POR ROLANDO ROBLES
Que Joaquín Balaguer haya sido un hombre de Estado, nadie lo pone en
duda. Ni siquiera sus más aguerridos enemigos; que paradójicamente, él nunca
los consideró enemigos sino, adversarios. Esa intrínseca ironía,
es una evidencia de que, el siete veces presidente dominicano, siempre mantuvo distancia
de los demás, en el trato y en las formas; muy al margen de si eranellos opositores
de barricada, circunstanciales aliados o incondicionales adláteres. Y viene a
ser que la serenidad de juicio, es una de las virtudes primeras que ha de
exhibir un hombre de Estado.
Un estadista ni disfruta ni padece, simplemente soporta, acepta, entiende,
permite y ejecuta. Siempre en función de los intereses nacionales, nunca para
lucro particularsuyo. Poder asimilar ésto, es quizás, la llave que abre las
puertas de la equidad, almomento de establecer los aportes que, en su ejercicio,
hacen los que llevan sobre sí el peso de las decisionescolectivas.
Hasta este punto, creo que mis cavilaciones son compartidas a plenitud
por el lector. Las desavenencias vendrán probablemente, cuando intentedemostrar
el contenido del párrafo último de mi trabajo anterior, eso de que: “Joaquín
Balaguer -con todas sus debilidades- ha resultado ser mas patriota y anti
imperialista que otros gobernantes”.
Porque a la luz del diccionario popular, “patriota y anti
imperialista” es una categoría histórica que se revitalizó con la muerte de
Trujillo y en la que solo cabíamos nosotros; entendiéndose por “nosotros”, los
que pensábamos y actuábamos-políticamente hablando- contrario a las guías del
gobierno de turno yde los americanos, o sea, éramos los “iluminados”. Y desde
luego, que en el gobierno casi siempre estuvo el doctor Balaguer (casi 25 años);
pero no siempre con los americanos de su lado, no siempre; no siempre.
Ya en el terreno de las explicaciones -aunque no necesariamente
justificaciones- hube de auxiliarme de mi asistente en materia de “seguridad e
historia”, el coronel Freddy Díaz (El Gallo), un banilejo de memoria prodigiosa
y mente exponencial.Y ciertamente, que valió la pena, porque dando una miradita
al siglo pasado pudimos acotar lo siguiente:
El primer contacto público de Trujillo con Joaquín Balaguer, fue en la
primavera de 1924 en una manifestación contra la ocupación del país por los
americanos, en Montecristi. El entonces capitán de la Guardia Nacional le dijo
al joven orador, algo así como: “yo no estoy aquí para reprimirlos, pero esas
cosas que usted dice, no se pueden decir aún” y lo “repajiló” para su casa.
Aun y cuando Balaguer no era el favorito de USA para el gobierno que
proponían como salida a la revuelta de abril, pues García Godoy y Antonio
Guzmán resultaban más confiables, lo respaldaron en 1966. Pero le impusieron el
Military Advisory and Assistance Group (MAAG) que, consu programa de exterminio
de combatientes constitucionalistas, creó un ambiente de represión pública que
afectó la imagen histórica de Joaquín Balaguer.
Las “fuerzas incontrolables” que él mismo denunció, eran organismos
militares que manejaba el MAAG, que escapaban a su control y reflejaban el
clima de inseguridad y ocupación que siguió a la revuelta de 1965.
En febrero de 1973, fue asesinado el periodista Gregorio García
Castro, un amigo de Balaguer. Se dijo que fue víctima del enfrentamiento entre los
sectores militares de Pérez y Pérez y Nivar Seijas, pero sabemos que Goyito fue
otra de las víctimas de los“incontrolables”.
Y ese MAAG le dio tantos dolores de cabeza a Balaguer, que cuando
movió al general Nivar Seijas (hombre de su confianza) de la Primera Brigada
del EN a la jefatura de la Policía Nacional, para que investigara la muerte de
Orlando Martínez, se le sublevaron los altos mandos militares y estuvo al borde
de un golpe de estado.
