Por Reynaldo Peguero
Santos Telésforo Gómez Valdez, Forito, es la persona más carismática,
seductora y encantadora que he conocido jamás. Conquistó para siempre mi
corazón infantil, desde que en los aromáticos jardines de azahares de nuestra
residencia en la Otra Banda, me indicara “voy a estudiar Medicina, Reynaldo”.
Apenas tenía tres años de edad y no me contuve “yo también cuando sea grande”.
En 1965, toda la Avenida Valerio se compungió cuando erróneamente se
difundió que acababan de matar al “doctor hijo de Foro” en la Revolución de
Abril. Una confusión con su primo hermano Facundo Gómez, divulgó la especie que
Forito había caído en el fallido y mortal asalto de las fuerzas
constitucionalistas al Palacio Nacional.
Forito estudió en el colegio Iberia de Don Pepe, en la Universidad de
Santo Domingo, en Madrid, España y en EUA. Antes que la Revolución del 65
afectara la vida nacional, se hizo tan famoso en el Hospital Padre Billini, que
las monjas, enfermeras, médicos y todo el personal adoraban ese santiaguero
buenmozo y solícito que demostraba destrezas y mucha calidad humana para
atender pacientes difíciles y casos enredados. Apenas era un simple
“practicante” y sabía resolver varios problemas. Todo lo había aprendido con el
abuelo Foro, su diestro padre y boticario que administraba inyecciones,
recetaba medicamentos eficaces, curaba heridas, sanaba rámpanos y alejaba la
mala suerte, entre muchas otras pericias médicas surgidas de la
experiencia.
Forito fue orgullo, modelo y ejemplo para nuestra familia y toda la Avenida
Valerio. Que un genuino y auténtico hijo de la zona más próxima al río Yaque de
Santiago, llegara a médico, que fuera a Europa, que aprobara el riguroso
examen Foreign en USA, que se especializara en Urología Médica en
diversos hospitales de Estados Unidos de América (EUA) y que fuera miembro del
Cuerpo Médico de las Fuerzas Armadas de los USA, lo convirtieron en un
paradigma para muchas familias responsables y serias que deseaban que sus hijos
fueran profesionales. Tabaré Hernández, Eduardo Segura, Federico Lithgow,
Piky Peguero Calzada y Rafael Estévez Reyes, su círculo más íntimo de amigos,
tienen grandes historias comunes de las pericias médicas de Forito, que aunque
no murió en la revolución de abril de 1965, se arriesgó muchísimo en la
cura de cientos de heridos de esa guerra.
Que no decir de la magia y la alegría del momento en que Mami nos
anunciaba que su adorado hermano, mi venerado tío y padrino, llegaría de
vacaciones un fin de semana a Santiago de los Caballeros. Estar a su lado
escuchando los cuentos que él traía “desde la capital” era el hecho más
significativo de todo el año. Elegantemente vestido como gentleman o lord
inglés, ataviado con unos zapatos florshiem y acicalado con la fragancia
varonil más exótica de todos los tiempos “vetiver”, nos refería sus casos
médicos o nos contaba de una gran fiesta en el exclusivo “Country Club” de la
Capital. Yo le llevaba a limpiar los zapatos al “parque Ramfis” como él
mismo le decía al espacio al que nunca dejó de llamar por el nombre del hijo
mayor de Trujillo, que aunque ya estaba ajusticiado, era una referencia.
Siempre visitaba su novia de casi toda la vida, Ana Alberta Genao
(Anny). Su tórrido romance con Ana Alberta, posteriormente nuestra
profesora de biología en la PUCMM, acontecía bajo la mirada de la familia
Genao, en las amplias galerías de la residencia de su padre Alberto Genao
(Don Berto) ubicada en la península vial que formaban las calles Restauración,
Colón y Avenida Valerio. En esa misma casa contemplé el discurso de Manolo
Tavares Justo del 14 de junio en la Plaza Valerio. Forito no llegó a casarse
con Ana Alberta, pero para nosotros fue y será su eterna novia. Contrajo
nupcias con una bellísima y apacible rubita de Guayacanes, Yenny, hija
del hacendado maeño Pasito Ferreira, cuya familia residía en Los Jardines
Metropolitanos de Santiago.
Que solemne, majestuosa y celebrada boda. Los amigos de Forito
comenzaron a llegar a Santiago tres días antes del matrimonio. La primera
fiesta y almuerzo con varios “pericos ripiaos” incluidos, se montó en los
jardines de la residencia de la familia en la Otra Banda. Mi bisabuelo Aurelio
Valdez, había sembrado muchos años atrás cinco preciosos almendros en
honor a las cinco hijas de Foro y Mimí: Thelma, Margot, Teresa, Gertrudis y
Rita Amada que generaban una gran sombra y frescor en todo el patio
delantero de la casa y ahí se montó la comida y se bailó todo el día. Se
apareció a Santiago la capital y el Hospital Padre Billini entero.
Los doctores recién graduados Piky Peguero, capitaleño y Rafael Estévez
Reyes, maeño, se quedaron en mi habitación, como siempre lo hacían cuando
llegaban de vacaciones a Santiago. Mami Margot había adquirido una amplia cama
camarote de maderas preciosas por lo que la habitación de varones se hizo más
espaciosa para recibir visitas. La ceremonia religiosa se realizó en la iglesia
del Politécnico Nuestra Señora de Las Mercedes y la fiesta en el “Roof
Garden” de la Cervecería Nacional Dominicana en la Avenida Bartolomé
Colón.
Forito inspiró una generación de cinco médicos en nuestra familia que a su
vez se han casado con profesionales de la medicina, por lo que la cantidad
es mayor. Incluso motivó que Irving Jorge Santelisses, hijo de su segunda
esposa Doña Josefina Santelisses, se graduara de Médico Cirujano un poco antes
que mi hijo lo hiciera de Cardiólogo, en el Hospital Mont Sinai de Miami Beach
Florida. Todos seguimos su ejemplo y muchas de sus ideas revolucionarias de
responsabilidad, seriedad y decoro en el ejercicio del trabajo. Hasta
siempre tío y padrino adorado, modelo de distinción y ejercicio profesional
honorable.
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