Por JUAN T H
Cuando
designaron al señor Magín Díaz en la Dirección General de Impuestos Internos
(DGII) le pregunté a varios periodistas y dirigentes políticos sobre su procedencia; a qué organismo del
Partido de la Liberación Dominicana pertenecía; si era médico, abogado, odontólogo,
sastre, mecánico o economista.
Me dijeron que
no era del PLD, que se trataba de “un técnico seco” de mucho nivel profesional
y experiencia, de bajo perfil, cuya
misión era aumentar las recaudaciones poniendo los controles de rigor y evitar
las evasiones que permiten los déficits de la economía.
Les comenté que
esa tarea no podían cumplirlas Superman,
Batman, Linterna Verde, el Hombre Invisible, la Mujer Maravilla,
Aquaman, ni los demás miembros de “La Liga de la Justicia” en un Estado
estructurado para el clientelismo, el tráfico de influencias, el contrabando y
la evasión de impuestos, que era necesario una voluntad política que no existe.
Aunque el
presidente de la República quiera, porque las circunstancias económicas del
país lo obliguen, no puede hacer que todos, los de abajo y los de arriba,
paguen sus impuestos como ordena la ley. La política se lo impide. Un candidato,
convertido en presidente, llega al poder atado de pies y manos por los
compromisos hechos en la campaña electoral.
Es de todos
sabido que los votantes no eligen senadores, diputados, alcaldes ni
presidentes, lo hacen quienes ponen el dinero, es decir los que financian a
esos señores. ¡Y no lo hacen por amor a la patria!
Por lo que leo
en la prensa al señor Díaz el elemento político partidario no le importa o le
importa poco. “La política no cabe en la azucarera”, dice Carlos Varela en una canción. Si no hay
dinero es imposible resolver los problemas sociales. Sin recaudación no hay
educación, salud, etc., etc.
Pero sucede que
en este país existe la cultura del fraude, no solo electoral, sino fiscal.
Nadie quiere pagar, unos porque dicen que los funcionarios se los roban, otros,
porque aumentan sus fortunas con la evasión sin ninguna consecuencia.
El colega
Esteban Rosario escribió el libro “El Estado y los Empresarios” que vale la
pena leer junto con “Los dueños de la República Dominicana”, entre otros de
igual naturaleza, que no sé cómo sigue vivo. (El que no los ha leído que los
lea y el que los leyó que los vuelva a leer detenidamente)
El cantor y
poeta español Joaquín Sabina, dice que
le preocupa el Papa Francisco, porque “contrario a sus antecesores, éste parece
creer en Dios”. No me atrevo a decir tanto sobre los antecesores del señor
Magín Díaz, pero me ocurre algo parecido. Ese funcionario parece –por lo que
veo y leo- que desea aumentar sustancialmente las recaudaciones, que, si no
llegan donde tienen que llegar, ya no es su responsabilidad.
Para que la
evasión no sea del 40 o del 50% tiene que enfrentar sectores económicos que
nunca han sido tocados ni con el pétalo de una rosa durante más de cien años porque
se creen y se saben dueños del país. De igual manera tendrá que “meterle mano”
a políticos, artistas, peloteros, etc., que nunca le han pagado al fisco porque
“el poder es para usarlo” en su provecho de un modo o de otro.
Si el señor
Magín Díaz se “emburuja” con los poderosos, como parece lo está haciendo, sin
importarle quienes sean, ni las influencias que tengan en el gobierno y en el
partido de gobierno, creo sinceramente, que no durará mucho en el cargo. Danilo
tendrá que sacrificarlo. Y el “técnico seco” tendrá que mojarse en los
organismos internacionales donde lo contrataran por su capacidad profesional y
su experiencia.
¡Y será una
lástima!
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