Por
Jorge Casado
Nadie se muere en la víspera, República Dominicana es testigo.
Esta media isla respiró profundo luego de fallar, en parte, los
pronósticos científicos amenazantes del Huracán Irma, calificado por expertos
como catastrófico y de dimensiones estructurales nunca vistas,
en comparación con otros similares.
Días previos Irma desató su furia en las Antillas Menores y Puerto Rico
dejando más de 10 muertos y ambientes desolados y destruidos no
cuantificados todavía.
En República Dominicana, “su próximo destino” se esperaba lo
peor.
Las autoridades competentes, con antelación, activaron sus planes de
contingencia con amplia colaboración de los sectores más vulnerables a
los posibles efectos del huracán.
De repente, los pronósticos meteorológicos comenzaron a variar,
tomando Irma altura y minimizando sus efectos que se adentraban al Océano Atlántico.
Ahí no termina la película, y por el contrario, se develiza la
intención del fenómeno natural.
Irma solo vino a alertar a los dominicanos queriendo decir que: Ante Dios
todos somos vulnerables.
Irma sopló para que el dominicano renueve su fe, crea más en las oraciones
y con estas combata y sensibilice a los corazones de los injustos, de los
agresores de niños y mujeres y de los políticos o no, que se creen tienen
el mundo en sus manos.
Irma mojó con su lluvia los focos de pobreza, que frágiles podrían
convertirse en lamentable desgracia.
Irma con su trayectoria recta puso de relieve el poder de la
oración para humanizar a los que nada temen a Dios.
En conclusión “Ante Dios todos somos vulnerables.
Jorge Casado es periodista, fotógrafo y promotor cultural infantil y juvenil.
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