Por Miguel Ángel
Cid Cid
Elegir
autoridades siempre sitúa las comunidades humanas en situación difícil.
La elección, por
naturaleza constituye un emplazamiento frente a los intereses involucrados. Por
un lado están quienes quedarán satisfechos con la decisión tomada, y del otro
lado, están los que no siendo favorecidos elevarán su protesta descalificando
la escogencia.
En efecto, el
Consejo Nacional de la Magistratura escogió a los cuatro jueces faltantes en la
Suprema Corte de Justicia. Los seleccionados son, los magistrados Blas
Fernández Gómez, Pilar Jiménez Ortiz, Manuel Read Ortiz y Moisés Alfredo Ferrer
Landrón. Los jueces electos son de carrera y sin aparente vínculos políticos
partidarios.
En lo que
corresponde al Tribunal Superior Electoral, ninguno de los integrantes del
tribunal consiguió ser ratificado para un nuevo periodo. El abogado Román
Jáquez Liranzo, director de la carrera de Ciencias Jurídicas de la Universidad
Católica Santo Domingo, fue seleccionado como presidente del TSE. Jáquez
Liranzo era miembro suplente de ese tribunal. Además, acompañaran a Román los
magistrados: Santiago Salvador Sosa, Ramón Arístides Madera, Rafaelina Peralta
y Cristian Perdomo.
El CNM,
presidido por el Presidente Danilo Medina, presionados por la oposición y la
ciudadanía se vieron en la disyuntiva de elegir magistrados aparentemente
desvinculados de los partidos políticos. Es evidente la imposibilidad de
satisfacer a todos los sectores. En esa tesitura, ya se dejan ver algunas
fisuras en la oposición en cuando a la valoración sobre los jueces
seleccionados.
En el TSE los
escogidos como suplentes son: Rhina A. Díaz, suplente de Rafaelina Peralta;
Rosa Fior D’Aliza Pérez de García, suplente de Cristian Perdomo; Jorge Eligio
Méndez, suplente de Ramón Madera; Marcos Cruz García, suplente de Román Jáquez
Liranzo; Fernan Leandry Ramos Peralta, suplente de Santiago Sosa.
Los nuevos
magistrados asumen sus puestos en las altas cortes en un momento difícil,
momento en que el sistema judicial se hunde en la desconfianza generalizada.
Puede incluso afirmarse, que muy pocos sectores de la sociedad tienen fe en los
tribunales nacionales y mucho menos, si se trata de las altas cortes.
La falta desconfianza
se ha ido construyendo paso a paso. Los procesos de enjuiciamiento a
funcionarios y personas vinculadas a sectores poderosos han producido
sentencias dudosas. El archivar el expediente de sometimiento a Félix Bautista,
y la manera como fue despachado el caso de Arturo del Tiempo, con la Torre
Atiemar, son solo una muestra.
La tapa al pomo,
la ponen otros casos judiciales de
repercusión internacional.
Hablo de la
compra de los aviones Tucanos, y más reciente, las delaciones premiadas de
Marcelo Odebrecht en Brasil. Este último implica a altos funcionarios del
gobierno dominicano, y dirigentes políticos del partido morado y la oposición.
Todo ello, manejado con un manto de dudas tan intenso,
que no se escapa ningún espacio público de la comidilla. La creencia de que los
encartados no son más que chivos expiatorios se pregona en cada esquina de la
ciudad y en los patios y conuco del campo.
La lista de
aspirantes fue de 83 juristas, de estos solo 14 fueron favorecidos por el CNM.
Entre estos 10 irán al Tribunal Superior Electoral (cinco como titulares e
igual número como suplentes) Renovando de manera total este tribunal. En
cambio, la Suprema Corte de Justicia queda inyectada con la sangre nueva de 4 magistrados.
Cabe entonces la pregunta.
¿Podrán estos
jueces que entran hoy a la SCJ cambiar el rumbo de descredito que se a
granjeado el alto tribunal?
¡Este es el
retos de los elegidos!, cambiar el rumbo de la impartición de justicia en el
país.
El proceso de
evaluación quedó deslucido con la renuncia del magistrado de primera instancia,
José Alejandro Vargas, quien alegó que el CNM mostró desconfianza en él. De
igual modo hizo la jueza Alba Luisa Beard Marcos en solidaridad con el juez
Vargas y por considerar que está en las mismas condiciones de su colega.
La suerte está
echada, los magistrados fueron electos por el CNM y por mandato constitucional.
La pelota está de su lado ahora. Demostrar que en verdad son independientes del
partidarismo perverso no es nada fácil, pero si quieren servir a la democracia
tienen la obligación de actuar como jueces.
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