Por Rafael Matos
Feliz
En esta ocasión,
hablaremos sobrela responsabilidad de las entidades oficiales que construyen
las infraestructuras residenciales, las vías de comunicación, canales de riego,
drenajes, puentes, alcantarillados sanitarios, etc., permitiendo y usando
lugares vulnerables, que en la mayoría de las veces no toman en cuenta ni les
interesan las determinantes históricas, sociales y económicas de los lugares a
intervenir. Esos aspectos se tienen muy en cuenta en todos los países que
respetan el rigor técnico y científico de las acciones, pero más aún, respetan
a las personas, objetos de su acción.
En otra entrega
dijimos que esa forma de hacer las cosas, en muchas ocasiones (por no decir en
su mayoría), resultan intervenciones sin eficiencia ni eficacia y traen
resultados no esperados. Vemos calles o carreteras que al poco tiempo de
hechas, se van a pique con una lluvia o un fenómeno natural normal y de mucha
frecuencia en nuestro país. Colapsan puentes, paredes de escuelas, escuelas se
agrietan y ponen en peligro vidas y bienes, se filtran las edificaciones; en
fin, al paso de cada fenómeno natural (vaguadas, tormentas, depresión tropical,
huracán, etc.) salen a flote nuestras miserias como país y lo mal que se
construyen muchas infraestructuras, dizque para “nuestro progreso”.
En nuestra
región y provincia, y sin ser exacto ni riguroso en los detalles, desde el 1958
hasta la actualidad, los fenómenos naturales han dejado sus secuelas de daños
en vidas, en infraestructuras, en la producción y en miserias descubiertas. Ha
habido demasiados eventos durante muchos años, y todavía la “planificación” oficial
no mira hacia la disminución de las vulnerabilidades ni de los riesgos ni para
prevenir desastres.
En 1958 nos azotó
Ella, en 1963, Flora; en 1964, Cleo; en 1966, Inés; en 1979, David y Frederick;
en 1980, Allen; en 1987, Emily; en 1988, Gilbert; en 1996, Hortense; en 1998,
George; en 2003, Odette; en 2007, Noel y Olga; en 2012, Sandy e Isaac; en 2014,
Bertha y ahora en 2017, Irma y María, y ello, sin enumerar las lluvias normales
de las temporadas lluviosas. Y aunque esos fenómenos no necesariamente dejaron daños
graves o pérdida de vidas; en nuestra provincia, las lluvias caídas asociadas a
ellos, inundaron cultivos, viviendas y erosionaron aún más el cauce del Río Yaque
del Sur.
Pueblos como
Quita Coraza, Fondo Negro, Vicente Noble, Tamayo, Uvilla, Jaquimeyes, El Peñón,
Pescadería, Cabral y muchos otros, han
venido sufriendo daños en los cultivos, vías y/o viviendas cercanas a las
márgenes del río o a embalses. Fue de aquí que a algunos “loquitos” se nos
ocurrió, y con el consenso de dirigentes de las comunidades, proponer un plan
de reubicación de las estructuras con mayores vulnerabilidades y riesgos, así
como la construcción de una barrera de bambú, y donde fuera necesario,
construir también muros de gavionesde forma paralela, para tratar de mantener
las aguas de las crecidas en el interior del cauce del Yaque del Sur, disminuyendo
las escorrentías que pudieran salir por fuera del mismo.
Esta idea nació
a partir del 1998, después del paso del George. En esa fecha hacíamos trabajos en Quita Coraza
y El Higuito y vimos cómo más de 20 viviendas colapsaron con las corrientes de
las aguas del Yaque del Sur. Vimos platanales “desaparecer de la faz de la
tierra” y con ello vino aparejada una mayor pobreza e indigencia en las
comunidades. Las corrientes del río normalmente no embisten viviendas o
cultivos de manera frontal, sino que poco a poco la erosión en las márgenes, se
va“comiendo” los taludes cercanos a viviendas y los bordes de las parcelas y
más tarde, se erosiona todo.
Posteriormente,
en 2007, retomamos de nuevo la idea con la llegada de Noel y Olga. Recorrimos
gran parte del curso del Yaque del Sur, desde Quita Coraza hasta Cabral y
observamos que en la mayor parte de las márgenes, la erosión ocurría por desborde
de las crecidas y que en muy pocos lugares, las aguas chocaban de frente con
dichas márgenes; y cuando eso ocurría, era soloen curvas o meandros y allí debido
a la fuerza centrífuga predominaba la erosión
y el retroceso de la orilla y se producía la entrada de las aguas hasta
lugares, “aparentemente seguros”, como eran cultivos y viviendas.
Se nos ocurrió,
que donde las aguas chocaban directamente con las orillas del río (encurvas o
meandros), allí se diseñaran fuertes muros de gaviones y como refuerzo, detrás
se estableciera una barrera viva con bambú y esta se duplicaraen la orilla
opuesta.También se pensó en lo contrario, es decir, colocar primero la barrera
de bambú y detrás, el muro de gaviones. Además, se propuso que a todo lo largo
de ambas márgenes se establecieran las barreras vivas con bambúes, desde Quita
Coraza hasta Cabral.
Continuaremos
con el tema en otra ocasión.
Por el
Desarrollo Sostenible
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