Por Miguel Cruz Tejada
NUEVA YORK._ El padre
dominicano Pedro J. Reynoso, condenado hace 23 años a dos cadenas perpetuas
consecutivas por dos asesinatos perpetrados el 23 de julio de 1991 en calles de
Filadelfia (Pensilvania), sigue manteniendo su inocencia y pidió la ayuda legal
del gobierno de la República Dominicana para que las autoridades de su país, lo
ayuden a esclarecer el caso y demostrar con las evidencias que asegura tener,
que nunca estuvo en la escena de los crímenes.
Fue sentenciado en julio de
1996 y está confinado en la cárcel estatal de máxima seguridad Graterford (State
Correctional Institution – Graterford)
en Pensilvania en el condado Montgomery. Es una de las prisiones más antiguas de
Estados Unidos y fue construida en 1929, un año antes de la Gran Depresión.
Reynoso, dice que es otra
víctima inocente de las recurrentes
manipulaciones de fiscales y testigos pocos creíbles, frecuentes en la época,
especialmente contra latinos y otras minorías, contra cuyos acusados se
manipulaba el sistema judicial, ha acudido también al auxilio de instituciones
especializadas en conseguir la anulación de juicios dudosos y condenas
injustas.
Reynoso, no es el primer
dominicano que cae en esa situación en cárceles de Estados Unidos. En la más
reciente historia, Fernando Bermúdez, logró una suma millonaria por haber
estado casi 20 años en prisión, condenado también a cadena perpetua por un
homicidio en Manhattan en los años
noventas.
La organización Proyecto
Inocencia (Innocence Project) tiene en sus manos el caso de Reynoso, que purga
condena en la cárcel estatal en el condado Grateford en Pensilvania.
Su caso es el número
CP-9405-0030 1-1 y desde hace más de dos décadas, el dominicano con varios
hijos, enfrenta el trauma de haber sido condenado sin haber cometido ningún
delito y el infierno que representan los barrotes.
En una carta enviada desde
la cárcel a este reportero, Reynoso, dice que “hasta el día de hoy, estoy
encarcelado por 23 años, cumpliendo unan sentencia de dos cadenas perpetuas por
dos homicidios que ocurrieron en la
ciudad de Filadelfia en fecha del 23 de julio de 1991”.
El reo dominicano sostiene
que para el tiempo que ocurrió el crimen, se encontraba en la República
Dominicana. “Yo fui inicialmente arrestado en el aeropuerto de la ciudad de
Newark (Nueva Jersey) , donde no intenté pelear mi extradición porque yo era un
hombre inocente y sabía que podía probar que me encontraba fuera del país para
la fecha, cuando el crimen fue cometido”.
Reynoso explica que durante
el juicio en julio de 1996, presentó una defensa de coartada en la cual
presentó el testimonio de la señora Martha Almonte, quien testificó que ella
viajó a la República Dominicana para la fecha en que ocurrió el crimen, junto a
él, y el
esposo de ella, el 13 de julio de 1991.
“Ella testificó que regresó
a los Estados Unidos para el 2 de agosto, 1991. Almonte testificó que ella me
conoce desde que yo era un niño y que yo me encontraba junto a ella para la
fecha que ocurrió el crimen”, agrega Reynoso.
También obtuvo el testimonio
del sacerdote Ramón Alejo de la Cruz, quien dijo a los jurados que había
ejercido ministerio en el poblado de Pimentel (Provincia Duarte), desde 1990
hasta 1995 y asegurando que el 13 de julio de 1991 ambos se encontraron en el
aeropuerto de San Juan (Puerto Rico), donde estaban en una escala y n tránsito
a la República Dominicana, llegando al país caribeño en el mismo vuelo.
El cura testificó que Reynoso
estuvo presente en el bautizo de su hijo Juan Alexander Reynoso, en la
ceremonia efectuada el 27 de julio de 1991 y existen fotos de la actividad.
Reynoso, estuvo además en la
oficina del abogado doctor Javier Bueno, un notario público en el poblado de
Pimentel el 17 de julio de 1991, haciendo un acta de compra venta de una
propiedad que le compró al señor Miguel Almonte.
Entre el 13 y el 30 de julio
de 1991, Reynoso estuvo además haciendo todos los trámites para el traspaso de
la licencia de una pistola a su nombre, que le fue aprobada el 7-30-91, con una
certificación de la entonces Secretaría de Interior y Policía que mantiene en
su poder y que fue recuestada a esa dependencia por el entonces cónsul en
Filadelfia y presidente del PLD Wilson A. Díaz en 1997.
EL JUICIO
Durante el juicio, la
fiscalía presentó dos testigos quienes admitieron al jurado que eran
drogadictos.
Ambos tenían un largo
prontuario criminal y casos criminales abiertos, pero negociaron sentencias
benévolas para incriminar falsamente a Reynoso.
Diecisiete años después,
esos testigos se retractaron de sus falsos testimonios y aseguraron que
Reynoso, no fue el tirador que cometió los asesinatos, sino otra persona.
También dijeron que fueron
presionados por detectives de homicidios del Departamento de Policía de
Filadelfia, y fueron obligados a testificar contra Reynoso.
El padre dominicano dice que
debido al flaco trabajo de su abogado, su apelación para que se anulara el
juicio, fue rechazada.
El defensor de Reynoso tenía
60 días para presentar en apelación las evidencias que lo benefician, pero dejó
pasar el período legal y la petición fue negada.
Adicionalmente, obtuvo los
testimonios de una hermana y un primo de los muertos, quienes testificaron a su
favor, quienes señalaron al asesino y diciendo que el matador los había
amenazado por años con matarlos si hablaban en su contra.
Pero esos testimonios fueron
presentados tarde.
APELACIÓN FEDERAL
Reynoso dijo que en este
momento cursa otra apelación que sometió en la Corte Federal de Pensilvania y
por suerte, cuenta con un abogado que después de analizar y evaluar los
testimonios y las evidencias, está convencido de su inocencia.
“Mi abogado actual quiere
ayudarme y ha puesto todo en manos de los jueces federales”, dijo Reynoso.
“Estamos trabajando y
luchando paran que se haga una audiencia en la que se permita presentar todos
los testigos y testimonios que no se presentaron en el proceso ni en mis
apelaciones anteriores”, expresa Reynoso en la carta.
“Mi interés es llevar este
caso a la opinión pública para tratar de obtener la atención de las autoridades
dominicanas en este país, por ser ellos quienes tienen el deber de representar
a sus ciudadanos en territorio extranjero”, dijo el recluso.
Reynoso añade en la misiva
que las autoridades dominicanas también la obligación de investigar las
evidencias que vienen de nuestro país y después de ser confirmadas, deben
representarlas.
“Todas las evidencias ya
mencionadas están disponibles, solo soy un ciudadano dominicano falsamente
convicto (condenado) en territorio extranjero, que está buscando justicia”,
concluye el padre dominicano.
PIE DE FOTO
NUEVA YORK._ El dominicano
Pedro J. Reynoso, condenado hace 23 años a dos cadenas perpetuas consecutivas
en la cárcel de Graterford (derecha) en Pensilvania y que mantiene su
inocencia. (Foto suministrada y Emma Lee / NewsWorks).
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