POR ROLANDO ROBLES
Ahora que el nombre del “Big Papi” está fuera de peligro, aunque no de
las malas lenguas que, con motivos o sin ellos, esperaban un desenlace del tipo
novelesco, aprovecho la ocasión para compartir algunas cosas que he pensado
durante estas dos semanas de especulaciones y chismes.
Lo primero que quiero decir es que, me alegro de que haya podido
salvar su vida. Me alegro por él mismo, por su familia y por todos los
dominicanos que rezaron por su recuperación. Me alegro también por el país,
pues nada bueno podíamos esperar si su caso hubiera resultado lo peor; y, aun
así, es evidente que las pérdidas son enormes.
Tengo que confesar que en algún momento “crucé los dedos” y “toqué
madera”, para que no existieran esas conexiones que las redes sociales
presagiaban. Hoy, luego del informe preliminar de la “justicia” dominicana,
auxiliada por el FBI y la DEA (aunque lo niegan) todo parece indicar que
efectivamente, el Big Papi sólo “estuvo en el lugar equivocado, a la hora
equivocada” y le agrego yo: “con la gente equivocada”
Pero, eso debe ser asunto del nuevo David Ortiz que, de seguro surgirá
al despertar de la pesadilla que no soñó sino, que vive en persona. A David
Ortiz, y solo a él, corresponde sacar las conclusiones de este incidente, tan peligroso
como traumático, a fin de hacer los correctivos que considere necesarios, para
beneficio propio y de su familia; y desde luego, para la tranquilidad del país
entero.
Respetando la privacidad del Big Papi y su familia, prefiero dejar el
asunto en este punto. Pero, quiero llamar la atención sobre la manera de como
nosotros, los dominicanos, nos comportamos cuando surge una tragedia
inesperada, porque nadie imaginó que esto le pudiera suceder a un valor
nuestro, a una gloria deportiva tan querida.
No hay que ser un experto para darse cuenta que, manos malsanas han
manipulado las redes sociales -como de costumbre- y generado una serie de
especulaciones que distorsionan la realidad de este desafortunado hecho,
poniendo en peligro el prestigio de la “marca país” que es David.
Y lo mas triste es que, una buena parte de la ciudadanía, se ha dejado
llevar de esta sarta de mentiras y medias verdades, alimentando las bajas
pasiones de los dominicanos mas ignorantes, que hacen un mejunje entre el morbo,
el culto al paladín del arrabal -algo tan propio de estos aciagos tiempos- y
las inclinaciones partidarias del momento. Pero no se dan cuenta de que, con
esas actitudes, sólo consiguen disminuir la categoría del gran héroe deportivo
nuestro.
Ya las autoridades dieron una explicación de los hechos y pienso que
la ciudadanía está dividida en dos bandos: creyentes y no creyentes. Dentro de
los que no aceptan la versión oficial, hay unos que suponen que se busca
“proteger” a David Ortiz. No explican de qué hay que protegerlo, pero lo
pregonan.
Hay otros cuyas mentes cabalgan más lejos y hasta lo conectan con una
supuesta deuda que tiene un “mafioso” que, además, es un supuesto funcionario
del gobierno dominicano. En fin, hay mil tres opiniones, tan especiales como la
de la supuesta damisela a quien le regalaron un vehículo de $84,000.00 y cuyo
“marido” -un “jodedor” de gran poder- se habría ofendido y ordenó la muerte del
pelotero.
Pero tengo que aceptar que todas estas versiones, son tan raras como
posibles. Porque vivimos una época de distorsión de los valores morales y
familiares. Realmente, todo puede ser verdad cuando la sociedad marcha “manga
por hombro”. Por suerte, la sensibilidad y el “don de gente” del muchacho,
pesan mas que todos sus posibles errores.
El primer desatino nos llega por boca de una supuesta “doctora” que, en
la sala de emergencia médica y olvidando su reglamento ético de preservar la
privacidad del paciente, declara a la prensa que David le dijo: “no me deje
morir, que yo soy una persona buena”. Como si ella tuviera el derecho a revelar
el estado de ánimo de su paciente. Algo insólito y desafortunado.
Dos días después, el diligente “amigo” que lo transportó hasta la
clínica, se despacha comentando sobre los “atributos masculinos” del Big Papi.
Como si eso le interesara al consternado público. Casi “desbarata con los pies,
lo que hizo con las manos”. De toda forma, le agradeceremos siempre su logro de
salvarle la vida a David, pero muy bien pudo evitar el desatinado comentario.
Luego de estos dislates y no teniendo conocimiento pleno de los hechos,
me quedo con la versión de las autoridades. No porque la crea 100% sino, porque
para descartarla, tengo que estar absolutamente convencido de que conozco la
realidad de lo sucedido. Y sucede que, nadie me ha dado una versión contraria
que sea creible.
Ahora, de lo que sí estoy absolutamente seguro es que, nuestros
jóvenes deportistas, millonarios por su meritorio trabajo en un mercado tan
bien pagado como es el deporte profesional, necesitan cultivarse en el nivel
cultural y ciudadano. Como dijera don Julio Hazim: “tienen que aprender a
comportarse como ricos”. Y yo le agrego: “y como nuevos ídolos populares”
No para aislarse en una burbuja y desconectarse de sus orígenes y de
su medio ambiente sino, paramejorar las condiciones de vida de sus familias y
de ellos mismos. Para ponerse en el nivel correspondiente a la nueva condición
de “paradigma” que la sociedad justamente les otorga. Para superarse en todos
los sentidos.
Quiera Dios que todo sea para bien de David, porque será también para
el país y para todos nosotros.
¡Vivimos, seguiremos disparando!
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