Por Miguel Ceara-Hatton
El salario es y ha sido el precio de ajuste de la economía desde que se
registran cifras macroeconómicas. Aunque esta función la ha asumido bajo
diferentes circunstancias y diferentes lógicas de acumulación.
Para entender este rol hay que explicar la mecánica de distribución del
ingreso, es decir, la definición como categorías de análisis económico del
salario y la ganancia, así como explicar su nivel y movimiento.
Dos teorías explican el salario y la ganancia
Hay dos grandes corrientes de pensamiento que definen, explican las
reglas del movimiento del salario y la ganancia.
La teoría económica convencional o neoclásica habla de factores de
producción, de individuos y no de sociedad, de competencia perfecta, de uso
óptimo de recursos y de una tendencia al pleno empleo de esos recursos. En ese
contexto se explica la retribución a cada factor productivo por su aporte al
producto total (la teoría de la productividad marginal). Por lo tanto, el
salario es independiente de la ganancia y viceversa, ya que los niveles de
ambos se definen a partir de una “relación técnica” de manera que si varía el
aporte al producto de un factor (por ejemplo, la productividad marginal del
trabajo), se modifica el precio de ese factor y los precios del bien final,
dejando igual la retribución de los otros factores (ganancia). En este enfoque
el nivel de empleo y el salario se determinan en el mercado de trabajo por la
oferta y demanda de empleos. El desempleo se asocia a un salario real elevado
que el mercado puede corregir si hay flexibilidad de salario.
La teoría neoclásica considera la posibilidad de una desviación
momentánea de esta regla, es decir, que un factor reciba más o menos que su
aporte marginal al producto total, pero ello es momentáneo porque la
competencia llevaría a que los factores productivos se muevan entre actividades
económicas buscando la mayor retribución hasta un punto en donde el salario y
la ganancia serían más o menos los mismos en toda la economía.
La otra teoría está asociada al pensamiento económico clásico y las
escuelas económicas que se definen como heterodoxas, las cuales argumentan que
no existe ningún mecanismo “automático” en la economía para alcanzar pleno
empleo, de manera que la economía se ocupa de estudiar la forma de cómo se
multiplica la producción material, cómo se distribuye el ingreso y en dónde se
acumula el capital. Para este enfoque el salario se establece a partir de un
mínimo que garantiza un cierto nivel de reproducción (por ejemplo, el salario
mínimo) y se regula por la fuerza o capacidad de negociación de los
trabajadores (dado el nivel de desempleo).
La ganancia se define como un excedente determinado por la diferencia
entre el salario y el valor de lo producido, de manera que salario y ganancia
son interdependientes. Una variación del salario se refleja básicamente en la
ganancia (y viceversa) y los cambios en la distribución del ingreso se producen
a través del ajuste en el producto. Los precios se fijan por el costo primo
(salarios y materias primas) más un sobreprecio (mark-up) que refleje el grado
de monopolio de las empresas.
En resumen, la distribución del ingreso (el nivel del salario y la
ganancia) se explica por las fuerzas de cada colectivo social para reivindicar
su participación en el producto o ingreso. Además, en este enfoque, el empleo
depende del nivel y estructura de la demanda agregada en el corto plazo y largo
plazo (gasto autónomo: exportaciones, inversión)
¿Qué ha pasado en la República Dominicana?
Sobre la base de la segunda línea de argumentación es que se puede
afirmar que el salario real ha sido el precio de ajuste de la economía. Todos
los demás precios de la economía aumentan (tipo de cambio, la tasa de interés,
el precio de la energía, la ineficiencia del Estado, el transporte, etc.) menos
el salario que se convierte en el precio de ajuste para mantener la masa y tasa
de ganancia.
En el gráfico que acompaña estas notas, aparece el índice de salario
mínimo legal real desde 1930 a 2017 y se observa que el poder acquisito
promedio no supera el 72% del nivel más elevado en la transición
postrujillista, manteniéndose bajo por diferentes lógicas
En efecto, durante la dictadura fue para favorecer la acumulación de
capital de Trujillo y sus allegados mientras que en la transición
postrujillista se desataron grandes fuerzas sociales que empujaron hacia arriba
el salario mínimo legal alcanzando los niveles más elevados en casi 9 décadas
(1930-2017).
En la etapa siguiente de sustitución de importaciones financiado por las
exportaciones tradicionales se elaboró una estrategia de políticas públicas
para favorecer la acumulación industrial urbana (1969-1981) que situó el índice
de salario en un 71% del nivel más alto alcanzado (1963-1968).
Luego se presentó la transición de la década del ochenta (s.XX) donde la
economía registró una crisis de liquidez y de solvencia en dólares, en el marco
de un severo ajuste macroeconómico y en la transición hacia la economía de los
servicios, todo ello causante de dos crisis económicas (1984-85 y 1990). Los
salarios reales se deprimen para generar un excedente que pagara la deuda
externa y creara nuevas bases de competitividad internacional´.
A partir de la década del noventa los salarios reales se ha mantenido
relativamente bajo (72% promedio del nivel de 1963-1968) como consecuencia de
la economía de servicios con un cierto repunte en los últimos años, pero
todavía muy por debajo de la transición postrujillo.
Entre 1950 y 2016, según cifras oficiales, el PIB ha crecido a un poco
más de 5% (promedio anual) mientras que el salario mínimo legal real apenas lo
ha hecho en 1.4%, es decir, se ha creado una brecha creciente de desigualdad
que al día de hoy ha llevado a un salario mínimo legal de las empresas grandes
no cubre el costo canasta familiar del quintil más pobre a junio de 2017. Esta
situación es inaceptable desde una perspectiva económica, humana, social y de
justicia, porque alguien se ha quedado con lo que no le corresponde por el uso
del poder.
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