Por JUAN T H
“También
guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas,
más por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis”.
Jesús en el Sermón del Monte, según Mateo.
Convencido de
que el dominicano es un pueblo “bruto” debido a que “el mal comido no piensa”,
el gobierno le hizo “coro” a grupos oportunistas para traer a un farsante
africado que se hace llamar “profeta” para que intercambiara “espejitos por botones” como en
los tiempos de la Colonia cuando los conquistadores les daban espejos a los
indígenas a cambio del oro y la plata que sirvieron para enriquecer la corona.
El farsante se
llama T.B. Joshua, oriundo de Nigeria, un país muy grande, casi un millón de
kilómetros cuadrados, el mayor de África Occidental y el séptimo más poblado
del mundo con 190 millones de personas. (Tiene más gentes que Rusia, el más
grande de todos los países del planeta, que no alcanza los 150 millones)
Aunque el inglés
es idioma oficial, en Nigeria existen más de 500 lenguas, lo cual hace difícil
la comunicación y una cultura que identifique los 36 estados federados o
regiones del vasto país. Aunque el petróleo y al gas han contribuido el
crecimiento económico y mejorar los niveles de miseria, ambos recursos están en
manos de empresas extranjeras.
Más de cien
millones de personas viven por debajo del nivel de pobreza, el agua potable
escasea; enfermedades como la meningitis, hepatitis A y B; tétano, fiebre tifoidea, etc., abundan. La poliomielitisno
ha podido ser erradicada pese a los esfuerzos de organismos internacionales. En
ese país el analfabetismo es muy grande, con más de 75 millones que no saben
leer ni escribir.
De ese país
grande y pobre, enfermo y hambriento, sin educación ni salud, nos llega Joshua, un hombre que, como la mayoría de los
niños de su pueblo, no pudo terminar la escuela y debió trabajar de mecánico y
otras cosas para ayudar a la familia.
Joshua es
producto de la comunicación de masas a través de una red de televisión muy
poderosa que llega a millones de personas en todo el mundo. De hecho el
predicador es considerado uno de los más ricos del mundo. Es fundador de la
“Sinagoga, iglesia de todas las naciones” que le ha permitido acumular riquezas
extraordinarias.
Más que
“profeta”, es un actor montado sobre una plataforma que le permite engañar o
embaucar a los incautos e ignorantes. No tiene poderes sobrenaturales; no es
cierto que cure a los enfermos, no hace milagros. Es un farsante. Si tiene
tanto poder como para sanar a los enfermos, ¿por qué no cura a sus compatriotas
que mueren hacinados en centros de salud peores que los dominicanos? ¿Por qué
no le quita la polio, la meningitis, la tifoidea y otras enfermedades a los
millones de niños y adultos que mueren todos los años en Nigeria?
Ese farsante
tenía un edificio de cuatro plantas. Sin una sólida estructura le construyó dos
más y se derrumbó hiriendo a cientos y
matando a más de 120 personas. Dijo, a sabiendas que mentía, que fue un
sabotaje.
Un farsante, simulador,
embaucador, fariseo, el gobierno lo trae junto a grupos similares para que
engañe al pueblo dominicano y lo hace lucir ignorante ante las demás naciones
del mundo sin pensar que contradecía su propia “revolución educativa”. (¿?)
Lo reciben en el
aeropuerto con honores, el presidente Danilo, que no habla con nadie porque
sufre de una dislexia política, lo agasajó en el Palacio Nacional y posó para
“su” prensa. Los congresistas le hicieron un reconocimiento, algunos hasta
fueron al Estadio Olímpico donde el farsante se presentó durante dos noches
llenando cubetas de dinero de los pobres pendejos que fueron en busca de fe y
sanación.
Ah pueblo,
ignorante, pendejo y pobre.
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