Por JUAN T H
He dicho y
escrito muchas veces en los últimos meses, viendo como el país se sumerge en
una crisis de valores cada vez más profunda, que constituye un acto patriótico
sacar del poder al Partido de la Liberación Dominicana. Y que esa tarea debemos
asumirla los amantes de la justicia, la libertad y la paz, que no hacerlo es
una felonía que la historia no nos perdonará.
Como dijera Juan
Pablo Duarte nunca nos ha sido tan “necesario como hoy tener salud,
corazón y juicio; hoy que hombres sin
juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria”.
Pero para
rescatar la Patria del naufragio en que la ha sumergido el grupo de dirigentes
que controla el PLD, hace falta voluntad, determinación y coraje; hace falta
que nos convirtamos en Juan Pablo Duarte, en Francisco del Rosario Sánchez, en Matías Ramón Mella y demás trinitarios; en
Rosa Duarte, María Trinidad Sánchez, Juana Saltitopa, María Teresa, Patria y
Minerva Mirabal; en Gregorio Luperón; en los “Gavilleros” del Este que enfrentaron las tropas norteamericanas de
1916 a 1924.
Podemos y
debemos ser como ellos. Como los muchachos de “La Raza inmortal”, como Manolo y
sus compañeros del 14 de Junio sublevados en “las escarpadas montañas”; como
los Constitucionalistas de 1965 que con el pecho desnudo desafiaron aviones con
metrallas y tanques con cañones de muerte; como Caamaño y sus hermanos en
Caracoles, como Amaury Germán y aguerridos combatientes atrincherados y
asesinados en una cueva defendiendo la justicia y la libertad.
Hacen falta
patriotas; hombres y mujeres dispuestos a defender el honor y la dignidad
pisoteados por la ambición de los corruptos de la política.
La República
Dominicana hoy es una vergüenza internacional por los altísimos niveles de
corrupción y de impunidad. Los escándalos van y vienen sin consecuencia alguna.
En los Rankings de organismos internacionales en materia de salud, educación,
transparencia, violencia, sobornos, crímenes, narcotráfico y delitos, nos
colocan en lugares penosos.
Ocupamos los
peores puestos en las cosas buenas, y los primeros en las malas. Vivimos en un
país cuyo Estado es fallido y jodido, gracias al PLD.
Ser dominicano
no es un orgullo, es una vergüenza tan grande que mostrar el pasaporte en
cualquier aeropuerto del mundo nos produce miedo. Y bajamos la mirada en vez de
levantar la frente “con viva emoción”. El PLD nos ha “desorgullisado”. Hemos
llegado a un punto en que ni el Padre de la Patria se respeta; en que no le
hacemos reverencia a los símbolos ni a los héroes, denigrados y degradados como si se
tratara de un plan maestro para robarnos
nuestra esencia como pueblo.
Quienes creyeron
que Danilo Medina “era otra cosa”; los que compraron sus promesas de cambio, de
transparencia y de transformaciones sociales profundas, deben sentirse muy defraudados.
Sus palabras se las llevo el viento. Aquello de que no se reelegiría, de que
solo quería cuatro años y ni un día más, de que cancelaria a sus funcionarios
por el simple rumor público, que tenía un látigo para castigar la corrupción,
que haría “lo que nunca se había hecho”, etc., etc., etc., no era cierto. Ahora hay más corrupción, más impunidad,
menos transparencia, más endeudamiento y más inseguridad ciudadana. Hemos
retrocedido. ¡El país se hunde!
Lo repito: Sacar
al PLD del poder es un acto patriótico que todos los dominicanos de buena
voluntad, no importa el partido en que se encuentren, ni la religión que
profesen, ni el color de la piel, deben asumir sin importar las consecuencias.
PD: En las redes
sociales corre esta cita de Juan Bosch quiero compartir con ustedes: “Detrás de los robos llega el crimen,
porque se hace necesario ocultar el robo y por tanto hay que suprimir las
libertades públicas, y para suprimir las libertades públicas es forzoso
establecer el terror, y el terror se establece matando”.
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