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domingo, 22 de septiembre de 2019

El Padrino


Por JUAN T H

El Partido de la Liberación Dominicana es como un “ciclón batatero” que a su paso va desbordando los ríos probando inundaciones terribles, arrastrando, árboles, viviendas, postes del tendido eléctrico, acueductos, presas, vehículos y personas que pierden la vida y todos sus ajuares, dejando desamparo y desolación entre los sobrevivientes.

Tras su llegada al poder en 1996 empujado por las fuerzas más oscuras y retardatarias después de un pacto rastrero y racista para impedir el paso del doctor José Francisco Peña Gómez y al entonces poderoso –hoy una entelequia- Partido Revolucionario Dominicano, el PLD mostró en cuatro años, lo que era capaz de hacer. La historia del PLD debió terminar en el 2000.

Gracias a múltiples factores endógenos y exógenos, pero sobre todo la crisis económica del 2003 provocada por el fraude bancario que le costó al país más del 20% de su Producto Interno Bruto, ese partido regresó al gobierno.

Por desgracia el PLD se instaló de nuevo en el Palacio Nacional. En principio era un grupo de rateros de poca monta, robando aquí y allí, estafando a unos y a otros, pero en pequeña escala; con el correr de los días se fueron haciendo más ambiciosos y menos escrupulosos,  convirtiéndose en una mafia corporativa alejada de las ideologías y del pensamiento de su fundador y guía Juan Bosch.

Agrupados  en órgano supra-estatal, han sido más exitosos que las mafias más grandes y espectaculares jamás vistas en un país pequeño; ni siquiera la que encabezó en Cuba el dictador Fulgencio Batista que convirtió la isla en un casino de juego al servicio de las bandas criminales estadounidense.

Mario Puzo, autor de la novela El Padrino,  que fue llevada al cine por Francis Ford Coppolarelatando las hazañas de la “La Cosa Nostra” italiana en Estados Unidos, ganadora de varios premios incluyendo el Oscar, protagonizada por Marlon Brando, Robert de Niro y Al Pacino, entre otros, no pudo imaginar que en República Dominicana se repetiría la historia, pero con personajes menos ficticios. Al Capone fue un niño de teta comparado con los muchachos que llegaron en chancletas. Fíjense que el país es un punto de drogas, que las bancas de apuestas y los casinos están en todas las esquinas al igual que los burdeles y lupanares.

No hay Constitución que valga, no hay Ley que se respete a no ser que los favorezca. Todos los ministros y directores de instituciones del Estado han sido distribuidos por todo el territorio nacional para hacerle campaña al candidato de El Padrino a sabiendas de que no es ético, ni moral. No les importa un comino.

Es ilegal, contraviene la ley 41-08, de Función Pública que ellos mismos aprobaron, en algunos de sus articulados, al igual que su Constitución, pero ellos dicen que no es verdad. Y así se queda porque nadie, con el material colgante suficientemente bien puestos, se opondrá.

El artículo 80 de la referida ley, que es muy buena si se cumpliera cabalmente, en su numeral 9 dice que los funcionarios no pueden “participar en actividades oficiales donde se traten temas sobre los cuales tenga intereses particulares económicos, patrimoniales o de índole política que en algún momento plantee un conflicto de intereses”.

El 13 es más claro y categórico. No deja lugar a dudas: los funcionarios no pueden –dice-  “servir intereses de partidos en el ejercicio de sus funciones, y en consecuencia, organizar o dirigir demostraciones, pronunciar discursos partidistas, distribuir propaganda de carácter política, o solicitar fondos para los mismos fines, así como utilizar con este objetivo los bienes y fondos de la institución”. Pero “La Cosa Nostra” que nos desgobierna dice que hará lo que le dé su maldita gana. Y lo hará porque nadie se le opondrá sin correr el riesgo de ser asesinado moralmente a través de sus bocinas y sus lacayos en las redes y en los medios de comunicación. Y porque la oposición está en “Belén con los Pastores” esperando que el fruto caiga podrido del árbol. Pero después de la muerte de, El Padrino, Vito Corleone, (Marlon Brando) la familia la dirigió su hijo Michael. (Al Pacino)

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