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domingo, 24 de septiembre de 2017

Pengsien Sang Ben: Fogata de amor y guía


Por Reynaldo Peguero

Pengsien Sang Ben, vivió y creció en sus firmes creencias filosóficas, políticas y éticas. Las mismas que hoy son orgullo para los que compartimos por mucho tiempo, su ejercicio de vida. Más allá de los deleites, artificios y elitismos sociales, se distinguió por ser ejemplo privado y público de lo que profesaba. En su forma de pensar y lógica matemática, siempre iba a la esencia de las cosas con una verticalidad inofensiva, impoluta y honesta. Podía estar equivocado en un punto, pero lo defendía con el noble candor de los inocentes.  
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Quinto hijo del destacado, laborioso y solidario empresario santiaguero de origen asiático, Miguel Sang y su consagrada esposa, Doña Ana Ben. Pengsien tuvo talento y visión para ponerse al frente de una genuina corriente crítica de las prácticas tradicionales del movimiento revolucionario. Objeciones que en la década de los años 70 y 80 del pasado siglo XX, junto a su esposa y compañera de toda la vida, la militante humanista Mildred Mata, lo condujeron a interactuar, contradecir y debatir con la mayoría de intelectuales de izquierda. No quedó escondrijo ideológico donde Pengsien no escarbara las posiciones que consideró “confusas” en Miguel Cocco, Max Puig, Alejandro González Pons, Fafa Taveras, Fidelio Despradel, Narciso Isa Conde o Esteban Díaz Jáquez, entre otros. 

Nunca lo llamé “Chino”, sólo Pengsien. 25 años después de conocernos, me confesó “Reynaldo gracias por llamarme Pengsien, me impacta mucho que me nombren “Chino” por mi origen asiático genérico”, es despectivo. Soy dominicano de nacimiento, identidad y vida, y decirme Chino me excluye de esta nación que tanto amo y defiendo”. Parece que estaba inspirado por el ron Barceló y la música de Agustín Lara que tarareábamos en el balcón de mi casa, que según dijo era el artista preferido de Don Miguel y Doña Ana. Antes de morir en conversaciones triviales rió a carcajadas, cuando referí que en mi estadía en Asia al comentarle al profesor “pero ustedes los asiáticos se parecen unos a otros, mi tutor no lo pensó y respondió firme: “los que se parecen unos a otros, son ustedes los latinoamericanos”.   

Desde la primaria del Colegio de la Salle lo distinguía, pues la mayoría de alumnos del séptimo y octavo grado, lo mirábamos atentos cuando en el bachillerato lasallista, se movilizaba radicalmente por las ideas más nobles de cambio social del momento. Sin embargo, fue años después durante una inolvidable sesión en la casa de sus padres del reparto el Panorama que lo conocí a fondo, cuando nos recibió a Mariana y a mí, para entregarle una extensa reflexión a maquinilla que habíamos tecleado sobre los estilos y contenidos del periódico del Movimiento de Liberación Nacional “Padre Camilo Torres” denominado “Nuestra Palabra”.   

Bajo la inspiración de Pengsien Sang y otros dirigentes del Movimiento “Camilo Torres”, aprendí el trabajo de base y la educación popular en comunidades pobres. Especialmente en el Movimiento Campesino Independiente (MCI) y Central General de Trabajadores (CGT). En el contexto de la Teología de Liberación y la opción preferencial por los pobres, Pengsien y otros camilistas, entre los que juvenil y humildemente me contaba, desplegaron un trabajo humanista, progresista y solidario que facilitó la formación y desarrollo de diversas ONG, tales como el Centro de Promoción Humana Integral (CPHI), el Centro de Promoción Social y el Centro de Planificación y Acción Ecuménica (CEPAE). Años después, cuando en la PUCMM y CDES, surgió la necesidad del trabajo comunitario, mientras algunos reclamaban “pago de horas extras”, yo iba al barrio decido, a trabajar día y noche con el pálpito del pueblo. 

Ese trabajo comunitario de base lo agradeceré siempre, pues cuando me correspondió estar al frente de proyectos claves como el que coordiné para la Fundación W.K. Kellogg o la GIZ en la PUCMM o en el Plan Estratégico de Santiago y su Consejo de Desarrollo (CDES), han sido las metodologías que aprendí con Pengsien y en las ONGs camilistas, las que he utilizado. Antes que el accionar comunitario paternalista, entender el barrio, líderes, críticas y potencialidades, fue el estilo que acompañó a Pengsien desde los camilistas, el movimiento en defensa de los derechos de la mujer hasta la exitosa fundación de Participación Ciudadana (PC).

Pengsien sin reclamar ascendencias sociales, ni liderazgo iluminado, se insertaba humildemente en una reunión de una comunidad de base en la Vega, Bonao y Cristo Rey en Santiago hasta en la unidad del movimiento obrero en la CGT. Bien podía estar laboriosamente alfabetizando en una montaña o generando propuestas políticas en reuniones con el Profesor Juan Bosch, José Francisco Peña Gómez o los autopretendidos comandantes de la revolución dominicana. En todos los espacios filtraba con humildad su evangelio de alta logicidad y rigor.

Como declamó Mildred en las honras fúnebres de su adorado compañero de siempre, hablar de Pengsien es recitar “un poema sobre vida, humanidad y derechos”. Es distinguir en el alto cielo su fondo estrellado y en las multitudes el hombre que se ama, como Violeta Parra y Víctor Heredia. Padre, amigo, hermano y ruta de nuestras almas. Ser humano con sangre en tierra que vivirá por siempre entre tantos vivos y muertos. Fogata de amor y guía, razón de vivir la vida.  


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