Por Víctor Díaz
Se dice, y parece no estar en cuestionamiento, que la
educación es la base del desarrollo de los pueblos.
Siendo así, la inversión que viene realizando el
gobierno del presidente Danilo Medina, en materia de educación, debe producir
una revolución del conocimiento, elevando la calidad de la misma y capacitando
los recursos humanos necesarios para abandonar el sub desarrollo.
Sin embargo, existen otros elementos de gran
incidencia en la formación del ciudadano y en el tipo de sociedad que vamos
moldeando en el tiempo, la familia, el entorno, la escuela, los estatutos
legales.
En la época actual, tanto la familia como el resto de
las variables que se conjugan para la formación del ciudadano, parecen haber
sido arropados por la arrolladora incidencia de los medios de comunicación.
La sociedad dominicana, como pocas en la región y como
ninguna en cualquier país desarrollado o que aspire a desarrollarse, está
siendo atacada, invadida, bombardeada, ocupada, arropada, por una proliferación
pandémica de medios de comunicación y
pseudo comunicadores, que desconocen la inmensa responsabilidad que supone el
uso de esas herramientas en la formación de la sociedad.
Los tiempos en que los medios de comunicación suponían
una garantía de buen ejemplo por la credibilidad de las informaciones, la
profesionalidad de sus productores y conductores, el cuidado del lenguaje, de
la vestimenta y el respeto por la dignidad humana, son cosa del pasado. Los
medios responsables, profesionales, veraces, han sido arropados por su
antítesis. Hemos crecido en cantidad, hemos descendido en calidad.
La radio nace en república dominicana en el 1942 y
hubo de esperarse diez años para iniciar la primera transmisión televisiva en
blanco y negro. Para 1980 existían en el país apenas ocho plantas televisoras.
Al día de hoy, en república dominicana existen 537
medios de tele o radio difusión, (381 emisoras de radio y 156 canales de televisión),
de acuerdo a las cifras oficiales. Es posible que este número sea mayor, por
las emisiones de medios no regulados o ilegales. Los medios escritos, han
tenido mejor suerte.
Es a través de esta cantidad extraordinaria de medios
de difusión, que estamos formando nuestra sociedad, y lastimosamente los medios
que deforman, desinforman, mal informan, son muchos más que los medios que
conocen su responsabilidad social.
Es necesario regular, tanto la proliferación de estos
medios, como el producto que presentan a la sociedad.
La inversión cuantiosa de recursos económicos,
técnicos y humanos, para mejorar la calidad de la educación, está seriamente amenazada por la falta de
educación y observación de las reglas morales y legales que se da en un número
importante de los usuarios de medios de
comunicación que desconocen su papel en la formación social.
El esfuerzo y desvelo personal de un presidente que
apuesta por la educación como vehículo de transformación moral, espiritual y
material de nuestra sociedad, corre peligro ante la apabullante parafernalia sin
contenido que reproducen un buen número de medios de comunicación masiva.
La extraordinaria inversión en capacitación de recursos
humanos para mejorar la educación en república dominicana, está siendo
eclipsada por pseudo profesionales y semi analfabetas que saturan un gran número
de medios de comunicación.
Miles de horas de contenido desinformativo, se emiten
diariamente a través de los medios de comunicación del nuevo orden, arropando a
los medios tradicionales que producen contenido con profesionalidad.
La especulación, la fabula, la calumnia, la falsedad,
son materia prima para un gran porcentaje de hacedores de opinión.
El respeto a la investidura, a la integridad de la
persona, a las instituciones religiosas, empresariales o a la honra de los ciudadanos,
no existe en el código de conducta de los mercaderes de la información que
proliferan en tantos medios de comunicación que olvidan que una sociedad se
forma con el ejemplo.
Si queremos una mejor sociedad y estamos invirtiendo
en ello cuantiosos recursos, se impone mejorar la calidad de la información que
reciben los ciudadanos, y para ello es necesario exigir el respeto a los
códigos de conducta, de ética y de profesionalidad, un gran número de quienes hacen uso de los
medios de comunicación.
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