Por Luis Aníbal Medrano S.
El desarrollo de los acontecimientos emergidos de la penosa situación sanitaria
por la que atraviesa nuestro país a consecuencia de la pandemia del
Coronavirus, nos ha enseñado las dos caras de la moneda de la realidad nacional,
en lo que se refiere al Sistema Nacional de Salud de la República Dominicana.
Son verdades innegables que: “nada permanece oculto bajo el sol”, que “tarde
o temprano la verdad sale a relucir”, que “en una isla tan pequeña todo se sabe”
y que “para hablar mentira y comer pescado se debe tener mucho cuidado”.
En enero pasado, en conferencia en el PLD, el Ministro de
Salud Pública, Rafael Sánchez Cárdenas, resaltó el supuesto progreso y avances
en el sector salud, y como todo buen peledeista, haciendo uso del arte
preferido de sus camaradas morados, ofreció una serie de informaciones no creíbles,
para no decir que eran simplemente mentiras, puras mentiras. Eso ha quedado evidenciado
al Coronavirus rodarle las cortinas y dejarlos al descubierto.
Lo propio hizo el inquilino actual del palacio nacional,
el honorable, todopoderoso y benefactor de la patria vieja, Danilo Medina Sánchez,
que en su último discurso como poseedor de la banda tricolor que lo acredita
como mandatario de la nación, tuvo el coraje de hablar de cambios profundos que se reflejan en el día a día de las personas,
especialmente de aquellas que menos tienen. Jesús Santísimo..
Habló de los servicios de salud que recibían antes las
personas de escasos recursos y de los que reciben ahora y emocionado demostró
cachaza cuando exclamó que: “Realmente, les aseguro que entrar en un hospital
público ahora es una experiencia muy diferente a la que se vivía en el pasado”,
realizando un desglose ficticio de las bondades del sistema hospitalario
dominicano, lo que provocó la risa burlona de muchos y la rabia de otros, ambos
grupos preguntándose a que páis se refería el ilustre paladín sureño, el mandatario
dominicano.
Pero, continuando con los refranes populares y haciendo
uso apropiado de ellos, creo firmemente en que “no hay mal que dure cien años
ni cuerpo que lo resista” y que “lo demasiado hasta Dios lo ve”. Son exclamaciones
de esperanza por un país mejor, de unas nuevas autoridades, de un nuevo estilo
de gobernar sin tantas atrocidades, arrogancias, prepotencias, y en sentido general, el uso inadecuado de la función de gobernar.
Es por eso que viendo el contenido de los Lineamientos Programáticos del
Plan de Gobierno del Cambio del Partido Revolucionario Moderno (PRM) para el
cuatrienio 2020-2024, nos renace la fe en un mejor porvenir para mi terruño
querido y adorado; esa patria abusada, saqueada, violada en todos los aspectos
fundamentales, que necesariamente amerita de la salida del poder del partido
que sin dudarlo me atrevo a decir que ha sido el gran fraude del siglo.
Esos Lineamientos Programáticos del Plan de Gobierno del Cambio del Partido
Revolucionario Moderno (PRM), en el aspecto salud contempla acceso a una salud
universal en el entendido de que la Constitución de la República Dominicana lo como
encasilla como “un derecho de la población, siendo una responsabilidad del
Estado, proporcionar el acceso a los servicios de salud con calidad, en la
cantidad necesaria y en forma equitativa para garantizar la materialización
este derecho”.
Las sanas intenciones de hacer realidad
lo que confiere las leyes de asignar al Ministerio de Salud Pública
(MSP) la función de rectoría del SNS y mandan a conformar redes de servicios
públicos de salud descentralizadas, con personería jurídica, patrimonio propio,
presupuesto por capitación y localidad y gestionada por Consejo de
Administración de Redes”, no debe ser una quimera, en un gobierno serio, en un
gobierno que se respete, así debe ser.
Se debe tratar con criterio humano, y no político-comercial, temas como la
morbilidad y la mortalidad, la medicina, el sistema de salud equitativo, el
financiamiento público, la atención colectiva y los programas de prevención de
enfermedades y epidemias.
Como bien reseña el documento antes mencionado, y de lo que se deben hacer
eco los medios de comunicación, “la población reporta pésimo servicio debido a
la deficiente calidad en la resolución de los problemas, al trato inadecuado
recibido y a las dificultades que afronta la mayoría de la población en los
establecimientos de salud”
Eso tiene que cambiar, y tal parece que será así, porque la salud es derecho
para el cual se deben garantizar los recursos financieros y en ese orden, el
aumento gradual año por año para su correcta y focalizada inversión, es un
punto luminoso el cual se debe respaldar su concretización
Que Dios Todopoderoso ilumine la mente de todos nosotros para que
impulsemos la llegada de un gobierno encabezado por el economista Luis Abinader,
y así vivamos en un país con un servicio de salud real, no procreado en un
laboratorio mercadológico con pretensiones continuistas y engañosas. Es posible
lograrlo, determinación y voluntad férrea para realizar el cambio es lo que
debe prevalecer.
El autor es político, municipalista y periodista, residente
en el Bronx, New York.
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