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domingo, 22 de enero de 2023

El PRM y el gobierno

Por JUAN T H

 

Un partido es un proyecto político que tiene como primer objetivo la toma del poder. Es su razón de ser, lo que le da legitimidad social. Pero, ¿para qué necesita el poder? Se supone que lo quiere para producir los cambios y las transformaciones que demandan la sociedad en su conjunto o una buena parte de ella.

 

No creo que los fundadores del Partido Revolucionario Moderno (PRM) al momento de crear esa organización tuvieran definidas todas las ideas, los planes y proyectos para su ejecución tan pronto llegaran al poder. Igualmente pienso que hubo mucha improvisación en su fundación, algo que puedo entender ya que las circunstancias obligaron a sus fundadores a formar tienda aparte, abandonando la que fuera su casa política por más de medio siglo.

 

Hipólito Mejía, Luís Abinader, Milagros Ortiz Bosch, entre muchos otros dirigentes del otrora poderoso PRD, fueron prácticamente obligados a renunciar y fundar lo que hoy conocemos como PRM. El PLD, a través de la JCE forzó la división del PRD con decenas de sentencias en favor de Miguel Vargas. Todo fue muy rápido. A todos nos “apagaron el jacho” y debimos encender otro en tiempo de crisis política.

 

Una cosa empujo la otra. Y de pronto el PRM, como un sortilegio, se vio en el Palacio Nacional con Luís Abinader como presidente de la República, acompañado de las dos Raquel, su esposa y su compañera de boleta. Las elecciones de medio término fueron abortadas en un intento de Danilo Medina por robárselas y luego imponerse como presidente reelecto, lo que generó un conflicto que casi termina en tragedia. Todo fue como un relámpago. Ni siquiera hubo tiempo para una transición gubernamental en el tiempo reglamentado por la ley.

 

Tan pronto llegó al poder, eso sí, Luís Abinader cogió el toro por los cuernos y comenzó a tomar medidas de honestidad y transparencia. El trabajo, la honestidad y la transparencia han sido sus armas de reglamento, aprendiendo a gobernar un país difícil y complicado como el nuestro, sobre la marcha. Al llegar al gobierno Abinader no tenía, es cierto, experiencia de Estado. Pero nadie la tiene cuando llega a la presidencia por primera vez. No la tenía Leonel Fernández que no había ocupado ningún cargo en el Estado que no fuera abogado de oficio.

 

Puedo excusar todos los errores y toda la novatada del presidente y de sus funcionarios durante los primeros meses de gestión, incluso durante el primer año. Atribuírselos a la falta de experiencia, a la ingenuidad, a la torpeza, a la falta de coraje para tomar determinadas decisiones que marcaran una ruptura con el pasado inmediato. Lo acepto. Pero ya es tiempo de corregir entuertos. Ya es tiempo -hace tiempo- de sentarse fríamente para ver el futuro para convertirlo en presente. Los cambios prometidos no han sido profundos, ni radicales, como los que esperaba el país.

 

He reflexionado mucho sobre lo que ha sucedido en estos dos años. Creo que el balance ha sido altamente positivo en términos éticos y morales. El país avanza, sin dudas bajo la dirección del presidente Abinader. Sin embargo, pienso en el gabinete del presidente y en los demás funcionarios importantes, y de su composición social y política, de su compromiso con el partido, con el presidente y con el país.

 

Me he preguntado durante mis horas de reflexión me he preguntado si el gabinete de Abinader es el gabinete apropiado, si todos sus integrantes tienen los mismos ideales, los mismos intereses y la misma responsabilidad frente al mandatario y frente al país. ¿Ese es el gabinete del PRM o es el gabinete de Abinader? ¿Este es el gobierno del PRM o el gobierno de Luís Abinader? ¿Acaso no es lo mismo Abinader que el PRM, y viceversa? Y si es así porque no veo a los ministros tirados a la calle del medio defendiendo y protegiendo a su presidente, al partido y al gobierno? Siento que el presidente va a un ritmo y sus funcionarios a otros muy lentos, como si tuvieran propósitos distintos. Siento que el presidente baila merengue y muchos funcionarios bailan salsa, bachata o merengue ripiao sin ton ni son, aun cuando tienen un director bastante bueno.

 

En el gobierno, creo, todos tienen que marchar acompasados, tocar la misma música. Coordinados y coherenciados, sin ruidos innecesarios, como ocurre frecuentemente. Sigo insistiendo en que la comunicación sigue siendo el lado débil del gobierno.

 

Otra cosa. El PRM tiene que definir un proyecto de partido verdaderamente moderno, definir, insisto, si es un partido para cuatro años, para ocho, 20 o 40 años. Hay mucho escepticismo al respeto. Creo que algunos funcionarios están trabajando para cuatro años en el poder, como si no tuvieran fe, como si no confiaran en la repostulación del presidente Abinader, la que personalmente doy como un hecho.

 

El PRM tiene que ser un partido para toda la vida, ya sea en el poder o en la oposición. Un partido con espíritu de cuerpo, bien organizado y disciplinado, para lo cual necesita claridad en los objetivos, a corto, mediano y largo plazo. En ese sentido requiere de una plataforma programática de largo alcance. ¿Qué quiere el PRM hacer con el país? ¿Hacia dónde pretende conducirlo? ¿Cuáles son los planes en materia de infraestructura, educación, salud, seguridad social, transporte, seguridad ciudadana, seguridad jurídica, etc., etc.? ¿Cómo y cuándo daremos un salto de garrocha hacia el desarrollo sostenido definitivo? En qué tiempo se cumplirán esos objetivos. Esas cuestiones el PRM tiene que definirlas y exponerlas claramente. Es por eso que los organismos de la organización tienen que reunirse periódicamente. Ser dirigente de un partido requiere de estudio, trabajo y sacrificio, para lo cual es necesario un alto sentido de servicio a su pueblo.

Hace algunos años estuve en China continental durante todo un mes. Me llevaron a un centro de convención y me mostraron lo que sería Pekín en los próximos 20 años. En el gigante asiático nada se hace al azar, todo está planificado a corto, mediano y largo plazo.

 

 

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