Por Félix Peguero
Los pueblos construyen su identidad a partir del
sacrificio de sus mejores hijos. Son éstos, los que acuden sin vacilaciones al
llamado de la patria, dispuestos a ofrendar su sangre en aras de la libertad,
la justicia y la paz. Son héroes y mártires que se proyectan como paradigmas, y
que se elevan como estandartes dignos de veneración y respeto. Cada pueblo
escribe su historia a partir de las proezas gloriosas de esos héroes que sin
importar los riesgos y calamidades decidieron luchar por la defensa de la
soberanía de la patria.
Así encontramos la figura Inmaculada de Juan Pablo
Duarte, ideólogo de la causa redentora emprendida por los jóvenes Trinitarios
que bajo el lema de Dios, Patria y Libertad, asumieron fundar la nación
dominicana, declarándola libre e independiente de toda potencia extranjera. Lo
que somos hoy como nación, sin menoscabo del sacrificio de cientos de mártires
que acudieron con fervor al llamado de la patria, se lo debemos a Duarte y Los
Trinitarios. Es por ello que reclamamos respeto a su memoria, respeto por su
sacrificio y por haber dedicado su juventud a la lucha por la causa redentora.
Hoy, cuando la sociedad está amenazada por anti valores, cuando nos asecha el
peligro de la manipulación extranjera que busca unificar la isla y se cierne
sobre nuestro pueblo la más perniciosa campaña de descrédito movida hacia ese
despropósito, resulta inaceptable que malos dominicanos pretendan arrojar lodo
sobre la figura Inmaculada del padre de la patria.
Si a un artista de música urbana se le sancionó por haber
irrespetado un símbolo patrio, es preciso tomar medidas ejemplarizadoras contra
toda persona, sin importar su estatus o posición social, que pretenda por
cualquier medio pisotear la imagen de nuestros héroes debe ser sancionado, más
cuando se trata de comunicadores que desde los medios están llamados a orientar
a la sociedad.
Toda ofensa a Juan Pablo Duarte es un golpe a la patria,
un golpe que debe ser castigado conforme a la magnitud del ultraje. La Comisión
Nacional de Espectáculos Públicos y Radiofonía no puede permanecer callada,
tolerante y permisiva ante agravio cometido por el señor Álvaro Arvelo hijo.
La sociedad reclama dejar atrás la doble moral de
castigar y sancionar a los que nos conviene, mientras dejamos al margen de
sanciones a los intocables. Todo agravio o ultraje a los héroes y símbolos
patrios merece ser sancionado sin importar la naturaleza de los culpables. Nos
sumamos al Instituto Duartiano, para que Álvaro Arvelo hijo sea sancionado.
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