Luego, los americanos presionaron a Balaguer y tuvo que reponerlos a
todos, con una excepción, el comodoro Logroño Contín, que murió en el proceso; era
el únicomiembro del alto mando militar que no fue impuesto por los americanos.
Es evidente que estos crímenes, no eran fruto de las luchas intestinas
entre grupos militares criollos; ahora, lo que si es innegable, es que la
mayoría de los militares dominicanos servían a los intereses foráneos y que
solo unos pocos eran fieles a su presidente. Distorsionar los hechos, como reiteradamente
hacen ciertos periodistas, es una vileza que solo persigue negar la historia.
Mas luego, durante la crisis post electoral de 1978, supimos que USA, con
Jimmy Carter a la cabeza, le dobló el pulso a Balaguer y como consecuencia de
eso -y de los resultados en las urnas- hubo de dejar el poder por ocho años.
De vuelta en 1986, tuvo la oportunidad de contrariar el deseo de los
americanos, al establecer vínculos comerciales y culturales con la aislada República
de Cuba.
Pero además, cuando se sancionó a Haití por el golpe de Estado contra
Bertrand Aristide, Balaguer promovió que por la frontera terrestre se pasara
combustibles y alimentos, para evitar una catástrofe en Haití que finalmente -entendía
él- nos afectaría a nosotros más que a nadie. El tiempo le dio la razón al
Viejo Zorro, lástima que sus sucesores no alcanzaron a entender el carácter
independentista que implicaba oponerse a los designios de Washington.
Su rebeldía también le costó la reducción del mandato que “mal ganó”
en 1994, cuando se opuso al plan de Bill Clinton de establecer 20 campamentos
de haitianos en territorio dominicano.
Durante años Joaquín Balaguer se opuso a los acuerdos que permitieran
la extradición pura y simple, de dominicanos que hubieren cometido delitos en
otros países, a pesar de los intentos de USA por firmar un convenio para tales
fines. Argumentaba el presidente dominicano, que tales pactos tenían un sentido
muy unilateral y que saldríamos perdiendo finalmente. Hoy de nuevo, el tiempo
le ha dado la razón.
Se recuerda el incidente donde perdiera la vida Daniel Mirambeaux,
acusado de asesinar al joven policía Mike Buczek en Nueva York. La versión
popular-sin negar ni confirmar- asegura que “alguien de arriba” ordenó su
muerte antes de entregarlo, para no poner al presidente Balaguer en la posición
que siempre evadió en su vida, la de ser incongruente con sus principios.
Creo que no hay dudas de que Balaguer vivió permanentemente asediado y
que si bien es cierto que los americanos “lo aceptaban”, y que él “se manejaba”
con ellos, nadie puede negar que sus acciones siempre procuraron preservarlos
valores patrios.
Estas desavenencias de Balaguer con el Norte, no lo califican de pleno
como “anti imperialista”, pero si comonacionalista y patriota a toda prueba, muy
opuesto a otros, que nunca se permitieron ni por pienso, disentir de Washington.
Ese simulado título de“anti imperialista” lo dejo para análisis “después
de su muerte”, cuando ya hayan reposado los hechos yla criba del tiempo -juez final
de todos los conflictos- haya separado finalmente la paja del trigo.
Ahora, en este mundillo de incongruencias y mezquindades, donde los
muchos siempre culpan de sus miserias a los pocos; habrá quien luego de esta
parrafada, inútilquizás, decida contar los acentos faltantes en lugar de
preguntarse, ¿hasta dónde tendrá razón este viejo gruñón?
Cuando se plantee tal interrogación, entonces, estaremos listos para
discutir la obra de gobierno de Joaquín Balaguer Ricardo, un hombre a quien, obrando
con justicia, hay que identificar como él mismo se definió: “un simple
instrumento del destino”.
Cóncavo para unos y convexo para otros, porque a fin de cuentas fue solo
un mortal, pero de innegable espíritu “febrerista”.
¡Vivimos, seguiremos disparando!
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