Por Miguel Ángel
Cid Cid
El Presidente de
la República, Lic. Danilo Medina Sánchez nombró el pasado miércoles 30 de
agosto un nuevo director general de la Policía Nacional. Cuando se redactó el
decreto número 321-17 que dispone el retiro del General Peguero Paredes, ya
hacía días que la sombra de la destitución lo perseguía incesantemente.
En efecto, el
primer mandatario designó, mediante el decreto 320-17, al General de Brigada, Ing. Ney Aldrin Bautista
Almonte como nuevo Director General del cuerpo del orden. Posterior al
nombramiento se produce la puesta en retiro del anterior jefe policial.
Junto a Peguero
Paredes, también fueron retirados los mayores generales de la Policía Nacional
Manuel Castro Castillo y José Armando Polanco Gómez, ambos con disfrute de la
pensión correspondiente. No se entiende por qué hay que aclarar que disfrutarán
de la pensión que les toca por ley.
Según dicen
entendidos en la materia, cuando un jefe policial no conviene a los intereses
de grupos enquistados en la institución, es normal la sucesión de hechos
delictivos escandalosos.
En esa tesitura,
en días recientes desapareció Emely Peguero, una adolescente de 16 años de la
comunidad de Cenoví, quien mantenía una relación de noviazgo con Marlon
Martínez. Se dijo que Martínez confesó haber asesinado la menor y que la tiró
en el vertedero de Hatillo.
Durante el
transcurso de la semana recién pasada, periodistas y bocinas del gobierno
comentaban sobre la supuesta incapacidad del General Peguero Paredes para
dirigir la institución del orden. En un programa de la tarde, un “periodista”
afirmaba que Paredes era conocido como poeta y humanista. “No es posible en
este momento, que un poeta y humanista dirija la Policía Nacional, ahí hace
falta un general con autoridad”, concreto el “comunicador”. Pregunta:
¿Sera que a los
policías y militares le esta negado cultivar el arte de la poesía y peor aún,
ser humanistas?
Otro hecho
significativo es que, en tiempo récord varios uniformados mueren a manos de
supuestos delincuentes. Posterior a estas muertes se descubre la existencia de
una banda denominada “Mata Policías”, más de 20 supuestos criminales son
apresados, entre ellos, varios miembros de la uniformada según se dice.
El jueves, al
salir de mi casa, un amigo me dijo, “la vorágine que se vino encima marcaba un
presagio de que el hombre (Peguero Paredes) no era agradable como jefe de
policía”.
La afirmación me
impone otras dos preguntas:
¿Sera que el destituido
Director General de la Policía controlaba demasiado e insistía en mantener en
el redil correcto la institución?
¿O quizás es
real el hecho de que se descuidó en el ejercicio de sus funciones y por tanto
fue demasiado permisivo?
Ahí, según yo,
pasó una de tres:
Primero, el
Presidente Danilo Medina creyó los chismes que acusaban al General de ser flojo
por su condición de poeta y humanista, por lo que no calificaba como Director.
Segundo, En
verdad el General Peguero Paredes descuidó sus responsabilidades al frente de
la institución del orden.
Tercero, el
Presidente decidió liberar a su amigo del estrés que producen las intrigas, más
cuando son urdidas por tus propios compañeros.
¿Por cuál de las
tres opciones se inclina usted?
Yo por mi parte,
me resisto a creer que el sustituir el director de una institución tan
relevante, como es el caso de la Policía Nacional se haga tan a la ligera. Más
bien, me inclino en creer que el estrés que perdura en el mandatario, desde la
“alergia” en su rostro, hoy sigue obrando en su contra y le imposibilita
sopesar las decisiones a tiempo.
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