Por Miguel Ángel Cid Cid
La ingratitud de las personas, imposibilita reconocer en vida las
virtudes y cualidades de sus iguales.En cambio, cuando la persona expira, y sus
restos caen en el abismo del sepulcro, los elogios sobran.
En efecto, mi amigo Pengsien Sang Ben, falleció recientemente en su
querido Santiago de los Caballeros. En lo inmediato, como era de esperarse, mucha
gente saliópresurosa a destacar las múltiples bondades del “hombre sencillo”. Y digo “hombre sencillo”, encerrado en comillas
porque lo tomo de José Martí cuando canta:
--Yo soy un hombre sincero / De
donde crece la palma, / Y antes de morirme quiero / Echar mis versos del alma.
/ Yo vengo de todas partes, / Y hacia todas voy.--, Versos Sencillos.
Eso era PengsienSang Ben, un hombre sincero y todo hombre sincero es
por añadidura, un hombre sencillo.
Su hermana, Mu-kiengAdriana Sang Ben escribió en las redes sociales el
19 de septiembre, a las 3 de la tarde lo siguiente:
-- Acaba de morir Pengsien Sang
Ben. Murió en paz y al lado de su familia --, y a seguidas agregó, --Murió un luchador por un país mejor --,
concluyó Mu-kieng Sang Ben.
Mu-kieng, aun en el momento de estar embargada por el dolor sabía que
su hermano no era dado a las alabanzas con palabras grandilocuentes. De ahí, la
sencillez de sus palabras.
La familia de Peng, tenía una fábrica de muebles en la calle Eladio
Victoria con Pedro Manuel Hungría, en el populoso sector de La Joya, Santiago. En
ese contexto se produjo, de manera inconsciente, mis primeros encuentros con
los chinos. Yo recién llegado del campo a la ciudad, siendo niño, sólo se me
permitía dar la vuelta a la manzana. Así que la parada para ver de cerca y con
temor a los chinos de la fábrica era obligatoria. Sobre todo, porque se tenía
la percepción de que todos los chinos eran “karatecas”.
Con el tiempo, yo adulto, nos encontramos en el marco del Programa de
Iniciativas Democrática PID, que dirigía Mu-keing en la PUCMM. Ahí nos hicimos
“compinches” y comenzamos a atar cabos
hasta reconstruir algunas anécdotas, entre ella la que se recrea más arriba.
La franqueza de Peng no tenía límites, en una ocasión, el PID organizó
una Jornada Nacional para rescatar el valor del voto “Jornada Nacional por el valor de mí voto”, así se denominó.
Peng fue contactado para facilitar una de estas jornadas en una ONG de
la provincia de Santiago.Al finalizar su trabajo de facilitación, los
ejecutivos de la organización le preguntaron.
-- ¿Pengsien, cuánto tenemos que
darte por tu colaboración?--, Peng respondió con otra pregunta.
-- ¿Cuánto consigna el presupuesto para la facilitación?, lo que dice
el presupuesto, eso es lo que cuesta mi trabajo --, dijo Pengsien.
La franqueza, la transparencia y precisión en el uso de las palabras,
era una construcción armónica en la práctica de vida de este dominico-chino.
Estas cualidades lo hacía un personaje emblemático y enigmático, sobretodo
porque era imposible evaluarlo en la cultura china e inverosímil enmarcarlo en
las costumbres dominicanas. Conocedor de ambos estadios, uno más que el otro,
rompía con los dos patrones y eso lo hacía único.Él marcaba la diferencia en
todas las actividades donde le correspondía participar. Es decir, Peng asumió
en vida la concepción bíblica de que tenemos “libre albedrío”.
Recuerdo un chat mañanero entre Pengsien y yo, en medio del
intercambio le pregunté:
¿Peng, cómo sigue tu salud?
Pengsien había sufrido,meses atrás un inicio de derrame y cuando nos
juntábamos entre amigos yo les decía:Este se salvó por ser chino.
-- Solo un chino se da cuenta
cuándo le va a dar un derrame, si hubiera sido dominicano no habría prestado
atención a ningunos de los síntomas que se le presentaron --, reiteraba yo
con deseos de dar cuerdas.
Pengsien respondió a mi pregunta del chat así:
-- Miguel Ángel, sabes que
descubrí algointeresante durante la terapia de ayer –
¿Qué descubriste Pengsien?, pregunté de inmediato.
-- Descubrí que puedo tomar una
o dos cervecitas --, acotó Pengsien y de inmediato escribió, -- tenemos que celebrarlo, llegaré a Santiago
como a las 6 de la tarde, vamos a juntarnos allá, en mi casa, si tú puedes
– mis conocidos saben que mi respuesta fue muuuy positiva.
Así que Pengsien llegó con una botella de “etiqueta negra” y me advirtió que él sólo podía tomar un par de
tragosy a seguidas le dije:
Eso no es problema Pengsien, el resto me lo tomo yo.
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