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jueves, 11 de agosto de 2016

Enfermedades profesionales


Por Manuel Volquez

Las llamadas “enfermedades profesionales” son el enemigo principal de los periodistas que ven en la obligación de acudir al pluriempleo para garantizar mejores entradas económicas, vivir con dignidad y evitar menos riesgos de caer en la indigencia. 

Se entenderá por enfermedad profesional la contraída a consecuencia del trabajo ejecutado en las diferentes actividades y categorías ocupacionales.

La hipertensión, diabetes, crisis renal, tuberculosis, los ataques cardiacos y cerebrales son algunos ejemplos que están al acecho de nosotros, especialmente estos dos últimos. Muchos periodistas han muerto, otros estamos seriamente lesionados, discapacitados, tras sufrir percances de salud y algunos están en la lista de espera para muy pronto correr igual suerte dado el fuerte ajetreo (estrés) a que están sometidos.

Factores como los bajos salarios y las múltiples obligaciones familiares, los incontrolables gravámenes impuestos por el Estado dominicano reflejados en el consumo masivo de los diversos productos de primera necesidad, a través del gran comercio, la impotencia de tener una vivienda para sus hijos, incapacidad adquisitiva para satisfacer los problemas de la familia, generan tensiones que finalmente terminan en enfermedades catastróficas, en un derrame, un infarto y hasta en el suicidio. 

A fin de cuenta, y es lo lamentable, ese cuadro de problemas a quienes beneficia es a los médicos, las compañías reaseguradoras (ARS), los centros hospitalarios privados y las industrias farmacéuticas en complicidad con el Estado que les abre las puertas a esos sectores para que acumulen riquezas a cuenta de los pacientes que ya están a punto de entrar al sepulcro y que, sin embargo, son entretenidos con estudios y recetas médicas que no preservarán la vida, sino que la agravan, hasta que el cuerpo no resista más el bombardeo constante de medicamentos de mala calidad, en gran parte falsificados,  y sucumba finalmente en los brazos de la muerte.

Las enfermedades profesionales convierten a las personas, especialmente a los periodistas, en vegetales, y en rehenes de los médicos, de las famosas Aseguradoras de Riesgo de Salud (ARS), los centros clínicos y las industrias farmacéuticas. Estos sectores viven de las enfermedades catastróficas, pues mientras más enfermos existan, más beneficios económicos y ascendencia social obtendrán. Nos convertiremos en rehenes hasta la muerte, tan pronto entramos al consultorio y nos evalúen. A partir de ese momento, empiezan las ganancias financieras para el médico, la clínica, las compañías farmacéuticas y las ARS. Con razón los consultorios siempre están llenos de pacientes con las manos ocupadas por sobres gigantes repletos de exámenes de laboratorios.

Ignoraba todas esas cosas hasta que encontré un libro titulado “La mafia médica”, escrito por la doctora Ghislaine Lanctót, nacionalidad canadiense, quien describe magistralmente cómo opera esa red, al extremo incluso de que le cancelaron el exequatur por las graves denuncias contra ese poder. Aprendí en ese instante la importancia de la llamada Filosofía de la Ignorancia que afecta a cada ser humano-Aunque en la evaluación salgamos sanos, el médico (no son todos, hay que ser justo) no nos dejará salir del consultorio sin antes indicarnos un estudio, como medida preventiva, la mayoría de los casos costosísimos, aunque no se necesite.

Es la forma de cumplir con el centro médico donde tiene rentado un espacio para su consultorio, sobre todo si hay de por medio un buen seguro. Algunos son tan inhumanos que le cobran al paciente sumas elevadas por las consultas, aunque el seguro no lo contemple. Y si el rehén, digo el paciente, no está asegurado, entonces el festín será mejor porque aprovechará la desesperación de su víctima en la lucha por no morir y los familiares hipotecarán hasta la respiración para preservar esa vida.


Y por último, a manera de tiro de gracia, algunos médicos le cobrarán al paciente por ver nueva ves los resultados del estudio y emitir su opinión al respecto. Pero antes obligarán al paciente a solicitar una nueva cita y a pagar otra vez en caja los benditos derechos a ver esos resultados. Así funcionan las cosas y nada pasa. 
Continuará….

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