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sábado, 30 de mayo de 2020

Encuestas telefónicas


                                
Por JUAN T H

Si usted le pregunta a una persona residente en los barrios carenciados y en los campos más lejanos y apartados si Trujillo aún está vivo, lo pensará dos veces antes de responder. Nadie se extrañará si algunos dicen que lo vio recientemente. “Por si acaso es un gancho”.

Es famosa la anécdota del comentarista deportivo que afirmó o que el Licey le había ganado al Escogido 6 carreras por 5, “según se dijo”. Durante más de 30 años los dominicanos teníamos un delirio de persecución, con sobrada razón porque no se podía confiar prácticamente en nadie, ni siquiera en compañeros de trabajo, amigos y familiares. Los “calieses”, miembros o “pico chata” del Servicio de Inteligencia nacional (SIM), con sus “Volkswagen”  (cepillos) estaban en todas partes. El terror fue un instrumento al servicio de la dictadura. Como hoy, pero con otros métodos.

En tiempos de coronavirus, nadie quiere caer en gancho respondiendo encuestas por teléfono; es más, ni presencial. Danilo Medina dijo que este era un país de clase media, que todos los años sacaba un millón de la pobreza, que el crecimiento económico era superior a los de casi todos los países del mundo, que la desigualdad era cada día menor, que la inversión en educación daba sus frutos, aunque en los hechos marchamos hacía atrás porque con el 4% hicieron un “negocio inmobiliario”, según  dijo Raquel Peña, candidata vicepresidencial del PRM que sabe mucho del tema.

También aseguró el mandatario que el sistema de salud no tenía nada que envidiarle al de ningún otro país. Hoy, tras el Covid-19 nos hemos percatado que todo era mentira, que las cosas eran al revés. Somos un país muy pobre. Las propias autoridades hoy tienen que reconocerlo. La tarjeta solidaridad subsidian a 900 mil familias, que multiplicadas por 5 suman 4 millones 500 mil. El programa FASE, 754 mil familia, por 5, 3 millones 770, el programa “Quédate en Casa” abarca a un  millón 500 familia para lo cual se dispusieron 32 mil millones de pesos. Como puede verse, los números no cuadran. Una parte del dinero se pierde en el camino, al igual que la gente. Hasta los muertos durante la dictadura de Trujillo y de Balaguer están calculados, a menos que no se esté haciendo en la computadora o calculadora  de Gonzalo Castillo. (Los números no dan ni darán nunca, porque es tanto el robo y el despilfarro, es tanta la corrupción, que jamás lo sabremos)

Como es posible que en medio de una crisis sanitaria, económica, política y social, con un gobierno dispuesto a empeña o venderle su conciencia al diablo, tirando la  puerta por la ventana, con programa sociales tan voluminosos que abarcan casi a toda la población, usted ve a llamar por teléfono para preguntar por quién votará el 5 de julio. ¿Quién será loco para asegurar que votará en contra de quién le está dando funditas de alimentos, 5 mil pesos o cualquier otra “ayuda”? Es lógico que la mayoría de los “encuestados”, para no caer en gancho, para que no le quiten la tarjeta solidaridad, el bono gas, bono luz, etc. Diga que su candidato es Gonzalo; jamás dirá que Luís Abinader, Leonel Fernández o Guillermo Moreno. (¡Elemental, mi querido Watson!)

En otros países, como Estados Unidos o los europeos, las encuestas telefónicas tienen un rigor científico, una plataforma muy bien diseñada y estructura, manejada por expertos independientes. No es el caso de la República Dominicana donde casi todas las encuestas, incluso las presenciales aleatorias están sesgadas por intereses políticos y económicos. Y más aún, en medio de la hambruna, la falta de empleo y de seguridad alimentaria y de salud del pueblo que aprendió hace muchos años a no caer en gancho. Qué un sujeto o una señorita  llame para preguntarme, a escasos días de las elecciones, yo desempleado, recibiendo “ayudas” de un  gobierno entregado en cuerpo y alma a Gonzalo Castillo, ¿qué le voy a responder? (Excúseme de nuevo, repítame la pregunta.

PD: Las encuestas telefónicas no pueden ser creíbles en un momento determinado porque los márgenes de error son muy altos, pero sí lo son cuando nuestros intereses o de los patronos estén por el medio...

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