POR JUAN T H
El partido de
gobierno lejos de mostrar fortaleza política, nos enseña –por primera vez desde
que llegó al poder en 1996, una gran debilidad, la cual se evidencia en la
división provocada por Danilo Medina, obligando al ex presidente Leonel
Fernández a formar tienda a parte, luego de hacerle fraude en las primarias
internas para que no fuera el candidato en los próximos comicios, imponiendo a
Gonzalo Castillo, que no reúne la más mínima condición para ocupar el cargo de
jefe de Estado, pues ni siquiera puede articular una ideo o pensamiento
coherente.
El propio
presidente Danilo Medina reconoce –aunque no lo diga- que no tiene posibilidad
de imponerse, que Gonzalo no será elegido, que fracasó en su estrategia de
poner un títere como candidato para él continuar gobernando. (¡El poder detrás
del trono!) Asustado más que un chivo, arenga a sus tropas, las invita a perder
el miedo y defender el voto en las urnas como dé lugar, al tiempo de anunciar
que saldrá a las calles para respaldar al Penco (¡gran cosa!) como si eso
bastara para ganar las elecciones.
Afirma –eso si
es peligroso- que su gente se encargue del triunfo en las mesas que de “lo
nacional me encargo yo”. La JCE debería pedirle que explique eso, porque se
supone que el mandatario debe mantenerse al margen, que no es juez ni árbitro.
Danilo baja del solio presidencial para convertirse en un militante; la
condición de estadista, que nunca ha tenido en realidad, la olvida.
Un partido
dividido, no importa que esté en el poder, es muy difícil que gane unas
elecciones, sobre todo si el que fue obligado a marcharse ha sido tres veces
presidente de la República y presidente del PLD durante muchos años, lo cual le
garantiza un liderazgo tanto dentro como fuera del país. De no ser por la
ruptura, y con Leonel como candidato legítimo, la situación sería otra. No sé
con exactitud qué porcentaje tiene el ex mandatario, pero supongamos que está
rondando el 15%, es mucho, la tercera fuerza política del país.
Al desprendimiento
de una parte importante del PLD hay que sumarle la crisis económica, agravada
por el Covid-19 con sus consecuencias
negativas en las remesas, el turismo, y la paralización del aparato productivo,
debido al manejo politiquero y absurdo que le ha dado Danilo al virus.
Pese a los
cuantiosos recursos invertido para posicionar al Penco (más de cien mil
millones de pesos, y lo que falta) no ha logrado pasar de un 30%. Y es mucho,
no debería tener un 5% por su falta de carisma, carácter, formación política y
cultural general, que le impiden hablar de los problemas nacionales y las
soluciones. Para “protegerlo”, como dijera Danilo, no le permiten que hable ni
que los periodistas lo entrevisten a menos que no esté arreglada. Es por esa
razón que no ha participado en los debates con los demás candidatos.
Gonzalo no tiene
un 30, ni un 35. Gonzalo no tiene nada. El porcentaje que le atribuyen las
encuestas no le pertenece, es de Danilo Medina y del debilitado PLD.
La mayor muestra
de fracaso es el nerviosismo que han provocado las últimas encuestas de las
firmas más prestigiosas que colocan a Luís Abinader con más de un 50% para
ganar en primera vuelta. El gobierno sabe que esa es la realidad, que esos son
los números. Pero las bocinas y algunos ministros la han emprendido contra los
patrocinadores insultándolos y maldiciéndolos.
Esas mismas empresas en el pasado reciente favorecían al PLD y sus
gobiernos, las aplaudían y defendían como buenas y válidas, ahora las condenan.
El PLD sabe que
está derrotado, que no podrá ganar limpiamente las elecciones, que los números
no dan, que el pueblo decidió cambiar de rumbo, no importa cuántos materiales
para la construcción, cuantas fundas miserables con alimentos, cuantos
electrodomésticos, cuantas dádivas le den a los pobres para comprarle su voto y
su conciencia, se van. Y como dicen los jóvenes de la Plaza de la Bandera en
una consigna definitoria: “¡Si no se van, lo sacamos!”
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