Por Miguel Ángel
Cid Cid
El señor Rafael
Capellán dijo a su hijo, --Franchy, invita a tu amigo Miguel Ángel a almorzar
con nosotros el próximo sábado--. El siguiente sábado, ¿lo saben verdad?, yo
estaba degustando un delicioso almuerzo en casa de la familia de Don Rafael Danilo
Capellán.
El Pastor Rafael
D. Capellán está casado con Sarah Pimentel de Capellán. Si él es, como decía mi
madre, “un alma de Dios” doña Sarah ¡ni hablar!, su timidez y humildad dan una
sensación angelical. Rafael es mellizo con Bolívar Capellán, oriundo de Tamboril,
de familia tan extensa que solo ellos alcanzan a 17 hermanos.
En sus estudios
formales se graduó de bachiller, en el liceo Ulises Francisco Espaillat de
Santiago. A su pesar, para la época fue auxiliar de ingeniería en una compañía subcontratista
del departamento de acueductos y alcantarillados en el este del país. Luego, fue
administrador de una empresa de embutidos y tiempo después migró a EEUU. A su regreso
a dominicana, Rafael Capellán pasa a administrar la Agencia de Publicaciones
Adventistas y posteriormente Auditor de la Misión Dominicana del Norte.
En el ínterin,
Capellán se casa con Sarah Pimentel, en 59 años de nupcias han procreado dos
hijos. Los vástagos de la ejemplar pareja son, Alicia Capellán de Mego,
médico-pediatra y Francisco (Franchy) Capellán, ingeniero de sistemas y
cómputos.
El estudio
sistemático y el trabajo tesonero, le ganó a Capellán méritos sobrados para que
la iglesia Adventista lo ordenara como Pastor de campo en Santiago y Tamboril. Valga
aclarar, que entre los adventistas, ser pastor implica cursar estudios
universitarios de teología y administración cristiana. La condición de
autodidacta excepcional de Rafael Capellán, hizo que la iglesia se brincará el
protocolo.
En 1988 regresa
a EEUU donde trabajo de Obrero Bíblico en Greater New York Conference y pastor
asociado en Fort Washington, y Broadway.
Ir a casa de la
familia Capellán, significó una lección de lo que más tarde conocí como “igualdad
de género”. Al llegar todo estaba normal, nos sentamos a la mesa y los platos
estaban colocados para que cada uno se sirviera según su capacidad y gusto.
Antes de iniciar la degustación, Capellán pidió a su hija rogar por la
bendición de los alimentos.
Al concluir la
invocación, todos degustamos el suculento manjar. Ahora, una vez satisfechos los
deseos gastronómicos vino la sorpresa, cuando menos para mí. Capellán, recogió
sus manos como si fuera a elevar otra plegaria, mientras, yo observaba para ver
la razón del nuevo rezo.
-- Bueno, Miguel
y Franchy, doña Sarah y Alicia prepararon el almuerzo y sirvieron la mesa,
ahora corresponde a nosotros retirar los trastes, fregar las vajillas y dejar
la cocina impecable. Para ninguno de nosotros hay dudas de que los platos
estaban deliciosos, uno a uno así lo expresó, de modo que ¡manos a la obra! --,
sentencio suavemente Rafael Capellán.
Acto seguido,
Capellán propuso dividir las tareas, como si estuviera impartiendo otra
lección, esta vez sobre Marxismo y división social del trabajo.
-- ¿Miguel,
usted prefiere fregar o limpiar la cocina conmigo? --, me pregunto. No hay
problemas, dije y nos encargamos de la limpieza y a Franchy le toco fregar los
trastes. El trabajo, se realizó de manera tan natural, que los tres nos
ayudábamos uno al otro, así que nadie se sintió recargado de trabajo.
Tiempo después,
descubrí que esa era una práctica cotidiana en la familia Capellán. Aquí, los oficios
son consecuencia del consumo, aunque sea simbólico, que justifique el disfrute
del manjar. Razonablemente, las labores eran una manera de decirles a los
visitantes que en la familia, todos tenemos los mismos derechos, y los mismos
deberes.
Era, otra
versión de la sentencia bíblica que reza, “Ganaras el pan con el sudor de tu
frente”.
Hoy, Rafael
Danilo Capellán está retirado y el próximo 30 de octubre cumple 82 años de
edad. Resta saber si la iglesia Adventista del Séptimo Día dispensa el
tratamiento que merece un personaje de tan alto valor humano.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario