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domingo, 9 de septiembre de 2018

¡E pa fuera que van!


                                  
Por JUAN T H

Sin haber gobernado tantos años de manera consecutiva como el PLD, Peña Gómez solía decir que “sólo el PRD destruye al PRD”. En efecto, el PRD se destruyó a sí mismo aunque con el apoyo del gobierno que respondiendo a una estrategia de perpetuidad en el poder, primero destruyó al Partido Reformista que lo llevó al Palacio Nacional, y luego, con la chequera del Estado, fue minando la dirección hasta convertirlo en lo que es hoy: una plataforma política para el enriquecimiento de sus dirigentes.

De ese modo el PLD logró uno de sus objetivos fundamentales: destruir la oposición. Sin el PRD y el PRSC como fuerzas políticas mayoritarias haciéndole la vida imposible,  Leonel Fernández y Danilo Medina han gobernado sin problemas. El PLD convirtió en casi nada la oposición, y, concomitantemente se apoderó de los poderes del Estado, incluyendo la prensa y gran parte de las iglesias, al tiempo que acumulaba fortuna que usa, junto con el presupuesto nacional en los procesos electorales para comprar la voluntad popular.

Desde 1961, cuando bien mataron a Trujillo, ningún partido había acumulado tanto dinero, ni tanto poder. (Las 24 familias más ricas del país no tienen más dinero que los 35 miembros del Comité Político del PLD y sus socios más cercanos)

El partido masificado, con dos grupos políticos y económicos en pugna por el poder (Leonel-Danilo), y sin dirigentes  con calidad moral para imponer orden y retomar el camino de la disciplina, las cosas no pitan bien para el PLD. Y para ponerle la tapa al pomo, los escándalos de corrupción aparecen en la prensa todos los días socavando la estructura del gobierno, la popularidad del partido y de sus líderes.

En pocas palabras: el PLD se está destruyendo a sí mismo fruto de las ambiciones de sus líderes y demás dirigentes, de la corrupción y la impunidad que la acompaña, del endeudamiento cada vez mayor y la inseguridad, entre muchos otros problemas sociales que no han provocado un estallido popular, aún, precisamente porque la oposición continúa durmiendo esperando que la fruta podrida caiga del árbol. (Quieren coger los mangos bajitos; comer pescado sin mojarse el trasero)

De todos modos la situación del PLD es grave. Tiene más problemas que cualquier otra agrupación política. No es solo que ha despedazado el país, que lo ha descuartizado y convertido en un estercolero, es que donde vivir en él es una proeza de héroes. La gente tiene que estar cansada del PLD, de su desatino, de su cinismo y desfachatez.

Le dije a unos amigos: no importa que Danilo y Leonel se unan, se den un abrazo y hasta se besen frente a las cámaras de televisión y los periódicos. La gente sabrá que es una farsa, que uno no cree en el otro, que, como diría Sabina, no pasaran de ser “enemigos íntimos”.  Como la reelección está prohibida, podrán presentar a Leonel de candidato o escoger otro que garantice “la unidad y el triunfo”, no importa, creo que en el 20 se van. El cambio se impondrá. ¡Tiene que imponerse! ¡Aire nuevo en el bosque! ¡Brisa fresca en los campos y ciudades!

Si los partidos tradicionales que han mantenido una posición cómplice o pasiva con el gobierno no forman un frente para sacarlo del poder, surgirá otra con un liderazgo distintos que desplace y derrote al PLD, partido que no tiene nada que ofrecer, porque no harán en cuatro años (2020-2024) lo que no hicieron en 20 años. ¡Así de sencillo!








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