Por JUAN T H
El Partido de la
Liberación Dominicana es como un “ciclón batatero” que a su paso va desbordando
los ríos probando inundaciones terribles, arrastrando, árboles, viviendas,
postes del tendido eléctrico, acueductos, presas, vehículos y personas que
pierden la vida y todos sus ajuares, dejando desamparo y desolación entre los
sobrevivientes.
Tras su llegada
al poder en 1996 empujado por las fuerzas más oscuras y retardatarias después
de un pacto rastrero y racista para impedir el paso del doctor José Francisco
Peña Gómez y al entonces poderoso –hoy una entelequia- Partido Revolucionario
Dominicano, el PLD mostró en cuatro años, lo que era capaz de hacer. La
historia del PLD debió terminar en el 2000.
Gracias a
múltiples factores endógenos y exógenos, pero sobre todo la crisis económica
del 2003 provocada por el fraude bancario que le costó al país más del 20% de
su Producto Interno Bruto, ese partido regresó al gobierno.
Por desgracia el
PLD se instaló de nuevo en el Palacio Nacional. En principio era un grupo de
rateros de poca monta, robando aquí y allí, estafando a unos y a otros, pero en
pequeña escala; con el correr de los días se fueron haciendo más ambiciosos y
menos escrupulosos, convirtiéndose en
una mafia corporativa alejada de las ideologías y del pensamiento de su
fundador y guía Juan Bosch.
Agrupados en órgano supra-estatal, han sido más
exitosos que las mafias más grandes y espectaculares jamás vistas en un país
pequeño; ni siquiera la que encabezó en Cuba el dictador Fulgencio Batista que
convirtió la isla en un casino de juego al servicio de las bandas criminales
estadounidense.
Mario Puzo,
autor de la novela El Padrino, que fue
llevada al cine por Francis Ford Coppolarelatando las hazañas de la “La Cosa
Nostra” italiana en Estados Unidos, ganadora de varios premios incluyendo el
Oscar, protagonizada por Marlon Brando, Robert de Niro y Al Pacino, entre
otros, no pudo imaginar que en República Dominicana se repetiría la historia,
pero con personajes menos ficticios. Al Capone fue un niño de teta comparado
con los muchachos que llegaron en chancletas. Fíjense que el país es un punto
de drogas, que las bancas de apuestas y los casinos están en todas las esquinas
al igual que los burdeles y lupanares.
No hay
Constitución que valga, no hay Ley que se respete a no ser que los favorezca.
Todos los ministros y directores de instituciones del Estado han sido
distribuidos por todo el territorio nacional para hacerle campaña al candidato
de El Padrino a sabiendas de que no es ético, ni moral. No les importa un
comino.
Es ilegal,
contraviene la ley 41-08, de Función Pública que ellos mismos aprobaron, en algunos
de sus articulados, al igual que su Constitución, pero ellos dicen que no es
verdad. Y así se queda porque nadie, con el material colgante suficientemente
bien puestos, se opondrá.
El artículo 80
de la referida ley, que es muy buena si se cumpliera cabalmente, en su numeral
9 dice que los funcionarios no pueden “participar en actividades oficiales donde
se traten temas sobre los cuales tenga intereses particulares económicos,
patrimoniales o de índole política que en algún momento plantee un conflicto de
intereses”.
El 13 es más
claro y categórico. No deja lugar a dudas: los funcionarios no pueden –dice- “servir intereses de partidos en el ejercicio
de sus funciones, y en consecuencia, organizar o dirigir demostraciones,
pronunciar discursos partidistas, distribuir propaganda de carácter política, o
solicitar fondos para los mismos fines, así como utilizar con este objetivo los
bienes y fondos de la institución”. Pero “La Cosa Nostra” que nos desgobierna
dice que hará lo que le dé su maldita gana. Y lo hará porque nadie se le
opondrá sin correr el riesgo de ser asesinado moralmente a través de sus bocinas
y sus lacayos en las redes y en los medios de comunicación. Y porque la
oposición está en “Belén con los Pastores” esperando que el fruto caiga podrido
del árbol. Pero después de la muerte de, El Padrino, Vito Corleone, (Marlon
Brando) la familia la dirigió su hijo Michael. (Al Pacino)
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