren -algunas tan perversas como diabólicas- el
grupo que está al mando de la cosa pública de nuestro país, se ha embarcado en
la triste odisea de exterminar al grupo del presidente del partido. Y lo hace
convencido -el grupo entero, no solamente su jefe- de que no habrá quien les
reclame, al final de su bribonada.
No hay forma de que entiendan que, no se juega con fósforos y gasolina
a la vez, porque el resultado es inminente y puede tornarse incontrolable. Una
vez se enciende la pradera, el riesgo será total y solo Dios podría aplacar esos
terribles vientos que ayudarán a propagar el fuego y derramar la lluvia salvadora.
Y lo grandioso es que ellos se proclaman “boschistas”, cuando en
realidad son todo lo contrario. El danilismo está apostando desde el poder, a
que -como hasta ahora ha sucedido- saldrán airosos nuevamente. Pero esas
victorias solo han sido posibles, porque Leonel Fernández es peledeísta en
extremo y ha cedido o pactado, antes que afectar el partido.
Esa “docilidad” de Leonel, sin embargo, tiene un límite, y ese límite
ya fue rebasado con creces. Incluso, aunque él desea el entendimiento, en aras
de compactar su proyecto de retorno al poder, basándolo en los logros de los
gobiernos peledeístas; no vacilará ante una nueva afrenta y combatirá hasta las
últimas consecuencias, cualquier acto de deshonor en su contra.
El caso es que hoy, no hay garantía de que se puedan reeditar las mismas
tramposerías y que se las acepten, ni los de adentro ni los de afuera. Si se
impone la sinrazón, la respuesta debe apuntar a un arreglo extra partido nunca
visto en la historia reciente. De nuevo se habrá de decidir entre “el camino
bueno y el camino malo”, como muy bien proclamara aquella vez el doctor Balaguer;
aunque el escenario sea un tanto diferente, y ya no estén presentes todos los
protagonistas originales.
Si el grupo del Palacio persiste en exterminar a sus oponentes
internos, violentando las normas establecidas y pisoteando la Constitución,
debe saberse que simplemente están creando las condiciones para la formación de
un amplio frente opositor, que se abocaría a presentar una propuesta de
Gobierno de Unidad Nacional. Y Leonel tendrá que jugar el papel que le
corresponde o se suicidará políticamente.
Sin embargo, he de reconocer que hoy por hoy -el intento
reeleccionista encabezado por Medina- está prácticamente muerto, aunque su
sepelio aún no pueda anunciarse. Es que todos los poderes fácticos, desde los
Señores del Norte, pasando por el empresariado, las iglesias, la prensa
independiente, las asociaciones profesionales, la mayoría de los partidos
políticos, los clubes culturales, los sindicatos y los ciudadanos comunes; les
han dicho rotundamente ¡NO!, al proyecto continuista.
En estas circunstancias, los dos sectores en pugna dentro del PLD,
deben ser muy cautelosos; porque si la confrontación se torna incontrolable,
los daños pueden resultar irreversibles. Particularmente, el danilismo tiene
que apelar al sentido común, no repetir los golpes bajos contra Leonel y controlar
sus “halcones extra partido”, a fin de propiciar que se construya “el bajadero
político”, tan necesario como imprescindible, para el futuro del partido y de
todos.
La mascarada ésta de la Ley de Partidos y las dichosas primarias
“abiertas o cerradas”, solo ha servido para evidenciar el carácter hipócrita
del grupo de Medina y al final, terminará por fortalecer la candidatura de Fernández.
Si se revisa la prensa de los últimos meses, nos daremos cuenta de que, el
mismo rechazo que tiene la reelección, ahora ha sido traspasado al intento de
quitarle el derecho a los militantes partidarios, de seleccionar ellos, su
candidato presidencial. Porque en esencia, eso es lo que buscan con la infausta
propuesta de “primarias abiertas”.
Para finalizar, permítase distanciarme del optimismo que hoy muestra
el presidente Leonel Fernández, cuando felicita a Danilo Medina por su idea de
formar una comisión mixta de congresistas(senadores y diputados) para decidir
sobre la Ley de Partidos.
El caso es que Leonel sigue siendo presidente del PLD y en aras de
preservar la unidad de su partido, es capaz de ver buenas intenciones hasta en
la escasa sonrisa de un cocodrilo, que te invita a meterte al agua junto con
él. O quizás, es que él tiene información privilegiada sobre lo que Danilo está
tramando. Si ese es el caso, yo no lo sé.
Como tampoco tengo el prurito de querer mantener unificado al PLD, no
estoy nada entusiasmado con la propuesta de Danilo. Primero, porque ya el
Senado aprobó la polémica ley, y para devolverla a la Cámara Alta, hay que
llenar unos trámites burocráticos que la Constitución ordena; segundo, porque estoy
convencido de que los danilistas, tan solo tratan de ganar tiempo; y tercero,
porque formando una comisión conjunta de senadores y diputados, el precario balance
favorable a Leonel que existe en la Cámara Baja se iría por la borda.
Estas particularidades, junto al inexplicable resentimiento que
muestra el equipo de Medina, es lo que me separa del optimismo que parece
sentir el presidente Fernández en este tramo de la lucha política.
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